El nuevo “partidazo” vive la etapa más importante de su corta vida, ya que, aunque salió bien librado del proceso interno para la definición de su candidata a la Presidencia de la República, aun con la impugnación de por medio interpuesta por Marcelo Ebrard, ahora la tensión se centra en el proceso de selección de candidatos a las nueve gubernaturas que estarán en juego en el 2024.
Al parecer, y subrayo el parecer, han comenzado a chocar dos visiones dentro de este mismo instituto político, la del presidente López, quien aún conserva el bastón de mando, y el de la candidata, Claudia Sheinbaum, quien sabe perfectamente que aunque va arriba en las encuestas, no hay nada seguro y trata de buscar ir con los candidatos más competitivos para la contienda.
Sheinbaum no está tan preocupada en la Presidencia de la República, la cual finalmente sabe está por el momento a salvo, sino por el Congreso, Cámara de Diputados y de Senadores, pues quiere comenzar su mandato, en caso de ganar la elección, con un Poder Legislativo con mayoría absoluta por parte de Morena.
La candidata sabe perfectamente que para que se dé esta ecuación, la de ganar la Presidencia y ambas cámaras, se necesita de candidatos competitivos, se necesita de los mejores en cada una de las diferentes entidades, mientras que el presidente López parece creer que se puede ganar simplemente con su popularidad y la que puede tener la marca Morena.
La historia parece darle parcialmente la razón a López, quien ganó el Estado de México en la elección celebrada en este año, con una candidata que no era la mejor, pero sí la que estaba en sus afectos de toda la vida, la maestra Delfina, quien arrancó con una ventaja de 20 puntos sobre Alejandra del Moral y que terminó ganado por 8, es decir, perdió 12 puntos durante la campaña, la marca Morena y la traición del gobernador del Mazo sellaron el triunfo de la nacida en Texcoco.
Desde el pasado 30 de agosto comencé a hablar de esta lucha interna que se comienza a manifestar entre los que denomino como “morenistas puros” y los “neomorenistas”, por la lucha a las candidaturas que estarán en juego para el 2024, principalmente las gubernaturas.
También, el pasado 17 de septiembre comenté que tanto Claudia Sheinbaum como su verdadero coordinador de campaña, Alfonso Ramírez Cuéllar, habían dejado en claro que querían: “candidatos competitivos para la elección del 2024”.
Y el pasado 28 de ese mismo mes apunté que, al parecer, al interior de Morena se vive el primer encontronazo entre el presidente López y su candidata, debido a que Sheinbaum impulsa en la Ciudad de México a su exsecretario de Seguridad, Omar García Harfuch, mientras que el mandatario se observa que favorece a la alcaldesa de Iztapalapa con licencia, Clara Brugada, misma que, como expliqué, en el 2009 dio origen a los “Juanitos”.
Por increíble que parezca, se percibe que Claudia Sheinbaum busca a los candidatos más competitivos, sin importar si se trata de personajes externos, siempre y cuando justifiquen su presencia con números, mientras que, al menos así se ve, el presidente López Obrador quiere compensar la militancia y la trayectoria de aquellos que lo acompañaron desde los inicios de su movimiento.
Es un hecho que se han comenzado a dar los primeros choques entre el aún mandatario y la candidata, siendo el punto de conflicto el proceso de selección de candidatos a las nueve gubernaturas que estarán en juego el próximo año.
Para el caso de Puebla, por ejemplo, se percibe que el cariño de Claudia Sheinbaum lo tiene la exsecretaria de Economía, Olivia Salomón Vibaldo, a quien la candidata a la Presidencia, le ha tomado un afecto muy especial.
Parece claro que, si en Puebla escogieran mujer, Olivia sería la candidata y con todo el apoyo de Sheinbaum, mientras que el presidente López tiene en sus afectos a Nacho Mier, o como dijera el clásico, al menos así me lo parece.
Aún queda mucho por ver dentro del proceso de designación de los nueve candidatos a las diferentes gubernaturas que estarán en juego el próximo año, pero es un hecho que las diferencias se comienzan a presentar, así como las posibles fracturas que se pueden originar como parte de este proceso.
