Marcada por el acarreo, el uso de “acordeones” –una especie de guía para inducir descaradamente el voto– y la millonaria operación de Morena para llevar a sus fieles a las urnas y conseguir que sufraguen como se les indique, la elección del Poder Judicial Federal concentra un solo misterio: el nivel de participación, el cual se calcula en no más del 20% del padrón.
Se trata de un proceso con los dados cargados, lleno de irregularidades y despropósitos, en el que solo creen los adictos a la 4T.
Como bien lo han expresado observadores y analistas: la “elección” de ministros, magistrados y jueces encierra, de origen, un contrasentido.
Y es que el Poder Judicial no puede ni debe “elegirse”.
Los ministros, magistrados y jueces no tienen la función de representar las demandas de la población, como sucede con un presidente de la República, un gobernador o un alcalde.
Los ministros, magistrados y jueces no tienen –no deben tener– otra tarea que la de impartir justicia con base en las leyes, no en criterios políticos, y garantizar los derechos de los ciudadanos.
La elección nace de un capricho y un deseo de venganza de su principal impulsor: el expresidente Andrés Manuel López Obrador, cuya asistencia a votar, paradójicamente, está en duda, pues su ubicación física sigue siendo, desde que dejó Palacio Nacional –que no el poder–, El Gran Misterio de la Cuarta Transformación.
En su último reporte sobre la jornada del próximo domingo, la consultoría Integralia ofrece un panorama general de lo que podemos esperar de unos comicios que ni mueven ni conmueven, a pesar de su importancia para la vida democrática del país.
Y es que de ellos surgirá un auténtico monstruo: un Poder Judicial totalmente al servicio del grupo en el poder, en el que los criterios políticos estarán siempre por encima de la Constitución.
Aquí un resumen:
* Aunque hay un sentimiento positivo sobre la elección judicial, persiste desinterés en las campañas.
* La mayoría se expresa positivamente de la elección. No obstante, el interés mediático y ciudadano ha sido bajo.
* Se estima que las campañas digitales tendrán muy bajo impacto en el número de votos que obtengan las y los candidatos.
* En última instancia, la votación será más bien consecuencia de la movilización electoral.
* Subió el conocimiento de la fecha de la elección, pero hay muy bajo conocimiento de las candidaturas.
* En los últimos meses aumentó el conocimiento de la fecha de la elección (54% en mayo vs 34% en abril, El Financiero).
* No obstante, la premura con la que se implementó la elección, la falta de eventos públicos masivos y personas que en su mayoría no aparecían en la agenda pública, provocaron que la mayoría de las candidaturas sean desconocidas entre el electorado.
* Excesivos cargos y candidaturas por votante.
* Tomando como ejemplo la Ciudad de México, en promedio, cada votante deberá elegir 51 cargos de entre 293 candidaturas. La complejidad de elegir entre un número tan alto de candidaturas en las boletas podría traducirse en un amplio porcentaje de votos nulos, que se sumará a un muy probable elevado abstencionismo.
* Será la elección con mayor proporción de voto movilizado e inducido.
* La baja participación que se anticipa, la complejidad de las boletas y el gran número de cargos, es el entorno propicio para que la mayoría de los votantes acuda por presión o compra y con “acordeón” para escribir los números dictados por partidos y gobiernos. Esto rompe con uno de los principios de las elecciones democráticas: el voto libre.
* Cargos sin competencia. Como resultado de los lineamientos de paridad de género, los ajustes al marco geográfico y un bajo interés para contender, a nivel federal, al menos hay 51 cargos con candidaturas únicas.
* A nivel local, destaca el caso de Durango, en el que las 49 candidaturas para los 49 cargos disponibles fueron definidas y avaladas por los tres poderes locales.
* Alta complejidad y tardanza en el conteo de votos. En esta elección cada boleta contendrá varios votos y, aunque se estima una muy baja participación, el INE deberá contar más sufragios que en 2024 con menos recursos y sin el apoyo de los funcionarios de casilla.
* Los cómputos se realizarán en las oficinas distritales del INE y durarán 10 días.
* Los temores:
1) Inducción y compra del voto.
2) Número inusual de solicitudes para registro de observadores electorales.
3) Falta de cancelación de boletas electorales sobrantes por parte de funcionarios de casilla.
4) Conteo de votos fuera del ojo ciudadano.
En resumen: ¡que Dios nos agarre confesados!