La exigencia de Xóchitl Gálvez Ruiz de que se permita a la senadora Nadia Navarro Acevedo que compita por la postulación del frente PAN, PRI y PRD al Gobierno de Puebla, no abona nada bueno a la ya difícil relación que existe entre el Yunque poblano y la candidata presidencial que, aunque públicamente se plantee una unidad entre ambas partes, existe un importante grado de repulsión de la derecha hacia a abanderada, a la que ve “como un mal necesario”.
Esta demanda de Gálvez a favor de Nadia Navarro es una fuerte afrenta al PAN y El Yunque en su conjunto. No solamente porque exhibe su simpatía hacia la senadora poblana, sino porque viene a trastocar la estrategia del edil de la ciudad de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, para obtener la candidatura a gobernador del estado.
La semana pasada estuvo en Puebla el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, quien reunió a la cúpula del partido y mostró a Eduardo Rivera como el único aspirante con la capacidad de ganar la candidatura a gobernador. Muchos interpretaron que esa fue la segunda ocasión en que el dirigente albiazul venía a presionar al edil de la capital para que intensifique su actividad proselitista con rumbo a los comicios de 2024.
Ahora Gálvez, al pronunciarse por Nadia Navarro, genera el mensaje de que Marko Cortés no se manda solo sobre el tema de las candidaturas a gobernador en nueve estados –que se renuevan en 2024– y que ella también tiene que intervenir.
Pero principalmente Gálvez se enfrenta al Yunque poblano que ha venido desarrollando una estrategia de evitar cualquier conflicto o polémica que desgaste la figura de Eduardo Rivera, como una manera de que llegue al proceso electoral de 2024 como el único aspirante a la candidatura, con la menor cantidad de negativos frente a la opinión pública y construyendo la unidad entre las fuerzas políticas de la oposición.
Pareciera que la abanderada del Frente Amplio por México (FAM) manda la señal, o mejor dicho la advertencia, de que el Yunque no va a decidir el cómo y el momento en que se elegirá al candidato o candidata a la gubernatura de Puebla.
Y que Eduardo Rivera necesariamente tendría que competir por la candidatura, sin importar el desgaste político que eso implique.
Lejos de la derecha
El pronunciamiento de Gálvez a favor de Nadia Navarro no es un tema que se reduce al proceso que se debe seguir en Puebla para elegir al candidato a gobernador del FAM, sino hay un asunto de mayor profundidad, que es el limbo en el que se encuentra la “Señora X”, como también llaman a la aspirante presidencial.
Al final Gálvez no gusta a la extrema derecha de México y mucho menos convence a la población progresista, de izquierda, ni a importantes sectores antagónicos al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Por eso su popularidad está estancada. A nueve meses de la elección, todos los sondeos ponen muy abajo a Xóchitl Gálvez frente a Claudia Sheinbaum Pardo, la candidata de la 4T.
Los números son claros: la panista está debajo de la morenista 14 puntos en la encuesta
Los números son claros: la panista está debajo de la morenista 14 puntos en la encuesta Poligrama-El Heraldo, 15 puntos en Grupo Reforma, 30 puntos en Metricsmx y 50 puntos en De las Heras Demotecnia, que son los estudios demoscópicos más relevantes y recientes.
En el ámbito orgánico de la derecha poblana y de muchas partes del país, la senadora Gálvez no embona en el pensamiento conservador.
La política hidalguense no es parte de las familias tradicionales que controlan el Yunque –y por ende el PAN, los organismos cúpula del sector privado y las instituciones educativas privadas de élite–, ni comparte las ideas del catolicismo fanático que es clasista, odia los derechos de género, la interrupción del embarazo y las libertades sociales.
Una muestra de ello es lo que apenas hace unos días expresaba el líder del Frente Nacional Anti-AMLO (Frena), Gilberto Lozano, quien calificó a la “Señora X” de ser “abortera, pro-ideología de género y socialista” (sic), tras destacar que se ha desplomado su popularidad y es mentira que su candidatura sea ciudadana.
Lozano perdió hace un par de años a la bandera de líder de la oposición en el país, pero sigue siendo un importante personaje que trasmite con puntualidad el pensamiento de las familias de la derecha que nutren el voto del PAN.
Ahora este dirigente empresarial regiomontano es parte fundamental del proyecto de construir la candidatura independiente del actor José Eduardo Verástegui Córdoba, quien es un fundamentalista católico, que entre otras cosas califica de “traidor” al Partido Acción Nacional por haber postulado a Xóchitl Gálvez, de la que dice es “comunista” y contraria a los valores de las familias tradicionales.
No es un discurso aislado lo que dicen Lozano y Verástegui. Tan solo hay que revisar los apoyos recibidos por Gálvez en Puebla, durante el proceso interno del FAM para elegir candidato presidencial.
La “Señora X” obtuvo 40 mil firmas, alimentadas por panistas y un sector importante del PRI. Y en cambio, el panista Santiago Creel acumuló 36 mil rúbricas, casi exclusivamente de la derecha, en sus diferentes manifestaciones.
Esos números vienen a ser una muestra representativa de que la mitad de la derecha no querían a Gálvez de candidata, como parte de una expresión clasista y de falta de identidad. En cambio, a Creel sí lo veían como el aspirante idóneo, por su conservadurismo, el color de su piel y estatus social.
Muchos panistas están apoyando a Xóchitl Gálvez porque no hay otra alternativa para luchar contra la 4T. No porque les agrade y les convenza. La ven “como un mal necesario¨.