Que llamó la atención, y mucho, la ausencia del diputado federal Ignacio Mier en el encuentro que el pasado fin de semana promovió el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina para cerrar filas en torno al senador Alejandro Armenta y en el que estuvieron presentes quienes fueron contendientes de este en la contienda por la candidatura de Morena a la gubernatura: Claudia Rivera, Olivia Salomón, Liz Sánchez, Rodrigo Abdala y Julio Huerta.
Las primeras lecturas fueron en el sentido de que la denominada “Operación Cicatriz” no marcha como se presume.
Pero lo cierto es que no es así.
Ignacio Mier no acudió a la “reunión de la unidad” debido a compromisos personales previamente agendados, pero para no enviar señales negativas, o provocar lecturas equivocadas, pidió a su hijo, el presidente municipal de Tecamachalco, Ignacio Mier Bañuelos, que se presentara en su lugar, lo que efectivamente ocurrió.
Mier Bañuelos estuvo en la mesa principal, a unos cuantos lugares de los principales liderazgos de la 4T en Puebla y los dirigentes estatales de Morena, PT, PVEM y Fuerza por México.
Así incluso lo explicó el propio coordinador estatal de defensa de la cuarta transformación, al hacer uso de la palabra.
(Ignacio Mier) “tuvo una tarea que le impidió estar aquí, pero te pido que seas el amable conducto para enviarle un abrazo”, dijo Armenta al hijo de Ignacio Mier Velazco.
Ya se verá con el tiempo si la unidad en Morena es en serio o sólo de dientes para fuera.
Otra cosa que llamó poderosamente la atención fue la presencia de los dirigentes magisteriales Alfredo Gómez Palacios y José Luis González Morales, quienes también alcanzaron mesa principal a solo unos lugares del gobernador Sergio Salomón; el secretario de Gobernación, Javier Aquino, y el líder del Congreso del estado, Eduardo Castillo López, entre otros personajes.
Nada más faltaron Jorge Estefan Chidiac y Pepe Chedraui para estar completos.
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Que un momento incómodo se vivió este lunes durante la ceremonia conmemorativa por el CXIII aniversario del inicio de la Revolución Mexicana.
Y es que Alejandro Armenta fungió como el orador oficial –algo imposible hasta hace unos meses– del evento gubernamental y pronunció su discurso ante el alcalde Eduardo Rivera Pérez, uno de los varios convidados al zócalo capitalino.
El panista solo observaba de reojo al senador, su futuro rival en las urnas, mientras este disertaba sobre el significado profundo de la efeméride y afirmaba que el “humanismo mexicano impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene vigentes los principios de la Revolución Mexicana”.
Al final, a la hora de romper filas, no les quedó otra que saludarse con cordialidad y civilidad republicana, ante las miradas morbosas de los testigos, algunos de los cuales todavía recuerdan que hace muy, pero muy poco, en los días más intensos del proceso interno de Morena, Armenta retó a Rivera a un debate público y lo acusó de un presunto desvío millonario de recursos públicos, preámbulo de la guerra total que se avecina en 2024.
Por cierto, Alejandro Armenta llegó acompañado de su esposa, Cecilia Arellano Pérez, quien trabó buena conversación con la presidenta honoraria del Patronato del Sistema Estatal DIF, Gaby Bonilla, ambas desde luego en el presídium.
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Que el pasado fin de semana sucedió algo también impensable hace 15 o 20 años.
Y ocurrió durante el evento de respaldo que el PRI poblano organizó para Xóchitl Gálvez, precandidata del Frente Amplio por México a la Presidencia de la República, en el Lienzo Charro.
El panista de cepa Eduardo Rivera Pérez llegó al mitin y lo hizo enfundado en un chaleco color rojo con el logotipo del PRI, al igual que los dirigentes nacional y estatal de este partido, “Alito” Moreno y Néstor Camarillo, respectivamente.
La inédita estampa no forma parte de la picaresca política aldeana, sino una clara señal de que el futuro candidato a la gubernatura sabe perfectamente que sin el PRI, sencillamente las opciones de sacar a Morena del poder en el estado se dificultan.
Poco, lo que sume, pero el tricolor es indispensable.
Pragmatismo puro, aunque a muchos de los radicales del PAN la imagen les cause no solo extrañeza, sino hasta agruras y dolores de cabeza.
Por cierto: durante el evento en el Lienzo Charro, el PRI pareció respaldar al diputado federal –también del PAN– Mario Riestra como su carta para la Presidencia Municipal de Puebla.
Riestra no llegó al extremo de ponerse su bonito chaleco rojo, pero sí acudió, convivió con el priismo en pleno y hasta le levantaron el brazo, lo cual significa, además, que la primera fórmula para el Senado de la coalición opositora será para el Partido Revolucionario Institucional.
Es decir: las candidaturas a la gubernatura y alcaldía de Puebla para panistas y el pase directo al Senado para priistas.
A propósito: a finales de la pasada semana se cerró en el PAN el registro de aspirantes al Senado y la única fórmula que se anotó fue la integrada por la diputada federal Ana Teresa Aranda y la ex diputada federal Verónica Sobrado.
Parece que para ellas será la segunda fórmula para la Cámara alta.
¿Y el PRD?
Pues que se dé por bien servido si alcanza alguna diputación local y le respetan las candidaturas en los municipios donde hoy es gobierno.