Un alcalde que se debe empezar a prepararse para un ríspido cambio de gobierno es el edil de Huauchinango, Gustavo Vargas Cabrera, pues han empezado a surgir datos que no cuadran o que podrían ser el reflejo de una galopante corrupción del ayuntamiento que está por concluir, como es el hecho de que se habría comprado un conjunto grande de luminarias a un costo de 1700 por ciento por arriba del precio de mercado.
Y que, faltando dos meses y medio para concluir la gestión municipal, Gustavo Vargas está insistente en que se le otorgue una línea de crédito por unos 27 millones de pesos para dejar encaminado un proyecto de un nuevo relleno sanitario para Huauchinango, que nadie entiende por qué postergó esta obra hasta el último, cuando a lo largo del trienio que está por terminar el talón de Aquiles del ayuntamiento fue las deficiencias en la recolección y disposición de desechos.
A muchos les huele mal este último esfuerzo que está haciendo el alcalde de dejar comprometido el proyecto de un nuevo relleno sanitario, lo que hace a muchos suponer que la intención real no es solucionar el problema de la disposición final de la basura, si no parecería que se pretende dejar sembrados intereses económicos que pudieran cosecharse en los años venideros.
Las luminarias que no instalaba
El tema de las luminarias en Huachinango es otro asunto que huele muy mal, por los siguientes datos:
La colocación de cientos de luminarias en Huauchinango fue uno de los programas estelares del gobierno local que está por terminar, que sin duda significó el dotar de alumbrado a docenas de calles, avenidas y parques, pero con los siguientes cuestionamientos:
Ha trascendido que las luminarias de luz led que se instalaron en muchos puntos del municipio son de fabricación china y que el precio normal de mercado es, de unos 400 pesos por unidad, sin contar que se podían adquirir a un costo menor por el volumen de compra.
Lo que llama la atención, es que al final cada luminaria se habría reportado en los gastos del ayuntamiento en un precio de algo así como 6 mil 870 pesos por unidad.
Es decir, habría existido un sobreprecio de un mil 700 por ciento en la adquisición de las lámparas, que de ninguna manera se puede entender y mucho menos justificar, sobre todo por tratarse de luminarias sencillas, sin ningún aporte tecnológico especial y que incluso, en algunos lugares ya se averiaron.
Una prueba de lo anterior se desprende del oficio MH/OP-01273/2020, fechado el 3 de noviembre de 2020, en el cual José Ignacio Rodríguez Arroyo, en su calidad de director de Obra Pública, le solicita a Rubén Omar Márquez Pérez, quien es el secretario general del ayuntamiento, la autorización de la obra –identificada con el número 20 mil 055— destinada a la rehabilitación del alumbrado de la comunidad de Huilacapixtla, con un costo total de 687 mil 100 pesos.
El documento consta de dos hojas y en la parte final, se hace un desglose en el cual se indica que si el cableado de la zona se encuentra en mal estado será sustituido y luego se da cuenta que, se van a instalar 100 luminarias. Lo que da por resultado que cada lámpara se estaba reportando a un precio de 6 mil 871 por unidad.
Se podría suponer que no necesariamente ese es el precio final de cada lámpara, por
el costo del cambio del cableado y la mano de obra. Sin embargo, es aquí donde salta un segundo dato fundamental, según cuentan conocedores de la forma en que se ejecutó el programa de alumbrado, el cual es el siguiente:
En muchos lugares el ayuntamiento no colocó las luminarias en cuestión. Se las entregaron a grupos de vecinos, asociación de colonos o autoridades auxiliares para que los beneficiarios fueran los responsables de instalar dichos objetos, es decir corrieron con los gastos de cables y mano de obra.
Algo que llamó lucho la atención, es que el gobierno local reportó una larga lista de obras públicas –en sus 3 años de gestión—que en realidad no lo fueron, por lo menos en el tema del alumbrado, ya que el ayuntamiento no hizo nada para levantar postes, hacer el tendido eléctrico e instalar el alumbrado público, porque al final la intervención de la autoridad se limitó únicamente a entregar las luminarias en mano de los colonos beneficiados.
Por eso el resultado del programa de alumbrado es desigual, porque en algunos lugares la gente supo colocar bien las luminarias o en otros sitios la instalación fue deficiente, o de plano no se hizo.