Los acontecimientos de los últimos días, han puesto de manifiesto que de los dos bandos que se disputan el patrimonio de la Fundación Mary Street Jenkins (FMSJ), la facción del antiguo patronato de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) es el que realmente tiene la intención de desgastar a esta institución de educación superior, de llevarla a su devaluación más extrema. Para ese propósito se está utilizando a una parte importante del estudiantado como “escudo humano” para intentar ganar el litigio por 720 millones de dólares que se pelean seis miembros de la familia Jenkins de Landa.
En la última semana hubo tres acontecimientos que marcaron un nuevo derrotero en el conflicto –que lleva 7 meses—de la UDLAP: el fallo de una juez que ordenó la reapertura del campus de la universidad, la realización de la más grande movilización de estudiantes exigiendo el regreso a la normalidad de la institución –que se organizó simultáneamente en Puebla y la capital del país—y la dimisión de Armando Ríos Piter, quien era el rector del nuevo patronato de la Fundación de las Américas.
Esos tres acontecimientos –por ahora — inclinaron la balanza a favor del viejo patronato de la Fundación de las Américas, en el que se encuentra al panista Luis Ernesto Derbez y la rectora Cecilia Anaya Berrios, en contra del nuevo patronato en el estaba Armando Ríos Piter.
Aparentemente había ganado la demanda central impulsada por el alumnado de que lo importante, por encima del tema de la disputa legal, era regresar a la UDLAP a la normalidad, que significaba el retorno a las aulas de estudiantes y académicos, para que la institución retomara su labor de centro de formación de educación superior.
Mejores condiciones no había para ese propósito, con la dimisión de Ríos Piter y la disposición de que Cecilia Anaya Berrios pueda tomar el control del campus.
Sin embargo, ha quedado constatado que el regreso a las clases no es tema prioritario para la facción del viejo patronato, que es controlada por Roberto, Margarita y María Elodia Jenkins Landa, junto con Elodia Sofía de Landa. Por eso este miércoles, los simpatizantes de esta expresión, se negaron a ingresar a las instalaciones de dicho centro de estudios privado, pese a que fue la exigencia que gritaron a los cuatro vientos en protestas callejeras de los últimos 7 días.
Lo que esta facción quiere es seguir atizando un movimiento de inconformidad de alumnos y maestros, evitando lo más que se pueda el regreso a clases, para ejercer una presión política y social que pudiera influir en el fallo del litigio central que promovió Guillermo Jenkins de Landa –quien controla al nuevo patronato de la Fundación de las Américas– en la pelea por el patrimonio de la FMST.
De nada la sirve al viejo patronato, es decir a la mayor parte de los miembros de la familia Jenkins de Landa, el regreso a clases y recuperar el control del campus de la universidad, si al final pierden el juicio por el manejo de los 720 millones de dólares de la FMST.
Algo similar ha de pesar por la cabeza de Guillermo Jenkins de Landa, que tiene el manejo del nuevo patronato de la Fundación de las Américas, pues lo que le interesa es ganarle a su madre –Elodia Sofía de Landa—y sus cuatro hermanos el dominio sobre el dinero y los bienes que su abuelo William O. Jenkins dejó depositados en la FMSJ.
Van por el desgaste total
Muchos han supuesto que lo más sano para la UDLAP es que los dos bandos de la familia Jenkins de Landa resuelvan sus diferencias en los tribunales y hagan una negociación para salvar los estudios de una comunidad de casi 10 mil alumnos, además de frenar el desprestigio de la universidad que ahora es vista por la opinión pública como una institución conflictiva, inestable y deteriorada.
Esa idea esta muy alejada de la realidad. Todo indica que a los Jenkins no les interesa salvar el renombre de la UDLAP en medio del pleito penal que enfrentan.
El problema de fondo de este conflicto es que el patrimonio de la FMSJ no lo pueden usar –unos y otros—para fines personales de la familia Jenkins, pues así lo dispuso William O. Jenkins. Por eso desde hace varios años han buscado la manera de encontrar fuentes alternas de financiamiento a sus vidas de ricos. Y aunque parezca una versión disparatada, tal parece que a los dos bandos les conviene la devaluación de la UDLAP.
Una fuente de financiamiento que han querido experimentar, desde hace 15 años, es vender la UDLAP y que el pago les permita tener dinero en sus cuentas bancarias personales.
Hace década y media, se la ofrecieron al hombre más rico de México, Carlos Slim, quien objetó la posible compra que la UDLAP tenía un alto costo en nóminas y mantenimiento, así como en el pago de actividades no académicas.
Desde ese entonces, se generaron muchos conflictos para abaratar el costo global de la universidad y encontrar un comprador.
Pareciera que esa idea sigue rondando en la cabeza de los protagonistas de la disputa de la FMSJ –que es la propietaria oficial de la UDLAP—y por eso, no les corre prisa que la institución vuelva a la antigua normalidad.