Cuando todavía no se llega al primer tercio del actual periodo de los alcaldes del estado, ya está en marcha el proceso de sucesión en la capital, con miras a la renovación de la gubernatura en 2030. Por ahora están apuntados cinco aspirantes de la 4T, uno del PRI y se visualiza a un prospecto fuerte en el PAN. ¿A qué obedece que se estén adelantando los tiempos político electorales? Tal parece que hay varios factores que obedecen más a una debilidad de la 4T que en una fortaleza, que se traduce en el riesgo de que se repita el catastrófico escenario de 2021, cuando Morena y sus aliados perdieron la mayor parte de la Zona Metropolitana de Puebla.
Por eso, desde ahora, se ha empezado a trabajar en la urgente necesidad de construir una candidatura fuerte en la capital que evite un alto nivel de riesgo para la 4T de cara a la próxima elección.
Los actuales ediles de la entidad apenas cumplirán su primer año de gestión en un par de meses y medio, por lo cual resulta sorprendente que, en algunos municipios como es la capital, ya se esté echando a andar los procesos para buscar a los sucesores de los alcaldes, pese a que falta poco más de 22 meses para la próxima renovación de los ayuntamientos.
“El avispero” se ha agitado en los últimos días, luego de que Néstor Camarillo Medina, el presidente estatal del PRI, anunciara que buscará la candidatura a la alcaldía de Puebla. Pero lo que más ha inquietado es que, el fin de semana, saltaron de las actividades institucionales al terreno de la promoción personal dos actores que forman parte del círculo político de mayor confianza del gobernador Alejandro Armenta Mier.
Laura Artemisa García Chávez, la presidenta del Congreso local, y José Luis García Parra, el coordinador del Gabinete del Gobierno del estado, encabezaron –el fin de semana– los actos masivos en que se entregaron alarmas vecinales en la ciudad de Puebla.
Fueron, sin duda alguna, actividades programadas para que empiecen a ser conocidos por la opinión pública.
Ambos personajes son quienes “mueven muchos de los hilos” de los tres poderes públicos del estado.
García Parra y García Chávez están bien posicionados en el llamado “círculo rojo”, que es el núcleo de dirigentes políticos, sociales y económicos que toman las decisiones más importantes en el estado. Esa condición les da poder político, pero no las posibilidades –por ahora– de ser candidatos a un cargo de elección popular y ,sobre todo, ganar una votación.
Ninguno de los dos ha competido por un cargo de elección popular. O han encabezado alguna actividad que les dé posibilidades de ganar simpatías ciudadanas.
Laura Artemisa García surgió como dirigente de un sindicato disidente en el magisterio poblano. Mientras que José Luis García siempre ha sido parte, desde hace dos décadas, del equipo personal de Alejandro Armenta.
Por eso se les está mandando a que se empiecen a dar “baños de pueblo” para que, en un mediano plazo, se pueda medir quién de los dos tiene más carisma, mejor desenvoltura y capacidad de ganar espacios en la opinión pública.
En un esquema donde se estaría buscando, por parte del grupo político de Alejandro Armenta, determinar si uno de los dos pudiera ser un buen candidato a alcalde, bajo la idea de que, quien gane la elección de edil de la capital en 2027, de manera natural se convertiría en un fuerte aspirante para competir en la sucesión de la gubernatura en 2030.
Alejandro Armenta Mier, desde que entró a la 4T, ha caminado con “pasos firmes” y una buena trayectoria que le permitió ganar una senaduría y la gubernatura de Puebla de manera contundente y arrasando a todos sus opositores, dentro y fuera de la 4T.
Pese a ese caminar exitoso, enfrenta un grave problema: a su lado no ha crecido ningún liderazgo importante o se ha sumado a su equipo de trabajo. Esa condición, por ahora, no permite visualizar a nadie de su grupo político que pudiera verse como la propuesta “armentista” para la sucesión de 2030.
O para enfrentar la elección intermedia en la capital en un par de años.
Es por esos que, con mucha antelación, pareciera que se estaría empezando a impulsar a José Luis García Parra y/o a Laura Artemisa García para que ocupen ese vacío.
No se sabe si serán los únicos prospectos que serán medidos en sus posibilidades de ser futuros candidatos. Lo que sí está claro es que son los personajes de mayor confianza del gobernador.
Otros dos aspirantes de la 4T para la sucesión en la capital, Nora Merino Escamilla y Antonio López, ambos diputados federales del PT, se les ve más como “un relleno” que con posibilidades reales de que aparezcan sus nombres en las boletas de la próxima contienda de la Angelópolis.
Ahora, más allá de encontrar a un “futuro sucesor”, el grupo en el poder enfrenta un problema mucho más grande: en la Zona M etropolitana de Puebla se ve con mucha desazón el desempeño de la mayoría de los alcaldes de la 4T.
Algunos ya enfrentan un desencanto de la población que votó por ellos, por la pobreza de sus administraciones y/o por los conflictos sociales que no saben resolver.
Otros, caminan a un paso tan lento que no se percibe cuál es el proyecto de gobierno para los tres años que dura su gestión. Aunado a que no están atendiendo la demanda urgente de la población: que es hacer funcionar bien los servicios públicos.
Ese es el motivo por el cual el alcalde de la capital, José Chedraui Budib, no ha querido definir si buscaría la reelección.
En otro escenario, a estas alturas, él tendría que ser el principal aspirante para la sucesión de 2027.
La mejor alcaldesa de la Zona Metropolitana de Puebla es, sin duda, Ariadna Ayala, la edil de Atlixco, pero ella ya no puede reelegirse en 2027, luego de encabezar dos gobiernos consecutivos que han sido estables y con buena imagen.
Por esa razón hay la necesidad del “armentismo” de empezar a construir una candidatura fuerte, sobre todo si Chedraui decide no repetir como aspirante.
Si la 4T no logra encontrar un buen abanderado, corre el riesgo de que se sufra el escenario catastrófico de 2021, en que la 4T fue arrasada por la oposición en el área metropolitana de la capital, en mucho, por los malos gobiernos de Morena que había en ese entonces.
Por ahora, el PAN tiene a un aspirante fuerte en la figura de Mario Riestra Piña, el líder estatal de Acción Nacional, el perdedor de los comicios de 2024 en la ciudad de Puebla y quien, en un par de años, si decide contender, podría ser quien capitalice el desconcierto que provocan los ediles morenistas que no están funcionando.