¿Se acuerda que aquí le conté la historia de un reo que sí gozaba de privilegios dentro del Cereso de Puebla, y que desde el penal seguía cometiendo ilícitos, como extorsión telefónica, con la complicidad de directivos y custodios?
Pues ahora déjeme contarle que el Juez Segundo de Distrito en Materia Penal, Julio César Márquez Roldán, ordenó a la directora del penal de San Miguel, María del Rayo Mendoza Farfán, una serie de medidas para evitar que siga delinquiendo el reo José Ruperto Hernández Pérez, sentenciado a 60 años de cárcel por secuestro y delincuencia organizada.
El juez federal instruyó al recién nombrado subsecretario de Centros Penitenciarios, Jorge Pérez Melchor, supervise que la directora del Cereso de Puebla, efectivamente tome acciones para frenar estos delitos.
Algo que llama la atención es que, entre los 34 reos peligrosos del penal de San Miguel que fueron sido enviados a los Ceferesos de Chiapas, Durango y Oaxaca y a centros penitenciarios de Michoacán y Veracruz, no se haya incluido a José Ruperto Hernández.
Esta situación es, por supuesto, fuente de suspicacias sobre el alcance de sus privilegios y la influencia de sus padrinos.
Al resolver el juicio de amparo 1024/2021, el juzgador federal ordenó a la directora del penal de San Miguel poner a disposición de la Fiscalía General del Estado el teléfono usado por José Ruperto y que la celda de éste sea objeto de dos revisiones externas por mes, al igual que los custodios encargados de su vigilancia, para evitar la introducción de objetos prohibidos a este centro penitenciario.
El juez también instruyó que las autoridades del penal hagan lo conducente para que a este sentenciado se le reubique en un sitio donde sea objeto de vigilancia y supervisión constantes.
Foto: E-consulta.
Foto: E-consulta.
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Este lunes, poco antes del mediodía, se presentó la pareja del encarcelado titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE), Francisco José Romero Serrano, al domicilio conyugal que ambos tenían en el fraccionamiento La Vista, para llevarse sus pertenencias: ropa, artículos del hogar y demás menaje de la casa.
Joseline Zurita Campañ lo hizo acompañada de su hijo Aarón “B” y un par de personas, entre ellas su chofer, quienes le ayudaron a vaciar la casa y a medio acomodar sus cosas en la cajuela y en los asientos de los vehículos.
De acuerdo con algunos testigos, la señora Joseline y sus ayudantes tenían prisa por desocupar la casa, ya que sacaban su ropa y otras pertenencias sin preocuparse por acomodarla en maletas, cajas o bolsas. “Prácticamente entraban y salían con montones de cosas que echaban a las camionetas”.
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