Contrario a lo que algunos pregonan, el consumo de radio en México y en Puebla va en caída libre al igual que ocurre con la televisión abierta, aunque ese será otro tema para abordar en próximas entregas.
La radio, que vivió una época de oro durante los años cuarentas y cincuentas en nuestro país, siendo el medio de comunicación por excelencia, hoy vive una crisis brutal en materia de audiencias y ventas, por lo que aunque no va a desaparecer, sí va a la baja.
En México, a inicios de siglo, había una radio en el 95% de los hogares de este país, pero para el 2020, ya solo había una radio en tres de cada diez hogares de este país y, por supuesto, Puebla no es la excepción.
Esto se debe en gran medida a la irrupción de las redes sociales que han desplazado de manera paulatina a los medios electrónicos tradicionales, sobre todo entre los niños y jóvenes.
Mi generación, los nacidos en los años setentas del siglo pasado y quizá todavía los nacidos en los ochentas, somos de los pocos que aún escuchamos radio y en su mayoría si lo hacemos es para informarnos, porque para escuchar música ya está Spotify o YouTube, en su defecto.
Los niños y jóvenes casi no ven tele abierta, sobre todo en los niveles de clase A y B, clases altas y clases medias, ven redes sociales, principalmente Instagram y especialmente TikTok, esta última también es su principal herramienta de información, para bien o para mal.
Es decir, tanto la tele como la radio, pero principalmente esta última se ha transformado en un medio marginal, con penetración entre los grupos de población de más bajos ingresos y con el menor poder adquisitivo, lo que afecta gravemente las finanzas de quienes son los propietarios de las concesiones.
La radio se convirtió ya y eso lo digo también por mí, en un medio de “viejos”, de grupos de edad de adultos mayores, quienes aún escuchamos con nostalgia y añoramos los tiempos pasados de programas como “A toda máquina” o “La Hora del Lobo”.
El desplome de la radio como medio de comunicación masiva se ve reflejado en el predominio informativo de redes sociales como X y Facebook, en donde es más rápido y oportuno informar en tiempo real, antes incluso que la misma radio, que tenía como su principal característica y preponderancia la instantaneidad.
Y volvemos a lo mismo, la radio se ha convertido en un medio de comunicación para el público de menor ingreso económico, lo que también dificulta las ventas para las empresas.
El mejor ejemplo es una empresa radiofónica local, recientemente adquirida por un grupo periodístico poblano, la cual no facturaba en ventas absolutamente nada o casi nada, también en parte por su poca potencia y que vivía exclusivamente de los convenios con los gobiernos y entes de la vida pública de Puebla.
Muchas empresas ya prefieren pautar sus mensajes y también los políticos a través de redes sociales, porque con mil pesos en Facebook, Instagram, X o TikTok, puedes llegar a más de 100 mil personas y no solo en Puebla, sino en todo el mundo dependiendo de tus necesidades.
Bueno, hasta los políticos prefieren pautar y disfrazar ya sus campañas en redes sociales, como lo ha evidenciado el mejor periodista de investigación que existe en Puebla, que no es otro que Ernesto Aroche, director de Lado B, quien ha evidenciado que con 50 mil pesos te puedes volver todo un rock star en plataformas como Badabun.
En resumen, por eso cada día es más común que el empresario radiofónico ya no viva exclusivamente de su estación, como solía ocurrir en otros años, ahora además de tener una concesión, maneja una constructora, tiene inmuebles en renta, tiene una empresa de alumbrado público, tiene hoteles y restaurantes o están metidos en la política, porque su medio es solo eso, un medio para, a través de él, tener otros ingresos, ante una radio en decadencia, la cual cada día es menos escuchada, aunque todavía es un muy lucrativo negocio y aún es fuente de poder ante los gobiernos.