Irene Olea Torres es el ejemplo perfecto de todo lo que está mal con los presidentes municipales, en especial los emanados de Morena.
Es el modelo que no debe repetirse ni tolerarse durante el sexenio de Alejandro Armenta Mier.
Lo que debe ser denunciado y castigado.
Olea gobernó -es un decir- Izúcar de Matamoros con mano de hierro, con prepotencia, con soberbia y -sobre todo- con ignorancia.
Muy alejada de los preceptos -o supuestos preceptos- de la Cuarta Transformación.
Con ella no hubo primero ni segundo piso de la 4T.
Pasará a la historia como una de las peores presidentas municipales que hayan tenido los izucarenses.
Toleró -se indaga si incluso instigó- una artera agresión contra periodistas y activistas, que tiene a varios de sus ineptos y cavernícolas funcionarios en la cárcel.
Desmanteló el ayuntamiento.
Lo saqueó.
Incumplió a los ciudadanos en todos sentidos, pero sobre todo en el tema de la seguridad pública.
Y acabó su trienio de horror con un conflicto con los policías municipales, a quienes, por sus pistolas, decidió no pagar su sueldo y aguinaldo.
Para rematar, los dejó sin gasolina para las patrullas y vehículos oficiales.
Y en consecuencia, a los ciudadanos en la indefensión total.
Un verdadero desastre.
El prototipo que la oposición, si existiera, debería reprobar con el lema:
“Así, así de mal gobierna Morena”.
Cínica, evadida de la realidad, Irene Olea intentó reelegirse para otros tres años de espanto y, como respuesta, sólo recibió el repudio de todos, incluso de su partido, que la etiquetó sencillamente como impresentable e indefendible.
No es, por supuesto, la única alcaldesa -o el único alcalde- depredadora del estado de Puebla.
Son varios los casos, lamentablemente, de todos los partidos, pero el suyo es, sin exagerar, de antología.
Y es que no sólo se irá sin pagar a los policías.
También lo hará sin comprobar por lo menos 17.6 millones de pesos del presupuesto municipal.
Ese es el monto observado por la Auditoría Superior del Estado (ASE) sólo de su primer año de gestión.
Una cifra mayúscula tratándose de una localidad como Izúcar de Matamoros.
Son seis los puntos críticos señalados por la ASE, según los pliegos correspondientes.
El más alto es el 0027-22-10/01-E-PO-04, por más de 6.3 millones de pesos, por falta de comprobación en contrataciones para organizar eventos sociales, por reparaciones de vehículos y adquisiciones.
Otra de las irregularidades más elevada es la 0027-22-10/01-E-PO-04, por más de 3 millones de pesos, por no presentar “evidencia documental respecto a la identificación de la población objetivo, el propósito o destino principal y la temporalidad de su otorgamiento y de su publicación en el sitio web el formato correspondiente a los montos pagados por concepto Ayudas y Subsidios”.
El que sigue es un apretado resumen del cochinero administrativo dejado por Irene Olea:
Lo dicho: Irene Olea Torres es el ejemplo perfecto de todo lo que está mal con los presidentes municipales, en especial los emanados de Morena.
Debería ser candidata… pero candidata al Cereso.
No puede quedar impune.
Que reciba castigo, conforme a la ley, sería no sólo un acto de justicia.
También el mejor mensaje para los nuevos presidentes municipales.
Y es que les quedaría claro, clarísimo, que no hay ni habrá simpatía ni tolerancia para los depredadores, los cínicos, los abusivos…
Los practicantes del Año de Hidalgo: “Chingue a su madre el que deje algo“.
Esos, los mismos y las mismas, los oficiantes de la Ley de Herodes: “O te chingas o te jodes“.