Hace unos días hubo un choque público entre activistas de Greenpeace y el Ayuntamiento de Tehuacán, por el incumplimiento del gobierno local de llevar a cabo la remediación del relleno sanitario de este municipio que ha provocado una crisis de contaminación. Sin embargo, atrás de ese incidente hubo algo más grave, que fue el trato discriminatorio que el alcalde Alejandro Barroso Chávez ejerció contra pobladores de la comunidad de Santa María Coapan por el hecho de ser indígenas nahuas.
Santa María Coapan es una comunidad que ha cobrado mucha notoriedad por ser una localidad en donde la mayoría de la población, sobre todo las mujeres, se dedican al proceso productivo del maíz. Por esa razón esa pequeña junta auxiliar se ha vuelto famosa por la tradicional Carrera de la Tortilla, la cual es un evento que se hace una vez al año en el que mujeres de todas las edades, con sus vestimentas indígenas y cargando varios kilos de tortillas, compiten a ver quien llega primero a la meta.
Como siempre ocurre en el lado oscuro del turismo, las autoridades estatales de Puebla y del municipio de Tehuacán –en turno– acuden a la carrera, la promueven, la celebran y utilizan el material gráfico del evento para hablar de la preservación de las tradiciones de la entidad; además pronuncian discursos sobre la igualdad de género y se pone de relieve que de ese poblado salen a diario cientos de féminas a vender tortillas en mercados, tianguis y casa por casa.
Pero ya lejos de los reflectores, de la celebración de la carrera en cuestión, esas mismas autoridades se olvidan de Santa María Coapan e incluso se vuelven agresivos contra las mujeres de ese poblado. Como cuando se hacen operativos contra las vendedoras de tortillas que salen a la vía pública a buscar la supervivencia diaria.
Una muestra inobjetable de esa doble moral oficial es que en Santa María Coapan está el viejo relleno sanitario de Tehuacán. Un confinamiento de desechos que, aunque ya está clausurado por la presión que ejercieron los pobladores, sigue ahí presentes más de 3 mil 500 millones de toneladas de basura acumulada que contamina todo alrededor, incluida una parte de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán.
Para el tema de la basura, a los miembros del Poder Ejecutivo y del Ayuntamiento de Tehuacán se les olvida todos los “apoyos”, “los respaldos”, “los acompañamientos” que ofrecen el día de la Carrera de la Tortilla.
Precisamente por esa indolencia, pobladores de Santa María Coapan acudieron a Greenpeace para denunciar que, desde hace dos años, no se cumple con lo ordenado por la Procuraduría Federal de Protección del Medio Ambiente de que debe haber un proceso de remediación del relleno sanitario, mismo que es un peligro latente por la acumulación de materiales tóxicos y de gases que ya han provocado explosiones en la zona.
Eso llevó a que el martes pasado, un grupo de activistas de Greenpeace y pobladores de Coapan, desde muy temprano, salieran a protestar en el zócalo de Tehuacán con la consigna: “Ayuntamiento evasor, haz la remediación”.
Como siempre ocurre, un par de funcionarios del Ayuntamiento –que por cierto ambos se llaman Ernesto– llegaron a exigir a los manifestantes que se retiraran, haciendo gala con su conducta de que ignoran el derecho constitucional de la libertad de expresión.
A las tres horas de que inició la movilización, se apareció el presidente municipal Alejandro Barroso Chávez, quien les mandó a decir que estaba dispuesto a atender a una comisión de los manifestantes para dialogar e informar sobre la situación del relleno sanitario.
Parecía que la protesta rendía frutos positivos. Se abría un posible canal de comunicación directa con el alcalde que lleva seis meses en el cargo.
Eso no fue así. Cuando los representantes de Greenpeace y de la comunidad de Santa María Coapan estaban ingresando a las oficinas de Barroso, les pusieron el primer inconveniente: no podían entrar con teléfonos celulares o cualquier otro aparato electrónico. Eso empezó a tensar el ambiente.
Y minutos más tarde vino una segunda condicionante: el alcalde solo iba a dialogar con los activistas de Greenpeace, pero no con los pobladores de Santa María Coapan, a los que funcionarios del Ayuntamiento tildaron de “gente necia”, que “no entiende nada”.
Finalmente, hubo un breve, pero muy breve, encuentro entre Barroso y los representantes de Greenpeace que se retiraron al escuchar a un alcalde que insultaba y actuaba agresivamente. Según relataron los ambientalistas.
Quedó claro que por eso no querían el ingreso de aparatos, para que nadie captara esa actitud hostil del edil.
Y sobre todo, el trato discriminatorio a los indígenas de Santa María Coapan que, en la visión de Barroso, no son dignos de ser atendidos por el presidente municipal que supuestamente los gobierna.
Fiel a su estilo, Barroso buscó zanjar el desencuentro con información artificial, al asegurar que sí se había reunido con Greenpeace para atender el problema del relleno sanitario.
Más tarde, ofreció una rueda de prensa para acusar a Pedro Tepole Hernández, el edil que le antecedió en el cargo, de no haber remediado el relleno sanitario.
Ese es el estilo de Barroso: agredir a los que no piensan como él y no entender que la próxima semana cumple siete meses en el cargo, que ya le toca resolver los problemas de Tehuacán y no solo estarlos evadiendo.