Marco Aurelio Ramírez Hernández fue una figura emblemática en Tehuacán por muchas razones, entre las que destaca haber ejercido el periodismo –por tradición familiar—durante un envidiable periodo de casi cinco décadas, que lo llevó a involucrarse en asuntos de alto riesgo, como fue haber destapado la historia del sacerdote Nicolás Aguilar, el caso más fuerte de pederastia en la diócesis católica de esa ciudad, en los tiempos en que Norberto Rivera Carrera era el obispo. También se adentró en temas del crimen organizado, que era su pasión, además de hacerse cargo por seis meses de la seguridad pública de esa ciudad y haber sido asesor de varios políticos locales.
Era un comunicador que “siempre estaba en el filo de la navaja”, cuentan periodistas de Tehuacán, al indicar que enfrentaba un fuerte conflicto familiar por la disputa de una herencia, pero también había una larga lista de temas que abordó como reportero y podrían ser la causa de que este martes, poco después del mediodía, un par de sicarios lo asesinaran de tres disparos cuando salía de su casa en la unidad habitacional Agua Blanca número 1.
Tal situación exige que la Fiscalía General del Estado investigue, de manera prioritaria, si el ejercicio periodístico fue la causa de la ejecución de Ramírez Hernández, quien murió a los 69 años de edad y desempeñaba su labor como comunicador en Stereo Luz.
Quienes lo conocieron a profundidad lo describen como un reportero que durante muchos años fue un referente en la fuente informativa de seguridad pública, ya que siempre tenía información privilegiada que salía de los corrillos de la extinta Procuraduría General de Justicia o de la Policía Municipal de Tehuacán.
Era un periodista al estilo de la “vieja escuela”, consistente en que para estar siempre bien documentado recurría a entablar relaciones de amistad, de mucha cercanía y a veces de complicidades con comandantes de la desaparecida Policía Judicial y con agentes del Ministerio Público. Y en cierto momentos con los llamados “madrinas”, que son aquellos personajes que están metidos en el crimen y al mismo tiempo son informantes de las autoridades ministeriales.
Los que ejercen el periodismo de esa forma, por lo general, tienden a traspasar el límite entre ser un comunicador bien informados y en verse involucrados en los intereses oscuros de los jefes policiacos o de grupos del hampa.
Un caso que marcó mucho a Marco Aurelio Ramírez Hernández es que fue el primero en abordar el caso del padre Nicolás Aguilar, a quien se le acusa de presuntamente haber abusado sexualmente de unos 90 niños en Estados Unidos y en México. Había señalamientos de que 20 menores de la región de Tehuacán, sobre todo de la comunidad pobre de San Vicente Ferrer, habían sido victimas del clérigo.
El principal mérito de Ramírez Hernández es que empezó a abordar dicho asunto cuando era obispo de Tehuacán el poderoso Norberto Rivera Carrera, una de las figuras más representativas del ala derechista de la iglesia católica, que le permitió ascender a ser arzobispo primado de la diócesis de la Ciudad de México y posteriormente cardenal.
Rivera enfrentó acusaciones en la Corte Superior de Los Ángeles, California, por haber presuntamente protegido a Nicolás Aguilar, pero al final el poder de la jerarquía católica se impuso y quedaron impunes las atrocidades sexuales del cura en cuestión que nunca fue detenido. Curiosamente siempre se les “escapaba” a los entonces funcionarios de la Procuraduría General de Justicia de Puebla, en los gobiernos de Manuel Bartlett Díaz y Melquiades Morales Flores.
Marco Aurelio Ramírez nunca quitó el dedo del renglón y no dejó de denunciar el velo de impunidad que envolvió el escándalo de Nicolás Aguilar, quien ya es un hombre de la tercera edad y se sabe que se sigue moviendo, con la protección de algunos sacerdotes, en el sur de la entidad poblana.
Un periodo peculiar para Marco Aurelio Ramírez se dio cuando Morena llegó al poder en Tehuacán.
El periodista era amigo de Luis Miguel Barbosa Huerta, ya que el político morenista había hecho su vida familiar en Tehuacán.
Cuando el empresario Felipe Patjane Martínez ganó la presidencia municipal de Tehuacán, bajo las siglas de Morena, Barbosa le habría presentado al alcalde a Marco Aurelio Ramírez, con el objetivo de que este último colaborara con el nuevo edil.
Con el paso del tiempo se deterioró la relación de Patjane y del entonces gobernador Luis Miguel Barbosa, como consecuencia de que el primero se empezó a involucrar en graves actos de corrupción, que acabó provocando su encarcelamiento en noviembre de 2019 y que hasta la fecha esté privado de su libertad, pues purga una condena de 6 años de prisión.
Patjane en mayo de 2019 nombró a Marco Aurelio Ramírez secretario de Gobernación y encargado de la seguridad pública del municipio. Eso le costó al periodista el distanciamiento con Barbosa, quien para esas fechas ya estaba desencantado del alcalde.
Los seis meses en que estuvo Marco Aurelio Ramírez Hernández con el control de la Policía Municipal no lo hizo mal, ya que en ese periodo se detuvo a miembros de algunas bandas delictivas, entre ellas estaba “Las bigotonas”, que es un grupo muy poderoso del crimen organizado.