Aunque parezca un pronóstico muy anticipado, todo indica que se está hilvanando una tercera derrota electoral consecutiva de Eduardo Rivera Pérez y su corriente interna del PAN, lo que muestra la pérdida absoluta del liderazgo que había venido construyendo el político albiazul –entre los años 2010 y 2024– dentro de la derecha poblana. Desde ahora, se avizora que el exalcalde de la capital y exaspirante a la gubernatura quedará relegado en la decisión de quién debe ser el próximo dirigente panista de la capital.
La renovación del Comité Municipal del PAN en la capital se estima que se producirá entre noviembre y diciembre de este año. Sin embargo, el mes de julio se estableció como la fecha límite –no desde el punto de vista formal– para que emergieran los candidatos a la presidencia del partido.
Hasta ahora, solo hay dos aspirantes: el exregidor Manuel Herrera Rojas y la ex diputada local Guadalupe Leal Rodríguez. Ellos llevan varios meses haciendo proselitismo entre las bases del PAN y son dos fuertes antagonistas.
Eso no quiere decir que no puedan surgir nuevos candidatos en las siguientes semanas y meses, pues formalmente no ha iniciado el proceso electoral del PAN.
El problema es que ya no hay tiempo para que un aspirante –sin trabajo previo– pueda sumar a su causa a grupos y militantes panistas en los individual, lo cual es una tarea compleja que requiere de una amplia capacidad de negociación y de un trabajo de muchos meses.
Manuel Herrera Rojas, conocido popularmente como Manolo, tiene más seis meses recorriendo el municipio de Puebla. Aunque fue parte del Cabildo que presidió Eduardo Rivera Pérez como alcalde de la capital, ahora el exregidor está jugando en el tablero del ajedrez panista como parte de las piezas del presidente estatal del PAN, Mario Riestra Piña.
Guadalupe Leal Rodríguez, a quien le gusta que le digan Lupita Leal, ha buscado en los últimos años mostrarse como una panista disidente que cuestiona los acuerdos cupulares de los dirigentes del PAN, a los que ha acusado de repartirse las candidaturas a cargos de elección popular en función de “cuotas de poder”, relegando a muchos militantes que si tienen la suficiente popularidad y el trabajo político necesario para ganar votos.
Frente a estos dos perfiles, Eduardo Rivera no tiene, por ahora, cabida en ninguno de los dos proyectos.
Y no es que haya decidido estar al margen de la contienda interna del albiazul, sino la realidad es que no pudo empujar a una figura relevante para que se convirtiera en un candidato fuerte a la presidencia del partido en la capital, que es el segundo cargo más importante en la estructura del PAN en la entidad poblana.
En el presente, los intereses y proyectos de Eduardo Rivera y Mario Riestra Piña van en sendas muy diferentes. Razón por la cual el exalcalde no tiene cabida en el proyecto de Manuel Herrera.
Se dice que la ruta que podría seguir Rivera es apoyar, directa o indirectamente, a Guadalupe Leal, lo que no suena nada bien.
Nadie duda que a Lupita Leal le vendría muy bien sumar los apoyos de la estructura política de Eduardo Rivera, pues desde ahora se advierte que quien ha venido acumulando una mayor fuerza política es Herrera Rojas.
El problema es que no se trata solo de sumar las estructuras de Rivera y Leal, sino la mayor dificultad para que se pueda dar una alianza entre ambos personajes es que se resuelva el tema de la congruencia.
Lupita Leal viene con un camino andado de ser una acre crítica de Eduardo Rivera. Solo hay que observar los siguientes dos episodios:
A principios de 2024, Lupita Leal Rodríguez acusó a la entonces presidenta estatal del PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera, de haberla excluido de la candidatura para intentar reelegirse como diputada local. Por ende, denunció que el partido solamente favorecía a una corriente: la de Eduardo Rivera y sus amigos.
A finales de 2024, Lupita Leal regresó a la carga y acusó a Rivera de buscar ser un “dirigente monárquico” del PAN, tras cuestionar el intento del grupo del exalcalde de quedarse con el control de la presidencia estatal del partido de la derecha. Que, por cierto, acabó siendo un fracaso el proyecto de Eduardo Rivera de poner a Felipe Velázquez al frente del Comité Directivo Estatal del albiazul.
Por tanto, se advierte que no funcionaría “meter con calzador” a los grupos de Rivera y Leal a un mismo proyecto, cuando en el pasado más reciente eran antagonistas.
Tal panorama plantea el siguiente escenario crítico para Rivera:
Si no logra incrustarse con éxito con algunos de los dos aspirantes a la presidencia del PAN de la capital, se le va a cuestionar –dentro del partido– de que ya perdió la fuerza y capacidad para competir en una elección interna del albiazul.
Y si apoya a Lupita Leal y pierden, se va a convertir en el líder panista con más derrotas consecutivas.
Una situación difícil para el exalcalde que, en junio de 2024, perdió la elección constitucional de gobernador al haber sido arrasado por la 4T por más de 850 mil votos, que representó una derrota por 26 puntos de diferencia frente al aspirante ganador, Alejandro Armenta Mier.
Por si fuera poco, en diciembre del año pasado, su candidato Felipe Velázquez Gutiérrez fue vapuleado Mario Riestra Piña en la disputa por la presidencia del PAN estatal.
Y ahora Eduardo Rivera corre el riesgo de vivir “otro diciembre negro”.