En menos de una semana se han cometido cinco feminicidios en Puebla. Cinco mujeres murieron víctimas de la violencia machista, todas a manos de sus parejas.
El jueves 25 de julio el cuerpo de una mujer fue abandonado dentro de una casa en obra negra en Cuautlancingo. Le dispararon en la cabeza y creen que fue su novio quien la mató.
Su familia la buscaba con desesperación después de que salió de trabajar y no regresó. La habían reportado como desaparecida.
Luego, el 26 de julio, Bertha salió de noche con su esposo, Miguel. La mató, la subió a la cajuela.
Las cámaras de vigilancia revelan la aterradora escena del hombre bajando a su esposa de la cajuela, muerta. La abandonó en la sala de su casa en la Unidad Habitacional La Guadalupana y se fue.
El 28 de julio, una llamada anónima reveló a las autoridades que habían matado a una mujer y dejado su cuerpo dentro una casa en Coronango. La mujer, inerte, estaba atada de pies y manos. La estrangularon.
A Josefina la mataron y encontraron su cuerpo el 29 de julio en Tepetzintla. Sus familiares, quienes la reportaron como desaparecida, la hallaron dentro del panteón. Piensan que la mataron en otro sitio y la llevaron allá para evitar que sospecharan del responsable.
El 30 de julio, una mujer fue encontrada encobijada y encontrada en Soltepec.
Es increíble pensar que, a pesar de los avances del feminismo y la equidad de género, estos crímenes sigan ocurriendo con tal regularidad y que no provoquen escándalo social.
Por ejemplo, hace unos días cuando en Puebla se aprobó la despenalización del aborto, los grupos provida cerraron la calle, los panistas tomaron la Tribuna y las redes sociales se llenaron de odio contra quienes defendemos el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
Esos mismos grupos, diputados del PAN y el clero no han hecho un solo pronunciamiento por los feminicidios.
No hay peticiones para resolver este grave problema enquistado en la codificación de la mujer.
Y no es un problema de clases sociales, lamentablemente muchos lo hemos vivido de cerca.
Pero, ahí está, en la normalidad de los sucesos del día. Lo común es que maten mujeres.