Las relaciones de Javier López Zavala con sus parejas e hijos siempre fueron complicadas, en buena medida porque ellas siempre supieron que tenía otras mujeres, y así lo aceptaron y consintieron.
Así ocurrió con Cecilia Monzón Pérez, asesinada el 21 de mayo, con Avianet Méndez, quien también lo denunció por violencia familiar, y con la primera esposa del ex secretario de Gobernación y candidato a la gubernatura, Leticia Maribel Villafuerte López.
Con la abogada Avianet Méndez, López Zavala tuvo tres hijas, la primera de las cuales es incluso mayor que su hija María Fernanda López Villafuerte, quien actualmente labora en la Fiscalía General del Estado (FGE) como agente del Ministerio Público, adscrita a la Dirección de Investigación de Homicidios.
Ésta y Cecilia Monzón tuvieron varios desencuentros y enfrentamientos en redes sociales y en persona, que incluso se convirtieron en denuncias de amenazas de uno y otro lado que llegaron al Ministerio Público, cuando la primera era estudiante de la Facultad de Derecho de la BUAP y la hoy occisa estaba embarazada.
Después de divorciarse de la doctora Villafuerte López en 2019, tras 25 años de matrimonio, López Zavala se casó al siguiente año con la abogada Avianet Méndez, con quien tenía una relación de hace tres décadas y no hace 20 años, como dice en el video donde afirma temer por su vida y las de sus tres hijas.
La abogada Avianet Méndez tramitó su divorcio con el ex candidato del PRI a la gubernatura el año pasado, cuando descubrió que la engañaba con Guadalupe Masciel Mani Romero “Lupita”.
López Zavala se iba a casar con Lupita el próximo viernes 24 de junio, lo que ya no ocurrirá, pues será vinculado a proceso por al menos dos delitos: violencia familiar y feminicidio.
Por supuesto que lo anterior no justifica el machismo, ni la violencia familiar del que fuera secretario de Gobernación de Mario Marín, y mucho menos el homicidio de la abogada y activista de Cecilia Monzón.
Si López Zavala fue el autor intelectual de ese crimen, como lo apuntan las evidencias de la Fiscalía General del Estado (FGE), y no hay por qué ponerlo en duda, éste debe ser castigado con todo el peso de la ley, pero sin involucrar a sus hijos e hijas que, en todo caso, también son víctimas —y no cómplices— de los errores y excesos de su padre.
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