Un nombramiento en el gabinete de Alejandro Armenta Mier, que se espera con la máxima atención y que tendrá un especial cuidado y será resultado de previsiones jurídicas, cálculos legislativos y, por supuesto, el consenso con el equipo de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, es la titularidad de Seguridad Pública Estatal.
La relevancia de la designación es suprema y define, incluso, buena parte de la relación que se tendrá con el gobierno federal y las administraciones de los estados vecinos.
El nombre de la persona que encabezará la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) requiere una estrategia muy precisa, para combatir la creciente delincuencia, por supuesto, y también para establecer una clara colaboración en el contexto del Pacto Federal.
Tanto el gobernador electo como la presidenta electa han establecido que el mando único, que está pendiente de su aprobación en los poderes legislativos local y federal, es parte de su estrategia de seguridad.
Así lo dijeron repetidamente en sus respectivas campañas.
Pero, ¿es realmente viable?
Por lo pronto, en la Ciudad de México, Alejandro Encinas, próximo titular de la Secretaría de Planeación y Ordenamiento Territorial de la jefa de Gobierno electa, Clara Brugada, anunció la creación de una Policía Metropolitana.
Operaría con un “mando único policial rotativo” para Hidalgo, Estado de México y en la capital del país.
Pero aún falta ver si funciona.
Y también, resolver legislativamente cualquier obstáculo jurídico para operarlo.
Para Puebla, ¿es viable?
¿Conviene a los municipios y a sus autoridades?
¿Es viable en lo operativo?
Hay muchos estudios que señalan que no.
Tal vez funcione para Puebla capital y la zona metropolitana.
Las condiciones urbanas y conurbadas parecieran ser el campo fértil y natural para esa estrategia.
En su campaña, el alcalde capitalino electo, José Chedraui Budib, dijo sí, varias ocasiones, al mando único -algo a lo que, en su momento, se negaron el panista Eduardo Rivera Pérez y la morenista Claudia Rivera Vivanco-.
Repito: quizá en las zonas urbanas ese modelo podría dar resultados.
Sin embargo, no en todo el estado, pues las regiones y los municipios tienen realidades distintas.
El nombramiento del titular de la SSP, por ello, adquiere la relevancia más importante del gabinete de Alejandro Armenta.
Son muchos los perfiles que se manejan, y que incluso se promueven en medios de comunicación, pero nadie sabe absolutamente nada en realidad.
¿Hombre? ¿Mujer? ¿Militar o ex militar? ¿Un civil? ¿Con o sin ligas con grupos de poder como “La Hermandad”? ¿Algún enviado de la CDMX? ¿Un ex secretario?
El nombre del futuro secretario o futura secretaria de Seguridad sigue siento todo un misterio.
Y se desconoce cuándo será revelado: ¿esta semana?, ¿en septiembre?, ¿días antes del 14 de diciembre, por razones de seguridad?
También hay otros factores de vital importancia.
La opinión que dé, sobre la propuesta, el próximo gobierno federal.
Omar García Harfuch, el próximo titular de Seguridad federal, sin duda tiene capacidad de veto.
Su aval será indispensable en Puebla, pero también en las otras entidades en que gobierna la Cuarta Transformación (4T) y hasta en las que no.
Hay quienes veían como posibilidad en SSP estatal a Jesús Morales Rodríguez, quien ya había desempeñado ese encargo en el pasado -en el gobierno de Tony Gali en concreto-, pero no: o se cayó o lo tumbaron, pues fue nombrado rector de la Universidad de la Tecnología y la Sostenibilidad.
La designación para SSP sigue siendo una incógnita.
Lo que sí es verdad es que se trata de la más relevante, porque la inseguridad es cada vez mayor.
Llevamos ya mucho tiempo viendo y sufriendo gravísimos síntomas que delatan que en el estado hay una disputa del crimen organizado por el territorio.
Y que los hechos violentos ya no son “hechos aislados”.
Se trata de la más sentida exigencia de los ciudadanos.
Lo dicen todas las encuestas.
No se puede jugar con el tema.
Y no puede haber ni improvisaciones ni equivocaciones en la designación.
¿O me equivoco?