Meter un candidato esquirol para restarle votos al enemigo y garantizar su derrota no es una estrategia nueva en política. Eso que ahora mismo hace el presidente López Obrador con Samuel García para ayudar a Claudia Sheinbaum viene en el manual básico de consejos para ganar una contienda electoral. Como todo recurso, unas veces funciona y otras no.
En 2018, por ejemplo, Enrique Peña Nieto lo intentó con Jaime Rodríguez Calderón, alias El Bronco, que ingresó a la elección presidencial como candidato independiente con el fin de mermar la fuerza de López Obrador. La apuesta resultó un fracaso debido a múltiples factores, entre ellos la decepcionante actuación del exgobernador neoleonés y la imposibilidad de provocar estragos en la campaña del tabasqueño, hoy convertido en mandatario, que con tres contiendas al hilo se había vuelto un fenómeno social.
Samuel Alejandro García Sepúlveda nació en Monterrey en 1987. Es precandidato presidencial de Movimiento Ciudadano y representa un caso sobresaliente de atracción de multitudes, solo que al estilo de la nueva era digital, gracias al carisma de su esposa, Mariana Rodríguez.
Dejó la gubernatura de Nuevo León (¡otro neolonés!) para participar en la sucesión de López Obrador, con el propósito de ayudar a Sheinbaum en la muy evidente encomienda de fracturar el voto opositor para dinamitar las aspiraciones de Xóchitl Gálvez.
La utilización del recurso político que aplica esa máxima de “divide y vencerás” debe tener ejemplos por todos los rincones del país, pero albergó en Puebla uno de sus casos mejor acabados en 1998, cuando un candidato del PRI usó a otro del PRD para vencer al del PAN.
Ocurrió en el municipio de Puebla.
Tres años atrás, en 1995, Gabriel Hinojosa Rivero, postulado por el PAN, ganó la Presidencia Municipal por primera vez en los tiempos modernos para un partido distinto al PRI.
En 1998 Mario Marín se alistaba para recuperar la alcaldía en beneficio del PRI y José Antonio Díaz para retenerla a favor del PAN.
La derrota priista de 1995 y los vientos de cambio que soplaban en muchas de las ciudades de la república mexicana, entre ellas Puebla, obligaron a Marín a pensar en una estrategia que incrementara sus posibilidades de triunfo, incluso en medio del creciente rechazo que se cocinaba en la sociedad en contra del partido tricolor.
Así surgió la idea del esquirol, que en ese entonces encarnó en la persona de un polémico (y querido) exdirectivo del fútbol que había llevado al Puebla a sus máximas glorias deportivas y ganado reflectores en la Federación Mexicana de ese deporte por sus propuestas contrarias a las del grupo directivo en el poder.
Marín hizo los arreglos con Emilio Maurer y este aceptó ir a la contienda electoral en representación del PRD.
El priista, hoy en prisión por el delito de tortura cometido en contra de la escritora Lydia Cacho, consiguió el resultado electoral perfecto (para su causa) y arribó al Ayuntamiento de Puebla, después de haber sido secretario de Gobernación y presidente del PRI en el sexenio de Manuel Bartlett:
De los 403 mil 287 votos registrados en esos comicios, 124 mil 251 fueron para el candidato del PAN, 30.81 por ciento; 105 mil 987 para el abanderado del PRD, 26.28 por ciento, y 155 mil 907 para él, del PRI, 38.66 por ciento.
Emilio Maurer consiguió una votación “histórica” para el PRD, a partir de los votos restados al PAN, y encumbró a su aliado del PRI.
Fue el “Samuel García” de Mario Marín en 1998.
Vistas las reacciones de los usuarios de redes sociales al contenido que suben el exgobernador de Nuevo León y su esposa, es sencillo prever que la eventual candidatura del político de Movimiento Ciudadano tendrá una importante aceptación entre los electores jóvenes.
La duda que ha surgido ahora tiene que ver con qué tan importante será esa aceptación.
Entre los morenistas ha comenzado a plantearse, a manera de interrogante, si la irrupción de Samuel García en la sucesión causará estragos solo en la candidatura de Xóchitl, o si lo hará también en la de Claudia.
Porque si el crecimiento del precandidato de MC atenta contra los intereses del partido en el poder, es decir, del todavía presidente López Obrador, luego habrá que ver cómo hacerle para bajarlo.
X: @jorgerdzc