Las otras víctimas, se les dice. Así lo puso Forbes alguna vez en un artículo cuando se refirió a los hijos e hijas que quedan huérfanos cuando sucede un feminicidio, pero también de las madres, que vuelven a ser madres para cuidar de sus nietos. Es la situación de muchas, entre ellas de Cecilia Pérez, la mamá de Cecilia Monzón.
A Ceci la asesinaron un 21 de mayo de hace tres años ya. Era sábado e iba manejando sola su camioneta cuando dos hombres en una motocicleta la alcanzaron. El homicidio lo fraguó, según las investigaciones, el papá de su hijo, Javier López Zavala.
El excandidato del PRI al Gobierno de Puebla llevaba años rehuyendo al pago de la manutención y escondiendo propiedades para evadir su responsabilidad económica con el menor.
Desde el crimen, ha sido Helena, la hermana de Ceci, la cara pública en la exigencia de justicia en este caso. Hoy, su madre, ha otorgado una entrevista al periódico El País, en la que por primera vez externa públicamente su dolor y sufrimiento ante la falta de justicia.
“Han sido tres años horribles, luchando con la esperanza de la justicia que no llega”, dijo al diario español. Ellas viven allá, por eso ha sido aún más tortuoso el seguimiento del juicio.
Habla todo el tiempo de su dolor, este sentimiento que la invade desde aquel terrible feminicidio: “Lo fácil hubiera sido irme con las cenizas de mi hija, pero decidimos luchar”, dice, y no hay manera que a quien lo lee no se le haga un nudo en la garganta.
“México es un país de hijos tristes y madres tristes”, dice Almudena Barragán, la escritora de este artículo, quien junta varias estadísticas, poco alentadoras, sobre la resolución de los feminicidios en nuestro país.
En estos momentos se llevan a cabo en Puebla las audiencias para la sentencia de Zavala, como autor intelectual y sus dos cómplices, como autores materiales. La familia de Monzón busca una sentencia de 20 años por violencia familiar, delito que denunció la víctima antes de morir, y otros 60 por el feminicidio.
¿Suficiente? Su madre dice que no, porque nada puede resarcir el sufrimiento.
Sobre el pequeño no habla, la familia cuida mucho, como lo hacía Cecilia cuando estaba viva, su identidad. Pero no podemos dejar de recordar que por él salió la Ley Monzón, que retira la patria potestad a los feminicidas. Hoy es ley en 11 estados.
Leer: Cecilia Pérez, madre de Cecilia Monzón
Mientras, desalmados, los culpables a través de sus defensas siguen dilatando la sentencia. Que, si cambian de abogados, que si desconocen una prueba, que si no se presentan, desalmados aplazan una decisión y, con ello, el dolor de la familia, su tiempo para cerrar y seguir adelante.
Hoy se cumplen tres años, aun sin justicia.
El caso del niño Israel
El caso del niño Isaías, quien desapareció luego de irse al mercado Independencia a vender gelatinas, y fue hallado en Veracruz, es un ejemplo claro sobre por qué hay que tener mucho cuidado cuando hablamos sobre aquellas y aquellos que “se van por su cuenta”.
Isaías, de solo 14 años, se fue de su casa, sí, pero por una razón que, todo indica, tiene que ver con violencia y explotación laboral.
En Ambas Manos denunciamos el caso. Cuando el pequeño despareció alumnos y maestros de la Secundaria Técnica 74, a donde él asistía, y de la primaria Adolfo López Mateos, a donde iban sus hermanas nos contactaron.
Los pequeños eran víctimas de maltratos por parte de su padre, quien guardaba las apariencias armando manifestaciones en las que pedía que encontraran a su hijo.
Este 21 de mayo su papá, José Manuel Flores, fue detenido por violencia familiar. La Fiscalía General del Estado solo informó sobre la detención y estamos a la espera de que den más datos.
Con ello se cierra la premisa que se plantea en muchas de las “desapariciones por voluntad”: los casos de violencia que hay detrás de ellas.
¡Que se haga justicia!