El capital y el empleo
José Alarcón Hernández
“El hombre ha nacido libre
y en todas partes está encadenado”
J.J. Rousseau
En este siglo, sin desconocer que eso mismo ocurrió en los anteriores, el empleo ha sido y es el dolor de cabeza de la sociedad en conjunto y de los gobiernos en especial.
Jesús Reyes Heroles un día afirmó que nunca habrá pleno empleo.
Hoy lo que advertimos es la desocupación, el no empleo de millones de personas, por supuesto, en nuestro país y en otros, particularmente del tercer mundo.
La falta de empleo se produce por muchas razones o causas, la fundamental es que no hay inversión. El capital se va a donde este seguro y donde tenga más altas utilidades.
El gobierno de la república está empeñado en traer más inversiones para aumentar las posibilidades de creación de empleos y reducción del desempleo.
Por lo pronto, mientras ocurren esas cosas la tecnología avanza y así ocupa menos personas, esto es, crea menos empleos.
El capital lo que quiere es obtener la máxima ganancia después de asegurar garantías para sus inversiones.
Esto de la obtención de la máxima ganancia no es nuevo. Se advirtió con énfasis desde la revolución industrial en el siglo XVIII.
Antes de este siglo seguía la misma regla, como obtener más riqueza, más ganancia de lo que se invirtió, lo cual era entendible.
Ya no se entendió que así fuera cuando con el aumento de la tecnología se redujeran relativamente los sueldos y salarios de los trabajadores.
Total que lo que parecía ser algo armónico, el capital y el empleo, esto es, porque se requiere dinero para crear empleo, ahora más claramente se presenta como una antinomia.
Desde la antigüedad los autores han escrito sobre el asunto de las ganancias y los ingresos de los trabajadores.
Esto se manifiesta con toda la claridad, a finales del siglo XVIII, XIX, XX y principios del XXI.
Carlos Marx, de manera puntual escribió su libro sobre estos temas denominado “El Capital”, en el cual establece con toda claridad esa antinomia de la que hablo, la lucha entre las inversiones, esto es, el capital y el empleo.
Ahora en la etapa de la globalización la lucha entre capital y empleo, esto es, inversiones y empleo, se confirma y se perpetúa, tal vez hasta el fin de los siglos.
Seguirá habiendo contradicción entre inversión, esto es capital y creación de empleos y derechos de los trabajadores.
Los inversionistas lo que quieren es asegurarse de la obtención de sus ganancias. Por eso la lucha por los mercados.Los chinos sacrifican a sus trabajadores pero ganan mercado al vender sus mercancías y servicios a precios competitivos, aún, cuando la calidad de sus productos sea menor que la del mercado común.
De la contradicción entre obtención de la máxima ganancia y creación de empleos surge un factor fundamental que parece ser, es la solución ciertamente aún no comprobada plenamente.
Esa solución es como un bálsamo o un remedio que sólo comprende a una parte de la población, me refiero a la educación, esto es, a la preparación para el trabajo de muchos egresados de las escuelas de educación media y de educación superior.
Eso es una política adecuada: que la población esté mejor preparada para que pueda ser contratada y así obtener ingresos para sí y para su familia.
Por eso hay que resolver el problema de la impreparación de la fuerza de trabajo, esto es, de los jóvenes, de tal modo que por su buena preparación puedan ser empleados en las empresas establecidas en el país.
Es importante pues la educación con calidad para que los solicitantes de empleo o trabajo, al presentarse en las empresas puedan ser bien calificados y por lo tanto aceptados.
Bueno, obtener empleo ya es un triunfo, aún, cuando el trabajador sea sujeto de explotación.
Otra vez la lucha entre la máxima ganancia y la creación de empleos.
Esa es una contradicción intrínseca y extrínseca que parece que nunca se va a resolver.
Para ello se necesitaría que los trabajadores fueran copropietarios de la empresa y entonces los empresarios aportarían el capital, las inversiones y los trabajadores la fuerza de trabajo y por lo tanto compartirían las utilidades.
Este es un sueño, nunca podrá lograrse que eso se presente en la realidad.
El fin del mundo podría ser la puerta de salida, pero de este nadie sabe cuándo ni cómo y lo más seguro es que no tenga fin, mientras tanto los trabajadores deben organizarse mejor de tal manera que puedan ser coparticipes de las utilidades de la empresa donde trabajan.
Esto también es muy difícil ciertamente y menos cuando los trabajadores están afiliados a las organizaciones de trabajadores que parecen no defenderlos.
Los empresarios y los inversionistas se arreglan pronto con los líderes de los sindicatos.
Sus razones tendrán. No hay líder sindical pobre como sus compañeros.
El gobierno como cualquiera del mundo, tiene a sus trabajadores y no es exactamente el caso de empresa y empleo pero sí se da el hecho de que también los trabajadores de las burocracias tienen ingresos exiguos. Así lo arreglaron sus líderes con los titulares de las entidades gubernamentales.
Este tema del capital, de las inversiones, del dinero y los trabajadores, esto es, los empleos es muy amplio.
Muchos autores han escrito acerca de eso, algunos anotan que la solución es la construcción de una auténtica democracia como la de uno, dos o tres países del mundo europeo.
Preparémonos con educación de calidad para enfrentar estas contradicciones.
Al fin muchos no estudian educación superior por falta de recursos o por preparación deficiente.
Este asunto parece no tendrá fin como lo pensamos los trabajadores, y tampoco los empresarios atisban solución porque la competencia mundial es inmisericorde.
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