Hace unos días hubo un asalto y secuestro de dos adultos oriundos de Zacatlán, quienes fueron interceptados por un par de grupos fuertemente armados y privados de la libertad en la autopista Tlaxco-Tejocotal, una de las carreteras más peligrosas de México. Lo ocurrido ya es parte de lo que frecuentemente se ve en esa vía de comunicación, en donde se ha vuelto costumbre la falta de vigilancia. El único elemento distinto que hubo en este nuevo episodio de violencia criminal es que el atraco se cometió a las ocho de la mañana, a plena luz del día.
Tal situación no es algo menor, significa que las bandas criminales siguen escalando en las maneras y los estilos de asaltar, ya que no tienen miedo de cometer los atracos a la vista de todo mundo, lo cual refleja que controlan las situaciones en que se ven involucradas y saben que ninguna fuerza de seguridad pública, del ámbito local o federal, van a hacer algo en su contra.
En marzo de 2022, ocurrió uno de hechos de mayor impacto en la opinión pública, que fue el asesinato de dos mujeres, una llamada Grecia, de 33 años, y otra Luna, de 26 años, quienes salieron de Tlaxco, Tlaxcala, y se dirigían a Chignahuapan, cuando una facción criminal las obligó a detenerse y las mataron a tiros para hurtarles sus pertenencias.
Las dos víctimas eran del municipio de San Martín Texmelucan y, al parecer, estaban circulando en la autopista Tlaxco-Tejocotal en calidad de visitantes de los llamados Pueblos Mágicos de la Sierra Norte de Puebla.
Dicho asalto ocurrió a las 7 de la mañana, que es una hora con mucho tránsito en esa vialidad.
Fue tal el impacto de ese acontecimiento, que las bandas criminales, que se sabe se ocultan en Apizaco, Tlaxcala, dejaron de operar durante las horas de la mañana y hasta después del mediodía. Concentraron su actividad en las tardes, cuando empieza a oscurecer, y obviamente en la noche.
Pero ahora, con lo sucedido en el asalto que se mencionó al inicio de esta columna, se exhibe que los grupos criminales están actuando a cualquier hora del día.
Según lo que se sabe de dicho atraco, es que dos personas originarias de Zacatlán que viajaban en una camioneta fueron interceptadas en el tramo que va de Tlaxco a Chignahuapan. Los obligaron a detenerse un par de grupos armados que llevaban fusiles de asalto R-15 y que luego de revisar a las victimas, decidieron llevárselas en calidad de secuestradas.
La intención de los delincuentes, al parecer, era conducir a los dos hombres plagiados a una “casa de seguridad” en Tlaxco, de donde exigirían un rescate a los familiares.
Un conductor que pasaba por la zona se percató de lo ocurrido y llamó al teléfono de emergencia.
De inmediato hubo la movilización de un agrupamiento de la Marina y de la Policía Estatal de Tlaxcala.
Los maleantes supieron detectar que se acercaban las fuerzas de seguridad pública y se internaron en una brecha que va hacia Zacatlán.
Ahí, para no ser perseguidos, abandonaron dos camionetas con los secuestrados, quienes finalmente fueron salvados por la Marina.
Por las prisas, los grupos criminales olvidaron un rifle R-15, con varios cargadores llenos, así como dos o tres aparatos inhibidores de las señales de radio y telefonía celular. Ello pone en evidencia que son bandas bien organizadas, equipadas y al parecer con entrenamiento policial o militar.
La carretera Tlaxco-Tejocotal es de suma importancia, ya que sirve para unir a la Zona Metropolitana de Puebla con los municipios de Zacatlán, Chignahuapan, Huauchinango y Xicotepec de Juárez, así como con los territorios de Hidalgo, Tlaxcala y Veracruz.
Ya se sabe que el tramo más peligroso de esa vía es el que va del kilómetro 32 al 38, con dirección de Puebla hacia la Sierra Norte. Es una zona inclinada y llena de brechas, que favorece el actuar de las bandas criminales.
En dicha carretera han asesinado a empresarios y comerciantes. Han secuestrado a un alcalde de Zacatlán. Le robaron sus quincenas a un numeroso grupo de maestros. Y como esas, hay docenas de historias de actos criminales y de una absoluta impunidad con la que actúan las organizaciones criminales.
Ha pasado todo eso y, de manera inexplicable, o mejor dicho de forma absurda y cínica, la empresa concesionaria de esa carretera, Pinfra, no hace nada mejorar la seguridad.
Tampoco se percibe una acción contundente de las fuerzas castrenses, de la Guardia Nacional y las corporaciones policiacas de Puebla y Tlaxcala.
Este asalto de la vía Tlaxco-Tejocotal, junto el reciente robo y secuestro exprés al equipo técnico de Los Ángeles Azueles sobre la autopista México-Puebla, no son robos aislados, sino es una exhibición del enorme poder que tienen los grupos criminales.
Mientras los gobiernos se empeñan en querer demostrar con estadísticas que la seguridad pública de Puebla y del país ha mejorado, la realidad que enfrentan cotidianamente los ciudadanos es que ya es más peligroso circular por una carretera poblana que aventarse al mar abierto sin saber nadar.