En el Centro de Conciliación Laboral del Estado, está presente un litigio en el que se pone de manifiesto la falta de congruencia, de respeto a la legalidad y de bondad del Arzobispado de Puebla, que preside el prelado Víctor Sánchez Espinosa. Hace unos meses fue despedida de manera injustificada la contadora general de la Fundación de Beneficencia Privada Cáritas de Puebla (FBPC), quien luego de 12 años de estar en ese cargo sufrió una campaña de hostigamiento al detectar una serie de abusos con los recursos económicos que utiliza esta sociedad y que se obtienen mediante donativos de particulares.
La contadora Guadalupe Sánchez Briseño fue despedida de Cáritas el 15 de enero de este año y a lo largo de los últimos seis meses, la fundación, con todo cinismo e impunidad, le ha negado el pago de liquidación correspondiente a más de una década de trabajo, argumentando que ella dejó de asistir a sus labores, pese a que se tienen documentos firmados y testigos de como entregó formalmente la administración a un despacho contable por órdenes de Jesús Rodríguez Calva, quien funge como director general de FBPC.
Un asunto que ha provocado un fuerte malestar entre los más de 70 trabajadores de Cáritas, que han vivido en el último año una serie de excentricidades, abusos y dispendios de recursos en este lugar que da atención de asilo, ayuda médica y alimentaria a la población desposeída.
El autor de este desorden –señalan varias voces internas de Cáritas– es Jesús Rodríguez Calva, de quien se sabe que es un sacerdote retirado y que es muy cercano al arzobispo Víctor Sánchez Espinosa.
Desde siempre, la preocupación central en Cáritas es la falta de recursos económicos, pues el dinero con el que opera se obtiene, en su mayor parte, de aportaciones voluntarias de particulares, destacando la Fundación Tamariz Oropeza, los clubes Rotarios, empresas del ramo farmacéutico y de agencias automotrices, entre otros donadores, que combinan actos bondad con mecanismos de deducción de impuestos.
Por esa razón, una dinámica permanente con que funciona la FBCP es trabajar con austeridad para evitar gastos onerosos o innecesarios.
Jesús Rodríguez Calva llegó al puesto de director en septiembre de 2024 y empezó a ir a contracorriente, pues impuso una política de gastos en la FBCP que rompe con el esquema de austeridad, para caer en excentricidades de las que nadie entiende su finalidad, como, por ejemplo, haber contratado a una periodista radiofónica para que sea la vocera de Cáritas, cuando muchas veces no hay dinero suficiente para algunos tratamientos médicos.
O episodios como el siguiente: un día hubo una visita importante al asilo y a todas las personas de la tercera edad que ahí están internadas se les formó, se les dejó sin desayunar a su hora acostumbrada, los mandaron a bañarlos y ponerles ropa nueva, además de portar una rosa en la mano, para estar bajo el sol por más de una hora esperando a cierto personaje. Todo eso para que “no olieran mal”. Lo que más molestó es que se gastara dinero para ese acto, en lugar de cubrir necesidades apremiantes de la FBCP.
La mayor anomalía es que el nuevo director colocó a varias personas allegadas a él en diferentes puestos de Cáritas y en menos de cinco meses, les subió el salario en un par de ocasiones. Contrastando con mucha gente que ahí labora desde hace varios años y no han recibido los mismos beneficios económicos.
También se dio la situación de personas que entraron como voluntarios a Cáritas –tal fue el caso de Jazmín Aguirre, que estuvo ahí unos meses– y se les acabó otorgando pagos de liquidación laboral, cuando no estaban contratadas y, por tanto, la fundación no tenía ninguna obligación legal de darles un finiquito.
Una de las primeras decisiones que tomó el director –cuentan algunos trabajadores– es que ordenó la contratación de una secretaria privada, a quien le acabó delegando todas las funciones que le correspondía cubrir. Y meses más tarde, hizo lo mismo con un encargado del área de recursos humanos.
El choque del director con la contadora general Guadalupe Sánchez Briseño se detonó por dos razones:
La primera es que, a finales de 2024, la contadora le comunicó que no había fondos para contratar más personal. En años anteriores, le hizo la observación, se había prescindido del servicio de secretarias y ayudantes como una manera de evitar que los magros recursos económicos de la fundación se agotaran en asuntos que son ajenos a la atención de la población que acude a Cáritas buscando una ayuda social.
La segunda es que Jesús Rodríguez Calva le encargó a Guadalupe Sánchez que elaborara los informes que la dirección de Cáritas rinde periódicamente al patronato de la fundación, que actualmente es presidida por el empresario José Refugio Gómez Alonso, pero sin dar detalles sobre el aumento que había en gastos de nómina. Situación a la que no se prestó la contadora general.
Frente a esta posición, se desató una campaña de hostigamiento contra Guadalupe Sánchez. Por esa razón, le quitaron la función de hacerse cargo del área de Recursos Humanos, que le había sido asignada desde la crisis de COVID-19, periodo en que Cáritas se quedó sin donativos y redujo drásticamente su personal.
Al iniciar el año, hubo una reunión de trabajo en la cual Jesús Rodríguez Calva le dijo a la contadora, con 12 años de experiencia, que era necesario que se bajara el salario. Ella le respondió que eso era imposible porque lo prohíbe la Ley Federal del Trabajo y porque, además, desempeñaba un papel prioritario, que era elaborar las nóminas, pagar impuestos, cubrir contratos a proveedores, administrar los ingresos económicos, es decir, los donativos, y hacer la facturación de la FBPC.
Días más tarde, le dijo que “ya no había dinero para pagarle su salario”, contrastando con la excesiva contratación de nuevo personal y el aumento de salarios para los trabadores de recién ingreso.
La funcionaria –dicen conocedores del tema– le habría respondido que si ya no había dinero para pagarle su salario, entonces se le liquidara conforme a la ley. El director le pidió: “enséñame tus números”.
Cuando Sánchez Briseño le entregó el cálculo de su liquidación, de manera burlona, le dijo que con esa cantidad se podía “pagar todo” en Cáritas.
El 15 de enero pasado, con testigos y documentos firmados, Guadalupe Sánchez entregó la administración de Cáritas. La dirección de la fundación le pidió que acudiera al Centro de Conciliación Laboral para ahí acordar la liquidación.
Ante la autoridad laboral, la FBPC argumentó que la contadora abandonó su trabajo, pese a que se tienen testimonios de todo lo contrario.
Es decir, Cáritas actúa como cualquier patrón abusivo. De esos que supuestamente fustiga la Arquidiócesis de Puebla.