La narrativa construida por los obradoristas en contra de la postulación del empresario José Chedraui Budib como candidato de Morena a la Presidencia Municipal de Puebla va en un solo sentido: al ser un personaje recién llegado del PRI, perteneciente a la élite económica del estado, provocará el enfado de la base simpatizante de la 4T y generará un voto en contra.
Es cierto que se trata de un personaje político recién llegado del partido tricolor y que pertenece a un sector privilegiado y muy reducido de la sociedad poblana, pero justo esta última característica es la que lo vuelve más competitivo de cara a la jornada electoral que se avecina.
Puede ser que algunos simpatizantes de Morena y la 4T se sientan genuinamente ofendidos con la eventual candidatura de Chedraui Budib y que, como consecuencia de ese sentimiento de traición, decidan no quedarse en casa el domingo 2 de junio, sino ir a las urnas para emitir un sufragio a favor de su rival, pero la relación costo-beneficio planteada por los promotores del empresario expone que la decisión de llevarlo como candidato resultará mucho más provechosa que perjudicial.
Chedraui, aseguran sus promotores, no sufrirá un efecto de rechazo entre los votantes que quieren a Morena fuera del poder y que llevaron al partido a perder las últimas dos contiendas en el municipio de Puebla, tanto la de 2019, que le tocó a Miguel Barbosa Huerta, como la de 2021, con Claudia Rivera Vivanco como propuesta de ese instituto político.
Esa, sin embargo, no es la mayor de las virtudes que le cuelgan al empresario, sino, precisamente, su condición de privilegio en la élite económica, que lo ha llevado a construir relaciones políticas con los integrantes de un sector tradicionalmente ligado al PAN y sus candidatos.
Esa es la característica que lo hace peligroso para el candidato del frente opositor y que lo vuelve fuerte en una zona electoral endeble para Morena, que ha enfrentado problemas por las características de los perfiles que postula de forma habitual.
Los dueños de las empresas más grandes y ricas del estado suelen invertir en candidatos rivales, por aquello de las probabilidades muchas veces inciertas, pero en su intimidad cruzan los dedos y prenden veladoras para que ganen aquellos que son más cercanos a su sector, que piensan como ellos.
En esa lógica y después de haber padecido a nivel local la animadversión de Miguel Barbosa y la desatención de Claudia Rivera, muchos de ellos se preparaban –o se preparan– para apoyar desde las sombras a los perfiles de la oposición.
La cosa cambia con “Pepe” Chedraui, quien ha sido hábil para transitar del PRI al morenovallismo, luego regresar al PRI y ahora liarse con Morena y la 4T.
Basta repasar algunos nombres de los asistentes a la reunión que Chedraui ayudó a organizar para el gobernador Sergio Salomón Céspedes el 11 de enero de 2023, en Casa Puebla. Ahí estuvieron, convocados por el aspirante de origen libanés, Gilberto Marín Quintero, Julián Ventosa Aguilera, José Cernicchiaro Arámburo, Antonio Yitani Maccise, Rubén Contreras Reyes e Ignacio Alarcón Rodríguez Pacheco.
También llegaron Alberto Kuri Chedraui, Gabriel Posada Cueto, Rodolfo Budib Lichtle, Luis Regordosa, Manuel Espinoza Maurer, José Yitani Maccise, Alfredo Rivera, Gregory Camacho, Héctor Sánchez Morales, Rafael Zorrilla Alanís, Antonio Yitani Budib y Julián Ventosa Tanús, entre muchos otros.
Los dueños del capital poblano en pleno. Frente a ellos, la inconformidad de los obradoristas se disuelve y la ideología se evapora. Y Chedraui se empodera.