Ignacio Mier Velazco se ha convertido en el aspirante a gobernador más mediático en el arranque de este nuevo año 2022.
Después de un largo periodo de inactividad pública, el diputado federal aprovechó la conclusión del proceso electoral intermedio del 2021 para emprender una estrategia bien delineada, con el claro propósito de recuperar el terreno que en Morena le llevaba ganado Alejandro Armenta Mier y en el PAN Eduardo Rivera Pérez.
Tirador meticuloso, esperó (creer) tener en la bolsa los afectos del presidente López Obrador para meterse de lleno en un proyecto personal que hasta hoy es el más ruidoso de la sucesión, por los efectos que su propia hiperactividad le han traído al ambiente político del estado.
Mier Velazco ha desplegado un plan de precampaña basado en tres ejes.
El primero tiene que ver con el Presidente.
Está convencido de que ganándose la estima del mandatario mexicano conseguirá sin obstáculos la candidatura en Morena para competir en la sucesión de Miguel Barbosa en 2024.
La cercanía con el inquilino de Palacio Nacional que le dio la representación de la bancada morenista en San Lázaro y posteriormente la presidencia de la Junta de Coordinación Política en ese mismo lugar fueron suficientes para pensar (soñar) en grande.
La responsabilidad de llevar a cabo el parlamento abierto sobre la reforma energética de López Obrador ha catapultado (¡más!) sus anhelos.
Si se consigue la aprobación de esa reforma, piensa, se convertirá en la adoración del mandatario y dueño de Morena y, por tanto, en automático, en candidato a gobernador.
Puede ser.
El segundo eje está relacionado con el trabajo de tierra, una labor que, bien hecha, le será de utilidad para posicionar su nombre y sus intenciones políticas entre el eventual electorado, punto en el que su rival del mismo partido, el senador Alejandro Armenta, le saca una notable ventaja.
Ese parlamento abierto le ha servido de pretexto para recorrer el estado, como lo hizo este fin de semana en comunidades de la sierra norte, Tlatlauquitepec y Contla, en Zautla.
Además, ha creado una estructura de redes de apoyo para hacer precampaña indirecta y ha iniciado acercamientos, algunos de ellos personales, con destacados personajes de la iniciativa privada, a quienes busca convencer acerca de las bondades de su proyecto para recibir parte de la ayuda que requiere.
Incluso en sus ratos de mayor entusiasmo, como cuando publicita que el gobierno de Estados Unidos ha palomeado la reforma energética gracias a sus buenos oficios negociadores con el embajador Ken Salazar, sabe que necesita armar una candidatura viable para tener argumentos en su favor.
La estima del Presidente cuenta, por supuesto, pero, para hacerla efectiva, será mejor que aplique sobre un perfil competitivo, con altas probabilidades de ganar.
De Armenta parece ocuparse muy poco.
Quizá piensa que la mala suerte de Ricardo Monreal será la misma del poblano y que en las horas críticas de las definiciones será descartado como precandidato a gobernador cuando el escenario nacional se le descomponga al primero.
También es posible.
Pero podría equivocarse.
El tercer y último eje posee relación directa con el presidente municipal de Puebla y el personaje al que desea suceder.
En el ayuntamiento están convencidos de que Ignacio Mier ha decidido competir contra Eduardo Rivera por adelantado y que eso ha influido para someterlo a una campaña de descrédito a través del medio de comunicación del que es directivo, acusándolo, permanentemente, de ser un mal gobernante para la ciudad.
La apuesta parece estar muy adelantada con el 2024 a dos años de distancia, pero ya se sabe que en política no hay casualidades.
En esa estrategia ha involucrado al gobernador Miguel Barbosa, a quien pretende distanciar del edil.
El legislador federal no solo le atiza a Rivera por su desempeño, sino que lo pone dentro de una bolsa de supuestos enemigos del gobernador perversamente asociados para desestabilizarlo a él y a su gestión, con el objetivo de conseguir que rompa con aquel y le retire los lazos de colaboración que le ha obsequiado.
Aquí no está claro qué buscaría el diputado federal con dañar la relación entre ambos gobernantes, sin embargo, los aliados del edil conjeturan que se trata de un movimiento anticipado para obtener un respaldo que ahora no tiene, ni más ni menos que el del gobernador.
Según esta hipótesis, Mier está convencido de que Rivera es en la actualidad el favorito de Barbosa para la sucesión, un punto que intentaría modificar para inclinar la balanza en su favor, en caso de que, como imagina, llegara a la recta final para verse en las urnas contra el panista.
Todo parece encajar.
El diputado federal, aparentemente muy cercano a López Obrador, da por descartado a Alejandro Armenta. Se asume, desde ya, candidato en Morena. Y visualiza a Eduardo Rivera como el rival a vencer en el PAN, a quien desgasta desde ahora para restarle simpatías en el futuro.
Twitter: @jorgerdzc




