Otro de los grandes absurdos de López Obrador está a punto de ser confirmado. En breve, la mentira de una súper farmacia que garantice el abasto de medicamentos para todo el sector público del país será evidenciada.
Hasta ahora, lo único real es que la administración de Andrés Manuel adquirió por más de mil 400 millones de pesos un espacio físico, una enorme bodega que funcionaba como Centro de Distribución de Liverpool, una de esas tiendas fifís que tanto cuestiona el presidente.
La promesa de AMLO para inaugurar la llamada superfarmacia a finales de este mes es más falsa que el billete de un peso.
Conociendo a López Obrador, no descarto que al igual que “inauguró” Dos Bocas y otras obras, el inquilino de Palacio Nacional arme todo un show para “inaugurar” la superfarmacia, incluso sin que existan los medicamentos ni la infraestructura necesaria para su correcto almacenamiento.
Estando a tres semanas de que venza el plazo que él mismo se fijó, la administración de López Obrador debería estar trabajando en los sistemas de distribución totalmente automatizados, una tecnología que no se instala ni en tres meses.
Aún no se tienen listas las cámaras de refrigeración que se necesitan para mantener la cadena fría de los medicamentos que lo requieren.
Ni que fuera Coca-Cola
Aunque AMLO prometió que en menos de 24 horas los medicamentos almacenados en la bodega de Huehuetoca, Estado de México, estarán en cualquier parte del país que se requieran, la realidad es que no han trabajado las rutas de distribución ni adquirido la flotilla necesaria para el traslado de las medicinas.
Hoy por hoy no existe una sola licitación para la adquisición de estas unidades que deberán tener especificaciones particulares para que los medicamentos mantengan sus propiedades durante el traslado.
La flotilla, insisto, deberá incluir desde tráiler, camiones y camionetas tipo van, hasta vehículos menores para lograr la distribución por todo el país.
López Obrador compara la excelente cadena de distribución que tienen marcas como Marinela, Sabritas o Coca-Cola, y se pregunta por qué ellas sí pueden llegar a los rincones más lejanos del país. La respuesta es simple, cuentan con miles de vehículos, una logística planeada y una red de distribuidores perfectamente dirigida.
Pero hablarle de calidad, planeación, administración y productividad al gobierno de la 4T es como darle consejos a la pared.
La nueva apuesta de AMLO será un fracasotote de la farmaciotota, cuya tragedia mayor será que dejará a miles de mexicanos sin los medicamentos necesarios para continuar los tratamientos que les permitan mejorar su salud o, peor aún, mantenerse vivos.
PISA y la realidad que niegan
Aunque la 4T se empeñe en negarlo, la política educativa en México empeora. Los más recientes resultados de la prueba PISA demuestran que los niños mexicanos hoy tienen menor comprensión lectora, carecen de lógica matemática y desconocen de ciencias. En resumen, vamos como los cangrejos.
La SEP, lejos de reconocer estas áreas de oportunidad (eufemismo para decir fallas), terminó por culpar a la pandemia del retraso educativo en México, como si en el resto de los países donde se aplicó esta prueba no hubiera existido la COVID-19.
¡Vaya absurdo!