Néstor Camarillo Medina empezó a planear el “quemar sus naves” en el PRI desde hace cuatro meses al enterarse de que el presidente del Comité Ejecutivo Nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, estaba negociando entregar el partido en Puebla a los Rivera, que es una familia de caciques de la región de Chignahuapan. Desde ese entonces, el senador tomó la decisión de que si los llamados “lenchos” entraban a controlar las riendas de esta fuerza política, iba a poner fin no solo al cargo de dirigente, sino también a una larga y leal militancia en el tricolor.
En un primer momento –hace cuatro meses– parecía “una salida suicida” la posibilidad de dejar el PRI, pues Camarillo no tenía ninguna opción de participación política, tras haber tenido un activismo en el Partido Revolucionario Institucional de 21 años ininterrumpidos, desde que a los 17 años ocupó el cargo de secretario de Organización del Frente Juvenil Revolucionario.
Si algo caracterizó al político priista es que en el último lustro fue una de las escasas voces críticas en contra de la 4T, razón por la cual actualmente tiene cerradas las puertas en Morena y se ha alejado del PAN, pese a la alianza que –en dos ocasiones– el tricolor tuvo con el partido de la derecha.
A mediados de mayo de este año, surgió de manera espontánea una propuesta que le dio el suficiente arrojo para continuar construyendo el proyecto de abandonar las filas del PRI, situación que concretó este lunes, para sorpresa de propios y extraños, pues de un tajo renunció a la presidencia del tricolor y canceló su afiliación al otrora partido oficial.
Resulta que el pasado 13 de mayo, en su calidad de presidente de la Comisión de Fomento Económico y Emprendimiento del Senado de la República participó en la 31ª Reunión de Comisiones Parlamentarias Mixtas entre legisladores de México y de la Unión Europea. El encuentro fue en Bruselas, Bélgica, en donde se encuentra la sede del Parlamento Europeo. Ahí surgió una importante motivación para dejar el PRI.
Entre los integrantes del Senado de la República que acudieron a ese encuentro iba Clemente Castañeda Hoeflich, quien es el coordinador parlamentario del grupo de cinco senadores de Movimiento Ciudadano.
A lo largo de ese viaje, lo que empezó como una simple broma de Castañeda hacia Camarillo de decirle que en Movimiento Ciudadano sí iban a premiar su lealtad, si decidía pasarse al partido naranja.
En la medida que fueron conversando en los vuelos de ida y regreso, así como durante la estadía en Europa, poco a poco se fue convirtiendo en una propuesta formal la de Castañeda Hoeflich de abrirle al priista un espacio de participación en Movimiento Ciudadano, que es una agrupación fundada por el ex gobernador veracruzano y exmilitante del PRI, Dante Delgado Rannauro.
En algún momento, Néstor Camarillo, quien fue alcalde de Quecholac, le espetó una respuesta contundente a Clemente Castañeda, quien ya ha sido dos veces líder parlamentario en el Senado, que palabras más, palabras menos, fue algo así:
“Sí me paso a tu partido, pero si me das la dirigencia estatal de Movimiento Ciudadano”.
Para sorpresa del todavía dirigente priista, el líder del llamado Movimiento Naranja le respondió que por eso no había problema, al no haber una dirigencia fuerte de Movimiento Ciudadano en Puebla, sin entrar en mayores detalles.
Tiene coherencia la supuesta respuesta que le brindó Castañeda a Camarillo, pues aunque oficialmente la cabeza de Movimiento Ciudadano en Puebla es la diputada local Fedrha Suriano Corrales, “es un secreto a gritos” que el partido sigue bajo el control de Fernando Morales Martínez, hijo del exgobernador Melquiades Morales, quien encabezó esta fuerza política durante siete años y en 2024 fue candidato a la gubernatura.
De hecho, ha trascendido que en mayo pasado, la legisladora Suriano Corrales estuvo a punto de renunciar a la dirigencia del partido, cuando brotó el escándalo de la caída de los hermanos González Vieyra, que controlaban las alcaldías de Ciudad Serdán, Tlachichuca y San Nicolás Buenos Aires, cargos a los que llegaron tras ser postulados en 2024 por Movimiento Ciudadano. Los tres ediles están en la cárcel bajo los cargos de delincuencia organizada.
Tras la sorpresiva dimisión de Camarillo –de este lunes– no se sabe cuál va a ser su próximo derrotero político.
Se ignora si acabará en las filas de Movimiento Ciudadano o del PVEM, que es partido que se dedica a reclutar a los priistas que no pueden entrar “por la puerta grande” a la 4T.
Lo único que queda claro es que la propuesta que en mayo pasado le hizo Clemente Castañeda le esclareció el panorama a Camarillo para entender que podía negociar con la oposición el encontrar una nueva tribuna de participación.
Se sabe que tiene la intención de no abandonar su posición crítica hacia Morena y sus gobiernos.
Que va a trabajar para buscar ser candidato a alcalde de Puebla en 2027.
Y que su meta más importante es ser aspirante a la gubernatura de Puebla dentro de cinco años.
Tiene claro que su mayor capital, por ahora, es que muchos priistas lo podrían seguir. Todavía hay militantes de ese partido que no se han contagiado por la tentación de ser parte de la 4T y entienden que el PRI ya no gana elecciones.
Su salida del PRI es un indicativo de que se va a concretar la entrega del partido al binomio de Lorenzo Rivera Sosa y Lorenzo Rivera Nava, padre e hijo, respectivamente, caciques de Chignahuapan. Ambos ya fueron alcaldes de ese municipio y fueron derrotados en el proceso electoral de 2024.
Con el posible regreso de los Rivera al manejo del Comité Directivo Estatal del PRI, dicho partido entrará en un franco proceso de desaparición.