¿Y si los nuevos dueños del poder político en Puebla recurren a la figura del “consejero honorario” para librar a Pavel Gaspar Ramírez del candado que le ha impuesto la convocatoria para renovar integrantes del Comité Ejecutivo Estatal de Morena?
En ese partido hay antecedentes que lo hacen parecer viable, siempre y cuando el diputado local por el distrito de Acatlán de Osorio permanezca en el ánimo de ya sabe usted quién para convertirse en el relevo de Olga Romero Garci Crespo, muy a pesar de los obstáculos.
El legislador hizo ayer un apunte importante.
Por la mañana dijo saber que la convocatoria para renovar los cargos de dirigencia en ese instituto político reduciría la posibilidad de participar en calidad de candidatos solo a los integrantes del Consejo Estatal.
Él no es consejero.
Por eso advirtió que, si el documento se lo permitía, iba a registrarse.
Pero si no, pues no.
Gaspar Ramírez sabía de lo que hablaba y por eso anticipaba la aparición de un conflicto que tendría que sortear para seguir con sus planes.
Seguramente ya había leído los estatutos del partido y se había encontrado con el contenido del artículo 31, que es claro en ese tema.
Aunque no es explícito en exclusiones, este ordenamiento partidista asienta que “serán integrantes del Comité Ejecutivo Estatal las y los consejeros” que obtengan la mayor votación para cada uno de los cargos para los que sean postulados.
Eso significa que quienes pretendan competir por las posiciones del órgano de dirigencia partidista tienen que ser, por fuerza, consejeros.
Unas cuantas horas después, por la tarde, se confirmó la previsión del legislador local, basada, como ya se asentó, en los estatutos.
El Comité Ejecutivo Nacional de Morena emitió la convocatoria para la renovación de dirigencias estatales, incluida la de Puebla, en la cual señaló que solo podrán postularse aquellos aspirantes que sean consejeras o consejeras estatales, por lo que, así a bote pronto, se descartó la participación de Gaspar Ramírez como candidato.
El punto interesante es que aun cuando este requisito parece ser un impedimento insalvable para el diputado, en realidad no lo es, a juzgar por lo que ocurrió hace apenas cinco semanas en el Congreso Nacional Extraordinario que eligió a Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán como presidenta y secretario de organización del Comité Ejecutivo Nacional.
Llegados a la sesión que estaba por celebrarse el 22 de septiembre en un recinto del sur de la Ciudad de México, Alcalde y López Beltrán se enfrentaron al mismo problema que hoy encara Pavel Gaspar.
El artículo 37 del mismo estatuto morenista obliga a elegir a los integrantes del CEN de entre los consejeros nacionales, y ni la entonces secretaria de Gobernación ni el hijo del entonces presidente lo eran.
Para resolver el inconveniente, porque había que resolverlo a como diera lugar, por órdenes de Andrés Manuel López Obrador, el presidente del Consejo Político Nacional, Alfonso Durazo Montaño, se sacó un recurso de la manga y ayudó a los personajes a cubrir el requisito.
Antes de pasar a la elección de los nuevos jerarcas, el también gobernador de Sonora propuso a los miembros del Congreso hacerlos consejeros honorarios. Y así ocurrió, por lo que después de eso no hubo traba estatutaria que frenara su ascenso.
Una mano poderosa pidió a Durazo que les obsequiara un lugar dentro del Consejo Nacional para ser elegibles.
Lo mismo podría suceder en Puebla con Pavel Gaspar y con cualquier otro aspirante que no sea consejero estatal, pero que cuente con la bendición requerida para asumir un cargo de dirigencia partidista.
Si quisieran, podrían nombrarlo “consejero honorario” antes de volverlo dirigente, en la misma asamblea del 16 de noviembre.
Ese solo es un recurso para eludir el estatuto, pero podría haber más.
Por eso hay que esperar.
Como dicen en ese partido: “El pueblo manda”.
Y si el “pueblo” –su pueblo imaginario– quiere que el diputado sea el próximo líder morenista, así será.