Desde que fue nombrada por el Congreso local, se advirtió que Rosa Isela Sánchez Soya no tenía la experiencia ni el proyecto para hacerse cargo de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDH). La manera en que la ombudsperson ha resuelto dichas carencias es depositar el control del organismo en dos personas, lo cual no tendría nada de malo, sino fuera porque ambos personajes, de manera directa o indirecta, están vinculados al grupo del senador Ignacio Mier Velazco, quien es una figura nada querida por la corriente política de la 4T que detenta el poder político en el estado.
Eso no quiere decir que Rosa Isela Rodríguez sea parte de la facción del legislador federal Ignacio Mier. Lo que ocurrió es que, ante su falta de autoridad en la conducción de la CDH, se tuvo que respaldar en una serie de figuras que están dentro del ámbito de intereses de Nacho Mier, quien a finales de 2023 perdió la carrera por la candidatura de la 4T al gobierno de la entidad poblana.
Tal situación ha empezado a detonar, poco a poco, una crisis interna de la CDH, por dos razones:
Primera: porque aquellos miembros de la comisión que no son parte de la estructura vinculada a Mier han empezado a sufrir desplantes y agresiones verbales de la presidenta de la CDH. Son trabajadores que están siendo objeto de una constante vigilancia y presión, hasta cuando van al sanitario. Es decir, son hostigados laboralmente, tendientes a buscar que salgan del organismo.
Segunda: solo hay dos personas que no son víctimas de esos maltratos. Ellos son Marco Antonio Moreno Rosado, quien es el secretario Técnico Ejecutivo de la comisión; junto con Yesica Calderón García, quien hasta diciembre pasado fue la tercera visitadora de la CDH y ahora, desde un cargo en el ayuntamiento de la capital, sigue ejerciendo una fuerte influencia en la ombudsperson.
Ejemplos de lo anterior son los siguientes: a principios de año se nombró a Laura Adriana Sabino Pérez, como titular de la Tercera Visitaduría de la comisión, que se encarga de atención de los temas de víctimas de delitos y de violencia contra las mujeres. Desde que llegó, ha sido objeto de una serie de presiones tendientes a hacerla querer renunciar.
Lo que llama la atención es que esta mujer llegó recomendada desde el grupo político del gobernador Alejandro Armenta Mier y pareciera, que esa condición, la hace objeto de una campaña de hostigamiento.
Otro ejemplo: lo que debía ser un asunto que se resolviera en el ámbito privado, se ha convertido del dominio público, que son los fuertes regaños –que incluye agresiones verbales—en contra de Jorge Arroyo Martínez, el director de Seguimiento de Recomendaciones, Conciliación y Asuntos Jurídicos. Parecería que buscan agotarlo para que deje vacante su cargo.
Ese ambiente de hostigamiento laboral que ha empezado a propagar Rosa Isela Rodríguez se vio recientemente reflejado en un acto atípico y fuera de lugar, que fue el informe de “Los primeros 100 días” de la ombudsperson. Un balance que realizan los gobiernos, pero que nunca se había visto que lo hiciera una defensora de derechos humanos.
Lo cierto es que el día de ese evento, muchos lugares quedaron vacíos porque a varios invitados no les interesaron acudir al informe de la presidenta de la CDH. Y también, porque miembros de la propia comisión evitaron estar presentes como una manera de expresar su malestar por lo malos tratos que reciben y por considerar que dicha actividad era únicamente para el lucimiento de Rosa Isela Sánchez Soya.
Esta situación manda un primer mensaje crítico: en la Comisión Estatal de Derecho Humanos no se respetan los derechos humanos de todo el personal.
El “brazo” de Ignacio Mier
Rosa Isela Sánchez Soya al ser designada, en noviembre pasado, como presidenta de la CDH, se apoyó en dos personas para poder controlar la comisión, un organismo que le era totalmente ajeno.
La primera persona que, se convirtió en su brazo derecho, fue Yesica Calderón García, para sorpresa de propios y extraños. Ella era de la Tercera Visitadora de la CDH.
Resulta que Calderón García fue la principal operadora del anterior presidente de la CDH, Félix Cerezo Vélez.
Eso no tendría nada de malo, si no fuera por la desastrosa gestión de Cerezo Vélez y de la propia Yesica Calderón.
Por ejemplo, en el último año de gestión de la mancuerna de Félix Cerezo y de Calderón García, del total de recomendaciones que emitió la CDH, el 87 por ciento fueron rechazadas e ignoradas por gobiernos y entidades públicas a las que fueron enviadas. Lo cual llevó a que la comisión tuviera una nula incidencia en la defensa de los derechos humanos.
La segunda persona que es el soporte de la ombudsperson es Marco Antonio Moreno Rosado, quien en diciembre pasado asumió la Secretaría Técnica Ejecutiva. Él se hace cargo del manejo del presupuesto, del control administrativos, de las relaciones laborales y en general, es quien más influye en Rosa Isela Rodríguez.
En la reciente designación de los miembros del Consejo Consultivo de la CDH, que debería ser un órgano autónomo, tres de cinco integrantes son allegados a Moreno Rosado, como una manera de garantizar que serán acríticos con los abusos que ocurran en la comisión.
Frente a esta situación surge una pregunta básica: ¿Dónde está presente la corriente de Ignacio Mier?
El origen es el siguiente: cuando inició el proceso de selección del nuevo presidente de la CDH, Marco Antonio Moreno se inscribió como aspirante y recibió el apoyo conjunto de dos políticos de la 4T que han hecho diferentes alianzas: Ignacio Mier Velazco y Claudia Rivera Vivanco, la exedil de la capital.
¿Quién dirigió el proceso de selección del ombudsperson? Lo encabezó el diputado local Roberto Zataráin Leal, quien tiene una relación personal con Claudia Rivera.
Zataráin aceptó “recibir línea” para que Rosa Isela Rodríguez fuera nombrada presidenta de la CDH, a cambio de que la nueva ombudsperson nombrara a Marco Antonio Moreno como secretario Técnico Ejecutivo de la comisión.
En el caso de Yesica Calderón García pasó algo muy peculiar: cuando Sánchez Soya llegó a la CDH se les pidió la renuncia a todos los que colaboraron con el anterior ombudsperson, Félix Cerezo. La única que no presentó si dimisión fue Calderón García, quien se mantuvo como Tercera Visitadora.
Durante las primeras semanas de la gestión de Sánchez Soya, la visitadora Calderón García se dedicó a recorrer cada área de la CDH para dar órdenes de que se podía y que no se podía hacer. Una actitud que extralimitaba sus funciones y que era solapada por la presidenta de la comisión.
Se dice que en diciembre le habrían llamado la atención a Sánchez Soya, pues tenía que haber renunciado ya todo el personal de confianza del equipo de Félix Cerezo. Por eso, pocas horas antes de concluir 2024, finalmente se dio la dimisión de Yesica Calderón.
Al poco tiempo, Yesica Calderón fue nombrada directora de Derechos Humanos de la Sindicatura del ayuntamiento de Puebla.
Su cargo dejó de ser jefatura y se convirtió en dirección, bajo control de la Sindicatura del gobierno de la capital. Es decir, se le ofreció mejores condiciones que a otros servidores públicos.
Se dice que atrás del nombramiento de Yesica Calderón habría estado la gestión de Rosa Isela Sánchez Soya y de Marco Antonio Moreno.
¿Quién es la síndico municipal? Es la ex diputada del PT, Mónica Silva, quien es esposa de Héctor Sánchez, el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia y quien fue –o sigue siendo– parte del grupo de Ignacio Mier.
¿Eso es casualidad o coincidencia? Alguien diría, en política no hay coincidencias, hay intereses de por medio.
Ahí no termina todo: se dice que Yesica Calderón utiliza su cargo municipal para seguir incidiendo, a distancia, en el manejo de las visitadurías de la CDH.