El sorpresivo abandono de Jonathan Ávalos Meléndez del cargo de magistrado del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) beneficia, sin duda alguna, a Fredy Erazo Juárez, quien de manera acelerada está tomando el control del Poder Judicial poblano. La salida del togado abre un espacio que seguramente será ocupado por alguien que contribuya al proceso de Erazo Juárez de convertirse en el próximo presidente del Consejo de la Judicatura, tal como se tiene planeado que ocurra a más tardar en marzo próximo.
La solicitud de licencia para dejar de ser magistrado por parte de Ávalos Meléndez, bajo el argumento de que fue invitado a ser parte del equipo del ex gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina en el Instituto Nacional de Migración (INM), resulta ser una versión poco convincente.
En primer lugar, porque es un sueño de miles de litigantes y estudiantes de Derecho un día ser parte del privilegiado puñado de abogados que dirigen el Poder Judicial.
Una segunda consideración que hace difícil de creer que esa sea la causa real de su separación del TSJ, es que apenas habían transcurrido siete meses de haber sido designado parte de la cúpula del Tribunal Superior de Justicia y su cargo contaba con una duración de 15 años. Son pocos los políticos que tienen garantizada una vigencia de tres lustros, en una responsabilidad de un poder público.
Y un tercer elemento para no dar crédito al argumento que esgrimió el magistrado Ávalos Meléndez es que no hay punto de comparación entre un cargo burocrático del INM y ser quien lleve las riendas del Poder Judicial de Puebla.
Se ha dado el caso de magistrados que, aunque sus facultades se han visto disminuidas por la edad o problemas de salud, se niegan a dejar sus posiciones en el TSJ. Alguna vez se dio la experiencia de un togado que atendía acostado en un sillón de su oficina pues un problema oncológico ya no le permitía estar de pie o sentado.
Entre quienes conocen los entretelones del Poder Judicial especulan que las posibles causas reales de la salida de Ávalos Meléndez, podría ser por las siguientes causas:
Que se percató que no tenía cabida en el TSJ poblano en donde ahora habrá un dominio de aquellos miembros que se identifiquen con el grupo en el poder, es decir con la corriente del gobernador Alejandro Armenta Mier, que tiene en Fredy Erazo a la figura que le ayudará a tomar el control del aparato de impartición de justicia.
O sintió que su paso por el TSJ no sería de largo plazo, toda vez que en el año 2027 debe entrar en vigor –en el ámbito local– la reforma judicial, que llevará a que todos los magistrados deben ser ratificados –si es que se postulan como candidatos— mediante el voto popular. Y desde ahora se habría dado cuenta que no tiene temple para entrar a una contienda de esa naturaleza.
Fuera de estas dos explicaciones, no se antoja que haya otro posible argumento de peso.