Deje de preocuparse por Ignacio Mier si es usted una de las presumibles corcholatas del gobernador para competir en la sucesión de 2024. Preocúpese, en cambio, por Alejandro Armenta, quien se muestra decidido a convertirse en el aspirante favorito del mandatario para conseguir la nominación en Morena y después enfilarse a la elección constitucional.
En solo un año, de diciembre de 2021 a diciembre de 2022, el senador pasó de querer ganarse la confianza de Miguel Barbosa, para solo evitar su veto, a tratar de buscar un acuerdo político y personal con él, que lo vuelva el elegido del mandatario ante los ojos del presidente López Obrador y la jefa de gobierno de la capital del país, Claudia Sheinbaum, para imponerse al proyecto del diputado federal.
Las tres fichas de Barbosa tienen en mira permanente a Ignacio Mier. Critican sus movimientos y descalifican sus actuaciones. Arremeten en su contra a la menor oportunidad. Todo eso es productivo, si lo que quieren es arropar al jefe para quedar bien con él. Para mermar sus posibilidades de ser candidato, sin embargo, es inútil.
La fuerza del diputado federal radica en su cercanía con López Obrador y las ganas que este tenga de conducirlo hasta la postulación, una variable que escapa a las capacidades de influencia de los actores y el ejercicio político local.
Si López Obrador quiere que sea ‘Nacho’ Mier, será.
Basta recordar que el inquilino de Palacio Nacional no es dado a cambiar de opinión cuando elige un alfil para una contienda electoral, y menos si tiene encima presiones explícitas que así lo desean.
Miguel Barbosa es un caso cercano para los poblanos.
Fue postulado en 2028 y lo volvió a ser en 2019.
La realidad del caso Mier se conocerá hasta que Morena defina candidato, ya sea hombre o mujer, lo que ocurrirá, más o menos, dentro de un año.
Hasta entonces no se sabrá si el coordinador de los diputados federales del partido oficial tenía razón en mostrarse como el elegido del presidente o si solo vendía un mito que nunca existió.
En eso no tienen manera de participar las corcholatas poblanas.
La ruta en la que sí pueden incidir es la que planea, organiza y controla su jefe el gobernador.
El juego sucesorio de Barbosa es muy claro: se propone como el propietario de las estructuras políticas y de poder público necesarias –y suficientes–para hacer ganar a la candidata presidencial de Morena en el estado, para conseguir, como beneficio de reciprocidad, la oportunidad de recomendar al abanderado o abanderada a gobernador.
Aquí es donde entran Olivia Salomón, Sergio Salomón Céspedes y José Antonio Martínez.
Pero atención, ya no van solos.
Alejandro Armenta quiere quedarse con esa trascendente posición dentro del equipo.
Los acercamientos del senador con Barbosa comenzaron como parte de una estrategia tendiente a impedir su veto, y nada más, lo cual cambió hacia finales del año que está por terminar.
Con Ricardo Monreal convertido en una pesada carga, quizá convencido del peligro real que representa ‘Nacho’ Mier, no por el mandatario mexicano, sino por Manuel Bartlett, uno de sus gurús, decidió que era hora de volverse barbosista para favorecerse del contrapeso que el gobernador representa para el diputado federal debido a diferencias que comenzaron años atrás.
Armenta no dejará Morena y está decidido a quemar sus naves el año que viene.
En la hoja de ruta, véalo usted en sus declaraciones y en sus hechos, se encuentra la celebración de una alianza con el gobernador, para ser su candidato.
Twitter: @jorgerdzc