Melquiades Morales Flores lo intentó con Carlos Alberto Julián y Nácer (2002) y no pudo: se impuso Luis Paredes Moctezuma.
Mario Marín Torres pujó, en ocasiones consecutivas, por alguno de sus compadres –Mario Montero Serrano a la cabeza–, pero Blanca Alcalá Ruiz –la primera mujer en ejercer el cargo (2008)– y luego el panista Eduardo Rivera Pérez (2011) impidieron que se saliera con la suya.
(Marín, por cierto, antes [2005], hizo todo para impedir que Enrique Doger Guerrero –su acérrimo enemigo– fuera candidato y luego edil; de hecho, tiempo después, lo confesó públicamente y con un cinismo propio de las ocho columnas. También fracasó en el intento).
Miguel Barbosa Huerta maniobró en su momento (2021) para Gabriel Biestro Medinilla y ni siquiera pudo hacerlo candidato: la morenista Claudia Rivera Vivanco se convirtió en la segunda mujer en presidir Palacio Municipal.
Los anteriores son solo algunos ejemplos de gobernadores que quisieron, pero no pudieron imponer, como era su deseo, presidente o presidenta de Puebla capital.
En contraste, Rafael Moreno Valle Rosas (por la vía de Antonio Gali Fayad en 2014 y posteriormente a través del sustituto de este, Luis Banck Serrato, en 2016) y Sergio Salomón Céspedes Peregrina (mediante su gran amigo José Chedraui Budib, en 2024) lograron empujar y hacer alcaldes a sus propias piezas. Alfiles, torres o caballos de ese gran ajedrez llamado el juego del poder, que no acaba de terminar cuando no tarda en recomenzar.
Actualmente, se barajan no pocos nombres de hombres y mujeres rumbo al proceso electoral 2027. Un proceso que ya no queda lejos y que, conforme a los códigos de la política escrita –y la no escrita–, ya corresponde al gobernador en funciones: Alejandro Armenta Mier.
En público y en privado, con más o menos torpeza, se habla de los siguientes personajes que o aspiran –y el que aspira, respira– o que podrían ser las “cartas” del mandatario:
José Luis García Parra (coordinador de Gabinete, el número dos en el organigrama estatal), Laura Artemisa García Chávez (presidenta del Congreso local), Gabriela Sánchez Saavedra (secretaria de Deporte y Juventud), Israel Pacheco Velázquez (coordinador del Programa Estatal de Mantenimiento Permanente de Secretaría de Infraestructura) y hasta –sorprendentemente, ¡hágame usted favor!– Idamis Pastor Betancourt (fiscal general del estado).
Propios y extraños afirman que de este grupo –al que quizá podrían sumarse Víctor Gabriel Chedraui (secretario de Desarrollo Económico y Trabajo) y Silvia Tanús Osorio (secretaria de Movilidad y Transporte)– saldría el candidato o la candidata a la alcaldía de Puebla; no necesariamente el próximo o la próxima huésped de Palacio Municipal, pues si nos remitimos a la historia, hay imprevistos que lo cambian TODO, sobre todo cuando del deseo se pasa a la obsesión.
Imprevistos que tienen que ver con factores internos y externos, tanto estatales como nacionales, y sobre todo con el pobre conocimiento –por no mencionar la intención de voto– que la mayoría de ellos y ellas registra a la fecha.
De forma paralela, juegan otros jugadores que aspiran a convertirse en actores: uno, por supuesto, es el actual alcalde, José Chedraui, quien sin duda está pensando en la reelección, con todo lo que ello implica, tanto lo bueno como lo malo. Este mismo martes, durante su gira por Puebla capital, la gris dirigente de Morena, Luisa María Alcalde Luján, dejó en claro que no tiene impedimentos. Y es que la prohibición para la reelección de ediles no aplica para 2027. “Es legítimo (…) Se vale levantar la mano”, dijo.
¿Su gran, enorme reto? Convertirse en el candidato de 01, por encima de los García Parra, las García Chávez, las Sánchez Saavedra, los Pacheco Velázquez y… el resto del elenco armentista.
Hay otros y otras que quieren, aunque siempre han demostrado que sencillamente no tienen lo que se necesita para lograrlo: revísese el patético caso de Rodrigo Abdala Dartigues, el delegado de Bienestar en el estado, deficiente como político y como persona, limitado en lo simple y en lo complicado, un sujeto que ha tenido TODO al alcance de la mano y TODO lo ha tirado a la alcantarilla más próxima. “Lo que natura non da, Salamanca non presta”, dice el refrán, que aplica perfectamente para el sobrino político incómodo de Manuel Bartlett Díaz.
La exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco y la directora de la Lotería Nacional, Olivia Salomón Vibaldo, están apuntadas, por supuesto, sobre todo si llegado el momento cumbre, la hora de las definiciones, las favorece el género –aunque quién sabe si la encuesta, ese gran oráculo de los nuevos Dioses– y el impulso, sobre todo en el caso de la segunda, de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, su jefa.
¿Y por los partidos aliados de Morena?
Por el PVEM juega –o lo van a poner a jugar– el junior José Antonio Gali López, insufrible e ignoto diputado federal y con una cola más larga que el Periférico Ecológico. Aunque a la mona la pinten de verde, mona se queda…
En el caso del Verde, como el del PT, por el que dicen que quieren –aunque no pueden– Nora Merino Escamilla y José Antonio López Ruiz (ambos diputados), el objetivo será encarecer las negociaciones, como lo dicta el manual, el sello de la casa, que –como en Las Vegas y en las cantinas que se respeten– nunca pierde…
Hay otras rémoras por ahí que, cómicos de la legua, andan diciendo que ya se vieron: uno, el inútil David Aysa de Salazar (secretario de Movilidad e Infraestructura) y otro, Carlos Gómez Tepoz (secretario de Bienestar y Participación Ciudadana del Ayuntamiento capitalino), con notable y deficitario saldo como servidores públicos. Sobre todo el caso de Aysa, un burócrata municipal de medio pelo que no fue capaz de prevenir lo sucedido el pasado domingo en La Margarita, donde un ciudadano justificadamente fúrico escaló ante funcionarios estatales el reclamo de todos los poblanos y todas las poblanas por la crisis de los baches.
Aysa y Gómez no son sino bromas de pésimo gusto… Igual que los potenciales candidatos y candidatas de la “oposición”, panistas y priistas que solo producen risa y vergüenza ajena, sobre todo los distinguidos integrantes del Clan Riestra y Néstor Camarillo Medina, el trágico cómico sepulturero de lo que queda del PRI.
En resumen: visto lo visto, el meollo del asunto para todos y todas quienes desesperadamente buscan el 2027, es que quieran y puedan, más que puedan que quieran, pero sobre todo que el gobernador Alejandro Armenta Mier quiera –y pueda– que él o ella sea el candidato o la candidata y, sobre todo, el próximo presidente o la próxima presidenta municipal de Puebla.
Porque, como la historia enseña, no siempre es posible salirse con la suya.