Una batalla electoral de una candidata mujer contra José Luis García Parra o José Chedraui Budib es la previsión que ahora mismo construyen en el PAN de cara a la contienda intermedia de 2027 en el municipio de Puebla. Y frente a ese eventual escenario el partido blanquiazul incluye cuatro perfiles propios: Genoveva Huerta Villegas, Liliana Ortiz Pérez, Carolina Beauregard Martínez y Mónica Rodríguez Della Vecchia. En ese orden.
Es muy pronto para hacer futurismo político de esa naturaleza, podrá usted decir. La realidad es que no. Ya han transcurrido 10 meses desde la elección constitucional pasada y restan 26 para la que viene, pero antes de la jornada electoral de 2027 habrá que definir candidatos y candidatas, lo que suele ocurrir con no pocos meses de anticipación.
Por eso, y porque no tienen otro objetivo más importante para el cual trabajar, es que los panistas que sobrevivieron a la catástrofe de 2024 y que tratan de recomponer el partido después de ella han comenzado a hacer una preselección de personajes –hombres y mujeres– que les permitan participar en la contienda electoral que viene con auténticas posibilidades de triunfo.
El municipio de Puebla ocupa hoy la principal de las tareas en los planes preelectorales del PAN. Además de poseer el ayuntamiento más importante de los 217 del estado, esta demarcación territorial cuenta con cuatro distritos electorales federales y siete locales.
La idea de competir para recuperar ese ayuntamiento ha despertado entusiasmo entre los panistas, quienes incluso en medio de la oleada morenista consideran que la labor errática del alcalde Chedraui Budib en la primera parte de su gobierno ha abierto la puerta para asumir con seriedad la posibilidad de vencer al partido en el poder. Gracias, afirman desde hoy, al presumible malestar de los habitantes de la ciudad con el ayuntamiento en funciones.
Motivados por las circunstancias y por su obligación de emprender estrategias para tratar de retomar posiciones de poder dentro de dos años, los panistas han comenzado a construir una narrativa interna que asegura que en el 2027 el partido postulará una candidata mujer, que peleará, así lo creen, contra García Parra, eventual candidato del gobernador Alejandro Armenta Mier, o el mismo Chedraui Budib, en caso de que venza los obstáculos que tiene por delante para conseguir el visto bueno de Morena e ir por la reelección.
La relevancia del trascendido radica en la identidad de las mujeres panistas que se perfilan para competir primero por la candidatura del PAN.
En primer lugar y como favorita del actual grupo en el poder –con Mario Riestra Piña a la cabeza– está Genoveva Huerta, la diputada federal que quedó como secretaria general del partido tras el reciente proceso de renovación.
Si el camino para definir candidata a presidenta municipal de Puebla transcurriese sin dificultades para las intenciones de la nueva dirigencia estatal, Huerta iría directo a la postulación.
Basta revisar las redes sociales para ver la exposición mediática que ya tiene, incluso mayor que la del propio presidente del partido.
Detrás de ella vienen Liliana Ortiz, también diputada federal, así como Carolina Beauregard y Mónica Rodríguez.
Ortiz es rival declarada de Riestra y compañía y representa los intereses del grupo de Eduardo Rivera Pérez, su esposo. Mientras el exalcalde siga vigente dentro del partido ella disputará la posición hasta el último día posible. Por eso es que allá adentro no la van a descartar.
Beauregard y Rodríguez son aliadas de la nueva dirigencia, pero han sido enlistadas como opciones B y C para entrar en acción solo en el supuesto de que Genoveva Huerta reciba el veto de la mayoría de los “pesos pesados” del panismo, a quienes, sí o sí, habrá que consultar.
P.D.
Tanto en el PAN como en el resto de la clase política existe la percepción generalizada de que el jefe de gabinete estatal va que vuela para convertirse en candidato a alcalde. Incluso el edil, que constitucionalmente está autorizado para aspirar a la reelección, ha dicho, en corto, que si el gobernador le pide que se haga a un lado para que pase su colaborador, él lo hará sin objeción. Todo a fin de cuentas responde al futurismo habitual de cada comienzo de un nuevo ciclo político.