Voy a tratar de ser lo más objetivo posible en analizar el debate que se dio entre los tres candidatos a la gubernatura de Puebla, partiendo de la base de que es únicamente una opinión que busca ser lo más profesional posible.
De entrada, debo apuntar que para mí análisis partiré de las necesidades de los contendientes y por eso, empezaré con el candidato de la alianza Mejor Rumbo para Puebla, Eduardo Rivera Pérez, quien llegó a este encuentro urgido de enviar un mensaje de fuerza tanto a sus huestes, como para el poco o mucho electorado que viera el debate. (Creo que desafortunadamente fue poco).
Rivera llegó a este encuentro con la necesidad de acorralar a Alejandro Armenta, de confrontarlo, de demostrar que él es el candidato de la oposición, de contrastar sus propuestas, sus formas de hacer gobierno y hasta su forma de responder a los cuestionamientos planteados por sus adversarios.
Si partimos de esta base, luego entonces, Eduardo Rivera tuvo una más que aceptable actuación, de acuerdo a su papel de candidato de la oposición, con aplomo y sin dejar de abordar ningún tema dentro de la agenda política poblana.
Eduardo lució tranquilo en un escenario completamente adverso para él y es que hay que decirlo también, sabía el papel que iba a jugar en este encuentro, el candidato de Movimiento Ciudadano, Fernando Morales Martínez, cuya participación analizaremos más adelante.
El candidato opositor tiene todo en contra y ya se verá cuando leamos los análisis de la prensa poblana, nadie quiere equivocarse y vivir seis años en el error, sabedores de que Alejandro Armenta es el favorito para alzarse con el triunfo el 2 de junio.
Así pues, creo que Rivera Pérez jugó el juego que debía jugar, el del todo o nada, como debía de haber sido desde el inicio su campaña. Sus huestes quedan contentas, tranquilas y motivadas con su actuación, reitero, era necesario que asumiera esa actitud, sobre todo, porque ya queda muy poco tiempo para la elección y aunque difícilmente moverá tendencias por la escasa penetración del debate entre los electores poblanos, su actuación queda ya ahí para la historia y para coadyuvar a que la alianza opositora se mantenga de pie y luche en los días que le restan a la campaña.
Por su parte, Alejandro Armenta Mier, desde mi punto de vista, se dedicó a administrar la ventaja que presuntamente tiene en las encuestas y sobre todo en no caer en provocaciones.
Se observó que su equipo de trabajo se enfocó en tratar de controlar las emociones de Alejandro, quien tiene fama de, como decimos coloquialmente, “calentarse” ante los señalamientos, los cuáles creo que también sabía muy bien su equipo, hacía donde iban a dirigirse, su relación con Mario Marín Torres.
La posición de Armenta era mucho más complicada que la de Eduardo, quien reitero, se tenía que lanzar con todo en contra de su adversario, pero creo que el candidato del bloque oficialista sabedor de la poca penetración del debate y del control que se tiene sobre los medios de comunicación, evadió la confrontación, pero sin dejar pasar algunos golpes en contra de su adversario político.
Armenta sabía que estaba en una zona de confort y se comportó de acuerdo a las circunstancias, los días que aún le quedan de campaña serán ya sólo para afinar su estructura electoral, el tema en donde el hombre nacido en Izúcar de Matamoros, tiene una amplia ventaja sobre su adversario político y que al menos a mí me parecer hará diferencia el 2 de junio.
Por supuesto que nadie se va a acordar del tema de las propuestas o muy poco realmente se acordarán de las propuestas, algunas francamente ilusorias, otras muy buena y algunas francamente preocupantes, como esa que puso sobre la mesa Alejandro sobre el mando único y la populista propuesta de recuperar la concesión del agua potable en la zona conurbada a la capital.
Por lo que se refiere a la actuación de Fernando Morales Martínez, el candidato de Movimiento Ciudadano es un hecho que arrancó muy bien, inicialmente me había gustado su desparpajo, pero después cayó en un papel deplorable y cerró de manera pésima, quedó exhibido como un “palero” lo cual es realmente lamentable, porque ha MC tiene amplias posibilidades de ganar un buen número de municipios en la entidad y le hubiera ayudado mucho a sus candidatos si hubiera sostenido su actitud inicial.
Fernando se había visto fresco, natural, repartiendo muy bien críticas para ambos contendientes; pero, reitero, cerró de manera lamentable y dejó en claro el papel para el cual fue electo en esta contienda, para su buena suerte muy poca gente ve este tipo de ejercicios.
Vale la pena mencionar el formato del debate organizado por el Instituto Estatal Electoral de Puebla, el cual resultó muy bueno, el mejor ejercicio desde que iniciaron estos encuentros y en donde lo único que tal vez faltó es que hubiera llegado la transmisión a un mayor número de personas. Va a ser muy interesante medir los niveles de audiencia de este debate poblano.
Para mí y subrayó para mí, este ha sido el mejor debate del cual se tenga memoria en la historia de Puebla y creo que obedeció a las necesidades de cada uno de los tres actores que confluyeron en el auditorio del Complejo Cultural de la BUAP.
No me queda más que felicitar al Instituto Electoral del Estado, por la excelente organización de este encuentro, el cual debería de realizarse al menos una vez más, pero lamentablemente este será el único.