Por Mario Alberto Mejía
LA QUINTA COLUMNA
Miguel Barbosa llega a su primer año como gobernador con la oposición despachando debajo de la cama.
Es una oposición —hay que decirlo— metida en el negligé del miedo, de la incertidumbre, del temor inaudito.
Los más avezados, rumian desde una orilla de esa cama bajo la cual viven.
Cuando sacan la mano para tentar el terreno, dejan ver una mano temblorosa y errática.
En la gran serie The Good Fight —que se deja ver muy bien en Prime Video—, una dirigente política dice una frase brutal en el final de la segunda temporada:
“Los demócratas deben dejar de comportarse como cobardes”.
Se refiere, por supuesto, a los militantes del Partido Demócrata en Estados Unidos.
Tropicalizando el término podríamos decir lo mismo de los personajes que conforman la oposición en Puebla.
Deben dejar de comportarse así si quieren ser tomados en serio.
Pero no se ve cómo ni por dónde.
Ésa es su tragedia.
¿A qué le temen?
¿A que sus cuentas públicas apesten a langostinos (a la Martínez de la Torre) echados a perder?
¿A que su pasado los alcance?
¿A que la Unidad de Inteligencia Financiera meta las narices debajo de la cama?
No lo dijo Maquiavelo, pero pudo haberlo dicho el payaso Platanito:
Es mejor dar miedo que dar risa.
Nuevas Historias de la Granja de los Conejos. Muy activo sigue Óscar Alejo, sedicente intelectual metido en la burocracia de oro desde siempre, utilizando un portal de la llamada pipitilla cibernética.
Primero empezó a golpear desde ahí al mismísimo ex secretario Julio Glockner.
Luego siguieron en su lista Mónica Fernández, directora de Artes Plásticas y Escénicas, y Sonia Duarte, a la sazón directora administrativa.
Alejo, por cierto, arribó como encargado de despacho de la Dirección de Artes y Fomento Cultural, desde donde hizo buenos negocios con un ex titular de Turismo del ayuntamiento de Atlixco: ¡el mismo que escribe las notas en contra de los arriba citados!
Todo un caso de tráfico de influencias y otras lindezas.
Por cierto:
En la trama atlixquense quedaron trastes rotos, trastes sin lavar y trastes mal lavados.
Y todo en el contexto del célebre Uey Atlixcáyotl.
(A un millón de pesos asciende el presunto adeudo).
Lo último que se sabe de nuestro personaje es que el aún director del organismo Museos Puebla, Ernesto
Cortés, le dio espacio en su nómina para que desde ahí hiciera su campaña negra.
En ese mismo medio, por cierto, aseguran que permanecerá en la Secretaría que hoy conduce el arquitecto Sergio Vergara.
Si somos claros: es el propio personaje quien lo sostiene a través de su vocero.
Ay, señor Alejo, señor Alejo, / su apellido rima con conejo.
Cómo Cambió el Columnismo en México. El 17 de julio de 1990, hace treinta años, apareció por primera vez la columna que vino a cambiar las cosas en el periodismo mexicano: Indicador Político.
Su autor, Carlos Ramírez, venía de haber sido en su momento el mejor reportero de la célebre revista Proceso.
(Gracias a él, todos nos enteramos de la trama de negocios que había entre George Bush y Jorge Díaz Serrano).
Carlos Ramírez acabó con la tradición de la columna de chismes políticos e introdujo la prospectiva como elemento inédito para alumbrar la zona más hedionda de la sociedad mexicana.
(Que no era otra que la política).
Los sesudos análisis de la realidad fueron combinados con una buena prosa doblada de magnífica información.
El propio Ramírez cuenta en su columna de este martes que quien estuvo a punto de llegar a El Financiero —el periódico que vio nacer Indicador Político— fue el respetadísimo Miguel Ángel Granados Chapa.
Un cambio de ruta provocó que fuera Ramírez quien se encargara de llenar su espacio.
Y vaya que lo llenó.
No sólo eso: le dio a la columna política un edificio verbal y científico muy novedoso para la época.
Y digo científico, porque la prospectiva, entre otras cosas, es “la ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas”.
No en balde la palabra prospectiva proviene del latín prospectivus: “prever” o “mirar hacia delante”.
¿Pero cómo era el columnismo político antes de que naciera su columna?
Él lo cuenta mejor:
“A Indicador Político se le abrió un espacio inédito en el columnismo. La columna política tradicional había muerto con Carlos Denegri en 1970 y a partir de entonces varios columnistas con nuevos enfoques inauguraron estilos, relaciones con el poder y sobre todo análisis: Manuel Buendía, Granados Chapa, José Luis Mejías, entre otros”.
Muchas cosas se han movido desde entonces.
Felicidades, Carlos.