Durante el sexenio de Rafael Moreno Valle las obras a crédito y la entrega de concesiones fueron dos de los peores negocios que vivimos los poblanos.
Han pasado seis gobernadores desde que terminó su sexenio y seguimos arrastrando la millonaria deuda de todos esos proyectos de relumbrón que tanto presumió en sus spots, junto a la leyenda “sin pedir un peso prestado”.
Rafael defendió durante todo su sexenio que ni las obras ni las concesiones, como la de Agua de Puebla, eran deuda. Los años nos han dado la razón. Si bien no se podían sumar al concepto de “deuda pública”, sí se convirtieron en un pago mensual obligado similar al de una tarjeta de crédito, hipoteca o contrato de telefonía celular.
Solo para el próximo año, 2024, los poblanos habremos de pagar casi mil 500 millones de pesos para cubrir los compromisos que firmó el gobierno morenovallista, a través de Asociaciones Público Privadas (APP) y Proyectos para Prestación de Servicios (PPS).
Desde hace ocho años, en el 2015, denuncié en este mismo espacio que “detrás de la concesión existieron millonarias comisiones, en donde señalan al extitular de Finanzas como el principal operador”.
También advertí que el contrato entregado por Moreno Valle incluye una cláusula salvavidas para la empresa, una que garantiza a los empresarios que ganarían más si les ajustan o rescinden el contrato, de ahí que el tema de una posible renegociación haya sido imposible hasta el momento.
La legislatura pasada, la primera en la que Morena era mayoría y se habían comprometido a devolverle el agua al pueblo, terminó por aceptar que esa, como sus promesas de legalizar el aborto y otras más, simplemente eran un listado de buenas intenciones.
Los argumentos fueron dos, que a la fecha no han cambiado. El primero que resultaría muy oneroso para las arcas estatales, eso, aunado a la falta de apoyo económico desde la Federación, fue la razón más recurrida, para mantener la concesión del agua sin raspones.
El segundo tema era la imposibilidad técnica de los ayuntamientos para operar de manera autónoma el tema de la distribución de agua potable en la capital y los municipios conurbados.
A estas circunstancias habría que incluir las palabras huecas del presidente Andrés Manuel. En mayo de 2022 dijo que ayudaría al entonces gobierno de Miguel Barbosa para que el agua regresara a los poblanos.
Han pasado dos años y medio desde entonces. Los cobros desmedidos, cambios de medidores sin autorización de los usuarios, tarifas mal aplicadas, falta de servicio y agua con pésima calidad y el aumento trimestral a las cuotas; son solo algunas de las muchas quejas que la firma enfrenta cada día.
¿Será posible que la venta de acciones de la empresa Agua de Puebla a Xinfra Fibra FE realmente no afecte, aún más, a los usuarios cautivos?
Veremos y diremos.