Si alguien pensaba que el PRI poblano ya no podía caer más bajo, se equivocó totalmente. El tricolor podría entrar en una crisis todavía más profunda, demoledora, si se concreta el proyecto de que la familia Rivera Sosa –de Chignahuapan– pudiera tomar el control, otra vez, del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Revolucionario Institucional.
En el otrora partido oficial se acerca el fin del mandato de Néstor Camarillo Medina como presidente del CDE, cargo al que llegó a finales de 2021. En el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI aún no se decide si la renovación de la dirigencia en Puebla se realizará a finales de este año o en la primera mitad de 2026.
Néstor Camarillo, quien actualmente es senador de la República, aún no decide si buscará la reelección que, de acuerdo con las últimas reformas estatutarias del tricolor, tiene derecho a esa opción que le permitiría llegar al proceso electoral intermedio de 2027, en el que se renovarán diputados locales y federales, junto con los alcaldes de la entidad poblana.
Hay dos actores que ya empezaron a “levantar la mano” ante el CEN priista para ser tomados en cuenta como aspirantes a la presidencia estatal del PRI, en caso de que Camarillo decida no repetir.
Una de ellas es Delfina Pozos Vergara, quien actualmente es la única diputada local del PRI y es secretaria general del CDE priista.
Por un asunto de paridad de género y por ser la única priista que tiene un cargo relevante, luego de Néstor Camarillo, podría ser vista como la aspirante natural para dirigir a este instituto político. Situación que se refuerza por su carácter crítico en el Congreso del estado.
El problema que enfrenta Delfina Pozos es que sobre de ella hay un veto del presidente del CEN tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido como “Alito”.
El controvertido líder del tricolor y exgobernador de Campeche en varias ocasiones ha expresado, en reuniones del CEN tricolor, que la diputada Pozos de ninguna manera podrá encabezar al partido en los siguientes años.
No se sabe a qué se debe esa fuerte animadversión de “Alito” hacia la legisladora Pozos Vergara.
Pero en la actualidad el PRI vive bajo la autocracia de Alejandro Moreno y, por ende, quien no es de sus simpatías, no avanza a ningún puesto importante en esa fuerza política.
Otro actor que ya está muy movido, “tocando las puertas” de Alejandro Moreno y de la 4T en Puebla, es Lorenzo Rivera Sosa, quien ya fue presidente estatal del PRI y ahora quiere regresar.
Ya sea para que él se convierta en el próximo titular del CDE o el puesto lo ocupe su hijo Lorenzo Rivera Nava, quien ya fue líder de las juventudes priistas.
Se dice que Lorenzo Rivera Sosa, utilizando algunos contactos en el CEN, ya se acercó hasta “Alito” para expresarle su deseo de ser el sucesor de Néstor Camarillo, bajo la idea de que él podría ser “un puente de comunicación y negociación” entre el PRI y el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta Mier.
Y por otro lado, se sabe que Rivera Sosa estaría afanosamente buscando una audiencia con el titular del Poder Ejecutivo de Puebla para pedirle su ayuda para llegar a la jefatura del tricolor, bajo la idea de que: él podría ser “un puente” con Alejandro Moreno Cárdenas.
Hasta el momento se ignora si ha logrado ser tomado en cuenta en la 4T poblana, en donde al parecer no hay mucho interés de tener incidencia en el PRI, un partido que ha perdido la mayor parte de su potencial electoral.
Donde sí se registró con interés su petición es en la cúpula nacional del instituto tricolor.
Tal situación ya ha generado un fuerte malestar entre quienes son parte del CDE del PRI en Puebla, quienes han advertido que si los Rivera regresan al partido, se van de esta fuerza política.
Si ya el Revolucionario Institucional es un partido que luce vacío, desalado, desinflado, podría acrecentar su crisis interna hasta la inanición si es que en la Ciudad de México se les da “luz verde” a los Rivera.
No es una exageración. Solo hay que revisar los últimos datos:
La cifra más alta de votos del PRI poblano se alcanzó en la elección de 2010, pese a que el tricolor perdió la gubernatura, pero obtuvo una cifra de 883 mil 285 sufragios.
Mientras que la caída más dramática de la votación priista se tuvo en 2024, pues el tricolor alcanzó 242 mil 125 sufragios. Es decir, dos terceras partes de los electores del partido se han esfumado.
Algunos de los responsables directos de esta vertiginosa caída tienen nombre y apellidos: José Luis Márquez Martínez, Lorenzo Rivera Sosa y Lorenzo Rivera Nava, entre otros.
El PRI había conservado dos bastiones que podían haber sido su salvación en el proceso electoral del año pasado, que eran los distritos de Zacatlán y Chignahuapan, en la Sierra Norte de Puebla.
En el primer caso, se vivió la traición de José Luis Márquez, que se pasó del PRI a la 4T para que su esposa –Beatriz Sánchez Galindo– se convirtiera en su sucesora al frente de la alcaldía de Zacatlán.
Y en Chignahuapan operó la “enferma obsesión por el poder” de los Rivera, que creen que esa región del estado es suya y solo ellos pueden ser candidatos.
Lorenzo Rivera Sosa, quien tiene 62 años, ya fue alcalde y diputado de Chignahuapan. Su hijo, Lorenzo Rivera Sosa, de 36 años, también ya fue legislador y presidente municipal de la misma demarcación.
Padre e hijo no solamente han compartido la similitud de pasar por los mismos cargos públicos. Sino que ambos fueron, en su momento, calificados como muy malos presidentes municipales que solo se dedicaron a cuidar sus intereses económicos familiares.
Es importante anotar que los Rivera controlan los aprovechamientos forestales de la región y la actividad turística de la zona.
Previo al proceso electoral de 2024, las encuestas indicaban que el PRI era una marca todavía bien posicionada en Chignahuapan, pero no así los Rivera, pues estaba terminando el mandato como alcalde de Lorenzo Rivera hijo y su gobierno fue un desastre.
Usando sus influencias en el CEN priista, Lorenzo Rivera Sosa se postuló como candidato a alcalde de Chignahuapan, para intentar suceder a su hijo.
A su vez, Lorenzo Rivera Nava fue nombrado candidato a diputado local.
¿Cuál fue el resultado? Que el grueso de los priistas se fue a apoyar al Partido Fuerza por México, que postuló al polémico Juan Lira, como candidato a alcalde, como un claro repudio a los Rivera, que llevaron al PRI al tercer lugar de la contienda.
Con ese desastroso resultado, ahora los Rivera se sienten que van a “salvar” al PRI.
Ni cabe duda de que si dejan pasar a los Rivera en el tricolor poblano, el lema del partido debería ser: “lo peor está por venir”.