Morena tomó el peor rumbo que podía seguir con la renovación de su dirigencia, no solamente porque repite en el cargo de presidenta Olga Lucia Romero Garci-Crespo, que carece de todo liderazgo, sino porque salieron del Comité Ejecutivo Estatal cuadros valiosos y experimentados con que contaba esta fuerza política, llegando personajes bisoños, sin identidad política y en algunos casos hasta con un pasado obscuro.
Si resulta cuestionable que Olga Lucia Romero Garci-Crespo repita en la presidencia, luego de haber estado anteriormente dos años y tres meses, es más grave que a la secretaría general del partido llegue Guadalupe Siyancan Peregrina Díaz, quien en su papel de presidenta municipal de San Miguel Xoxtla –en el trienio de 2021 a 2024—provocó un fuerte conflicto social por intentar entregar a Concesiones Integrales tres pozos de la demarcación, sin consultar a la población.
Ello sin contar que, durante su gestión, el crimen organizado entró con mucha fuerza al municipio, lo cual provocó que en menos de un año se registraran dos hechos en que policías fueron acribillados. Hace un mes dos agentes fueron asesinados cuando hacían un rondín y lo que llamó la atención es que los uniformados iban desarmados, lo cual exhibe el deplorable estado en que funciona el ayuntamiento de San Miguel Xoxtla, ubicado a 10 minutos de la capital.
Guadalupe Siyancan Peregrina Díaz durante su gestión denunció que quienes estaban atrás del conflicto del agua eran grupos que lucraban ilegalmente con el líquido. Sin embargo, en varias ocasiones se evidenció que la edil no dialogaba con los inconformes y optaba por querer solucionar los problemas con el amedrentamiento de la policía.
Esa intolerancia la vivió La Jornada de Oriente cuando supuestamente la entonces edil presentó una demanda por violencia política de género contra el periódico argumentando que, narrar el conflicto social del agua, era denigrarla como mujer.
Dicho comportamiento, el electorado se lo cobró en las urnas el pasado 2 de junio, cuando no pudo reelegirse al ser derrotada por Guadalupe Ortiz Pérez, la candidata del PVEM, que le ganó a la aspirante de Morena por una diferencia de unos 100 votos.
Por eso resulta inentendible que a Guadalupe Siyancan Peregrina Díaz se le de el segundo cargo más importante de Morena, luego de que fue una mala presidenta municipal y la población de San Miguel Xoxtla no le dio la oportunidad de reelegirse.
Con esos antecedentes surge una pregunta básica: ¿La nueva secretaria general de Morena tendrá la autoridad política para llamarle la atención a presidentes municipales que se aparten de los principios de la 4T?
Aunque el mayor cuestionamiento es que quitaron de la secretaría general de Morena a Agustín Guerrero quien, sin duda, era el cuadro más valioso que tuvo el anterior Comité Ejecutivo Estatal, por tratarse de un político experimentado, que fue cercano a Andrés Manuel López Obrador en el periodo en que este último fue presidente nacional del PRD y jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Guerrero era el único dirigente de Morena que tenía una visión de partido totalmente apegada y congruente con los principios ideológicos de la 4T.
Todavía resulta más incongruente que la Secretaría de Formación Política del nuevo Comité Ejecutivo quedó en manos de Wendolyn Aguilar Sandoval, una mujer cuya formación profesional, tanto a nivel de licenciatura y de posgrado, se ha dado en la UPAEP, en la universidad que forma a los líderes y cuadros de la derecha poblana.
O que la secretaría de Organización Política de Morena se le hayan otorgado a Arturo Graciel López Vélez, quien fue alcalde de San José Chiapa, que es el pequeño municipio en que se asienta la planta de Audi.
En los dos periodos en que fue edil se destacó porque nunca pudo someter a Audi a pagar sus obligaciones con el ayuntamiento de San José Chiapa.
Nada demerita su papel de alcalde, pero hay una pregunta básica: ¿El nuevo dirigente tiene la capacidad de organizar a todo un partido a nivel estatal? Sobre todo, cuando se avecina un intenso proceso de re-afiliación de la militancia de Morena.
Olga Lucia Romero Garci-Crespo en los dos años anteriores fue una dirigente ausente. Nunca influyó en los procesos de opinión pública del estado, por su temor de que la prensa le cuestione conflictos legales de orden personal. Tampoco se destacó por acercarse a la militancia. El grueso de los Comités Municipales del partido se ha quejado por haber tenido una dirigencia alejada de sus problemas y necesidades.
Tampoco ha sido una dirigente plenamente identificada con la 4T. Al revés, fue la autora de abrirle la puerta del partido de manera indiscriminada a muchos políticos priistas y panistas.
No cabe duda de que el nuevo Comité Ejecutivo Estatal de Morena en Puebla va a quedar relegado del dinamismo jovial, renovado y vigoroso que Luisa María Alcalde Luján y Andrés Manuel López Beltrán le están dando al Partido de Regeneración Nacional, en su calidad de presidenta y secretario de Organización de la dirección morenista, respectivamente.
Ambos han definido que la ruta de Morena es recuperar su cercanía con las bases sociales y dejar de ser un centro de burocracia partidista.
Alguien les tiene que avisar, a Alcalde y López Beltrán, que en Puebla, el partido camina en dirección inversa al proyecto que los dirigentes nacionales han trazado.