Hace 16 años, Puebla se estremeció con un escándalo político que hizo temblar al estado y cambió para siempre la historia, el llamado “Lydiagate”, protagonizado por el entonces gobernador, Mario Marín Torres.
El audio escándalo publicado en el periódico “La Jornada” y retomado por casi la totalidad de los medios nacionales, cimbró al marinismo y cambió para siempre la historia de Puebla, entidad que quedó a la deriva luego de que se dieran a conocer las conversaciones telefónicas sostenidas por el entonces mandatario estatal y el empresario Kamel Nacif Torres.
El pésimo manejo en materia de comunicación por parte de la entonces administración marinista, terminó por hundir a Marín, quien incluso fue exhibido en televisión nacional, casualmente por el mismo periodista que hoy tiene en jaque al presidente, Carlos Loret de Mola.
Ambos casos, el Lydiagate y ahora la llamada “casa gris” de Houston, tienen varias similitudes, la primera sin duda, el pésimo manejo en materia de comunicación por los encargados del tema, tanto en el caso del ex gobernador de Puebla, como en el del presidente de la República.
Otro componente es la tremenda soberbia con la que han actuado ambos personajes, luego de que se desató la crisis en torno a los escándalos, hecho que ha terminado por complicar más su situación ante la opinión pública.
Un tercer componente, es el terrible error de encarar a los medios de comunicación y a los periodistas, Mario Marín encarceló a Lydia Cacho, lo cual provocó la reacción de un buen sector de la prensa que reaccionó ante este exceso, pero sobre todo el abuso de poder.
Lo mismo ocurre con el presidente López, quien ya convirtió en una víctima al periodista, Carlos Loret, al dirigir sus ataques en contra de su persona, pero también al revelar, los supuestos ingresos del comunicador, lo cual lo pone en riesgo a él, pero principalmente a su familia.
Al hacer esto, el presidente se ha echado encima a un buen sector de la prensa nacional e incluso en los diferentes estados del país, lo que ya golpea su imagen ante los ciudadanos, la figura del mandatario, pero sobre todo su popularidad, si se ha visto golpeada por este escándalo, como lo evidenciamos ayer con la encuesta elaborada por Mas Data y Pepe Zenteno.
El mal manejo de esta crisis por parte de la presidencia de la República, ya le costó al mandatario, al menos 12 puntos en Puebla, de acuerdo a la encuestadora de Pepe Zenteno, pero aún falta por actualizar los datos de este escándalo, el cual lejos de terminarse, sube aún más de tono.
El presidente lejos de rectificar ha escalado el tono de sus críticas, ahora incluso, metiéndose con la esposa del comunicador y ordenándole, “mañosamente” al INAI, que le entregue los datos de los ingresos del periodista y de su cónyuge, lo cual abre otro frente contra el Instituto Nacional de Transparencia, al cual busca acusar de ser opaco, para también como el INE desaparecerlo.
Las similitudes entre el “Lydiagate y la “casa gris”, sin duda son muchas y van a marcar a la administración del presidente, como también lo hizo con la de Mario Marín Torres, quien luego del escándalo político que protagonizó en el 2006, aún le alcanzó para que su partido, el PRI, pudiera ganar en las elecciones locales del 2007 y las federales del 2009, pero que fuera totalmente arrasado en el 2010, en el proceso de gobernador.
Habrá que ver, de qué manera impacta, el escándalo político del hijo del presidente a Morena en las elecciones que habrá en seis entidades del país.
Lo que, sí es un hecho, es que tal y como lo comenté la semana pasada, lo que se veía como un día de campo en Tamaulipas, Durango, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, ya no lo va a ser, porque la nave principal, el buque insignia, el presidente de la República, está herido de muerte y eso ya se percibe.
Esta es sin lugar a dudas, la crisis más fuerte que ha tenido la administración del presidente, el cual, perdió en Puebla capital, casi 12 puntos en la confianza ciudadana, lo cual sin duda le daba esa superioridad moral al mandatario y que repercutió en las preferencias electorales a favor de Morena.
La soberbia es el pecado que los Dioses no perdonan, según los griegos, aunque muchos tal vez no lo quieran ver sí, el marinismo que se soñaba en Puebla, al menos 18 años más en el poder, tuvo que entregar el poder en tan solo 6 años y ahora habrá que ver qué es lo que ocurre con el proyecto político del presidente.
El pleito por la Sixtina. Cuenta los que saben que hay una gran molestia por parte de la presidenta municipal de San Pedro Cholula en contra de su homólogo de San Andrés, luego de que este último quiere quedarse con el crédito de traer la gran atracción que ha resultado ser la réplica de la Capilla Sixtina.
La historia es la siguiente, el gobernador, con la visión que la caracteriza, tuvo a bien gestionar la llegada de nueva cuenta a Puebla de este gran atractivo turístico.
Fue la secretaria de Economía la que tuvo a bien reunirse con los ediles de las dos ciudades milenarias para coordinar los trabajos y acordar las aportaciones económicas para este gran atractivo.
En la reunión se acordó que San Pedro pondría la mayor cantidad de recursos para la organización de este evento y que sería en su territorio en donde se estableciera la exhibición; no obstante, el edil de San Andrés se quiere adjudicar la gestión, lo cual, tiene muy molesta a su vecina y homologa, quien se siente injustamente desplazada.
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