En Venustiano Carranza se vive un ambiente de miedo y de tensión, por lo que este fin de semana la seguridad se reforzó con la Guardia Nacional. El problema de fondo no se reduce al conflicto poselectoral que se desató por el intento de fraude en los comicios del 2 de junio, sino que es algo más grave, que es el enfrentamiento de dos grupos armados que se están disputando el territorio y el control político. Todo eso pasa ante la mirada indolente de autoridades estatales y federales.
Y también tienen mucha responsabilidad las dos principales fuerzas políticas del estado: Morena y el PAN, que en su afán de ganar el poder político fingen no darse cuenta de lo que está ocurriendo en este municipio, que en la década pasada vivió una crisis de inseguridad que se traducía en constantes ejecuciones, “levantones” y balaceras. Ahora hay el riesgo de que esa etapa de terror esté de regreso.
La noche del 2 de junio, cuando se estaba en la etapa de recabar los paquetes electorales, apareció un grupo armando, usando camionetas blancas, realizando disparos cerca del Consejo Municipal Electoral. También se supo que otra banda intento repeler la agresión. Todos usando fusiles automáticos.
La violencia provocó un clima de confusión y es cuando se perdió la cadena de custodia de una parte de los paquetes electorales.
Por eso se llegó al absurdo de que, en la sede central del Instituto Estatal Electoral, se quería –el fin de semana– hacer el cómputo de los comicios presentándose una caja improvisada de cartón, forrada con cinta canela y sin los sellos oficiales del órgano electoral, que contenía una parte importante de los votos.
Era evidente que la papelería electoral fue manipula para cambiar el resultado de la contienda. Eso llevó a que se anulara las votaciones.
Venustiano Carranza con una población de poco más de 30 mil habitantes que se encuentra en el extremo norte del estado de Puebla y la mayor parte de sus límites territoriales están con Veracruz, principalmente con Poza Rica, que es por donde pasa una de las principales rutas del crimen organizado que se conecta con la zona costera de Tuxpan.
El municipio se destaca porque en su territorio su ubican unos 700 pozos petroleros del proyecto Paleocanal de Chicontepec de Pemex. Además, porque entre 2013 y 2020, esa zona se convirtió en uno de los epicentros del robo de combustible en el país, que era controlado por uno de los cárteles que operan en Michoacán.
Eduardo Rivera revivió a los Valencia
Las rivalidades políticas en Venustiano Carranza se están dando entre grupos que abandonaron al PRI y se mudaron al PAN y a Morena.
Todo inició cuando a la mitad del sexenio del entonces gobernador Mario Marín Torres obtuvieron el control del ayuntamiento de Venustiano Carranza los miembros de la familia Valencia. En 2008, bajo las siglas del PRI, el mayor de los hermanos de ese clan, Vicente Valencia Ávila, ganó la presidencia municipal.
Tres años más tarde, aunque originalmente se decían leales a Javier López Zavala, quien en 2010 fue el candidato del PRI y del marinismo al gobierno del estado, los hermanos Valencia dieron un quiebre político y se pasaron al PAN, por invitación de Rafael Moreno Valle Rosas, quien acabó derrotando al tricolor y se convirtió en 2011 en titular del Poder Ejecutivo.
A lo largo del sexenio de Rafael Moreno Valle Rosas pasaron tres hechos de suma relevancia, que fueron:
Primero: los hermanos Valencia conquistaron tres elecciones bajo el manto morenovallista. En 2010, Jorge Alejandro Valencia se volvió en el segundo hermano en ganar el ayuntamiento. En 2014, logró ese propósito el tercer miembro de la familia: Rafael Valencia. Y en 2018, Vicente Valencia se logró reelegir, luego de que había ganado su primer mandato bajo las siglas priistas y ahora aparecía como un activo del PAN.
Segundo: poco después del año 2014, el huachicol empezó a sentar sus raíces en la Sierra Norte de Puebla. Principalmente en Huauchinango y Venustiano Carranza. En el segundo de estos municipios es donde el robo de combustible detonó una ola de secuestros, ejecuciones y balaceras. Un hecho muy recordado de ese periodo es: que en medio del Carnaval de San Diego hubo un enfrentamiento que dejó tres muertos y seis lesionados de bala. Casi todos eran mujeres y menores de edad.
Tercero: la influencia de la familia Valencia –dicen en los corrillos políticos— se incrementó porque durante el morenovallismo se habrían convertido en aportantes financieros a las campañas electorales del PAN en la Sierra Norte y otras partes del estado de Puebla.
Todo ese poder se vino abajo cuando entre 2020 y 2021 el entonces gobernador morenista Luis Miguel Barbosa Huerta acusó a los Valencia de controlar el huachicol en la Sierra Norte, lo cual llevó a que Vicente Valencia, el mayor de los hermanos, no concluyera su segundo mandato como edil y se fuera de Puebla.
Cuando ya estaban borrados de la escena política de Venustiano Carranza, hace tres meses los hermanos Valencia regresaron a la disputa electoral de la mano de Eduardo Rivera Pérez, el candidato del frente PAN, PRI y PRD al gobierno de Puebla y que perdió la contienda.
Sin importa el ominoso pasado, Rivera permitió que Marco Valencia –el cuarto de los hermanos— fuera postulado como candidato a edil e incluso, fue hasta Venustiano Carranza a alzarle la mano al aspirante a edil, en medio de un multitudinario acto de apoyo.
El alcalde de Morena repudiado por la población
Ernesto García Rodríguez pertenecía a otra familia de Venustiano Carranza que creció bajo la militancia del PRI. Su hermano Bruno García fue alcalde priista entre los años 1999 y 2001.
Este personaje intentó ser alcalde bajo las siglas del PRI y nunca lo logró, hasta que conoció al morenista Luis Miguel Barbosa Huerta, quien lo impulsó como candidato de Morena a edil de Venustiano Carranza y ganó los comicios de 2021. Llegó al poder como un antídoto a la influencia de la familia Valencia Ávila.
La gestión de Ernesto García Ramírez fue de claroscuros. Por un lado, logró de manera muy exitosa, regresar la estabilidad social a Venustiano Carranza. La gente volvió a salir a caminar por las calles ante la reducción drástica de homicidios y balaceras en la vía pública.
Pero por el otro lado, fue un pésimo alcalde en ofrecer otro tipo de resultados. La gente le ha reclamado que fue casi inexistente la obra pública a lo largo de sus tres años de gobierno y en ese periodo, fue evidente el deterioro de los servicios públicos. Pese a ellos, Morena aceptó que el alcalde buscara la reelección.
El primer mes de campaña brotó una fuerte rivalidad entre Ernesto García y Marco Valencia, a favor del candidato del PAN, que sorprendió al electorado con varios proyectos de obra pública, tales como: ofrecer abrir un campus de la UAP en la región, construir la estación de bomberos, remodelar el mercado municipal, así como rehabilitar calles y caminos, entre otras propuestas.
Mientras que el candidato de Morena únicamente reducía sus mensajes a advertir que sería un grave retroceso para la seguridad el regreso al poder de la familia Valencia. Fue hasta el segundo mes de campaña que el candidato de la 4T empezó a ofrecer proyectos de obra pública a la población, en medio de reclamos de la gente de por qué no lo había hecho en su primer mandato.
El día de los comicios del 2 de junio, a la media noche, los primeros conteos arrojaban que aparentemente Marco Valencia había ganado la elección.
Había festejos en el PAN, pues era de las pocas plazas donde la oposición aparentemente había derrotado a Morena.
Luego vinieron los enfrentamientos. El extravío de los paquetes electorales. La confusión en el Comité Municipal Electoral.
En Venustiano Carranza todo está revuelto. Algunos pobladores acusan que las agresiones las habrían iniciado los de Morena, al verse derrotados. Otros dicen que tienen el sello de los Valencia. Nadie tiene certeza de que ocurrió. Lo cierto es que el terror se ha vuelto a apoderar de la región.