Serpientes y Escaleras por Ricardo Morales
Es un hecho que las tres principales fuerzas políticas del país atraviesan por una profunda crisis de imagen y credibilidad ante la población, a la cual le augura un 2016 bastante complicado por el tema de la devaluación del peso y los recortes presupuestales que se avecinan.
Tanto el PRI como el PAN y el PRD tuvieron que recurrir a un proceso de renovación en sus dirigencias nacionales, en busca de “oxigenarse” rumbo a 2018, con la necesidad de recuperar los espacios perdidos durante el pasado proceso electoral federal cuando los candidatos independientes se robaron el escenario.
Es en este marco donde el PRI, el PAN y el PRD entran en un proceso de “renovación” de sus dirigencias nacionales, lo cual deja en claro una cosa: que los tres partidos políticos son lo mismo y se niegan a cambiar, viven distanciados de las demandas ciudadanas y enfrascados en pugnas de grupos internos, como viles pandilleros.
El PRI tuvo que recurrir a una vieja figura del pasado como Manlio Fabio Beltrones para tratar de enderezar la nave, la cual si bien salió avante en la elección de este año, lo hizo con un preocupante 29 por ciento de la votación y con la ayuda de su rémora, el Verde, más algunos votos de Nueva Alianza.
El tricolor tuvo que echar mano de los artilugios del hijo consentido de Bucareli, del discípulo favorito de la leyenda Fernando Gutiérrez Barrios, para hacer frente a los 12 procesos electorales que están en puerta, en donde lo que está en juego es nada más ni nada menos que un padrón electoral de más de 26 millones de probables electores, la mitad del padrón que estará en juego en 2018.
La encomienda de “don Beltrone” es recuperar y mantener -a como dé lugar- cuatro entidades clave para el priismo, por el número de electores que representan y por lo simbólico que sería para el PRI retomar el control de estas plazas: Puebla, Oaxaca y Sinaloa, que se perdieron en 2010, y mantener la administración de Veracruz, a pesar del pésimo gobierno del “caramo” Duarte.
Puebla es para Beltrones, incluso un tema personal, por las “deudas” que existen entre el gobernador Moreno Valle y el sonorense, quien además apoyó a Guillermo Padrés, y a su candidato Gándara, en la elección de aquella entidad.
El PRI sufre un retroceso en el esquema de democratización, al cual pareció que avanzaba el país, después que en el año 2000 se dio por primera vez la alternancia en el gobierno federal. El tricolor del “dedazo” y el del partido de Estado regresó, según las propias palabras de Manlio Fabio: “Se acabaron los tiempos de la sana distancia”.
Pero en el PAN las cosas no están mejor: la contienda interna entre el “niño maravilla” Ricardo Anaya y el senador Javier Corral solo han contribuido a deteriorar la de por sí maltrecha imagen de este instituto político, el cual se ufanaba hace unos años de ser “la conciencia nacional del país”.
Hoy el panismo luce como un partido igual al PRI, difícilmente se puede diferenciar una fuerza política de la otra, los audio y videoescándalos en los que se han visto involucrados sus diferentes integrantes, incluido quien hoy aspira a dirigir este instituto político, parece confirmar la tesis.
A ese paso difícilmente el PAN se podrá recuperar de lo que ha sido una constante: su caída libre en las preferencias electorales en todo el país, pese a haber recuperado el gobierno de Querétaro.
Un dato duro a tomar en cuenta es que en las elecciones presidenciales celebradas en 2012, Acción Nacional, pese a ser el partido en el poder, se fue al tercer lugar en las preferencias.
Para culminar, el PRD vive una de las peores crisis en su historia, incluso hasta los aliancistas como el gobernador Moreno Valle deberían analizar la conveniencia de ir con esta desarticulada fuerza política.
La migración de muchos de sus cuadros hacia las filas de Morena, aunque minimizada por los “Chuchos”, mermó aún más las alicaídas fuerzas del partido fundado en 1990.
Por si fuera poco, hoy los mismos “Chuchos” se han divido: por un lado parecen caminar Jesús Ortega y Jesús Zambrano, y del otro Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo. Los puntos de disenso según los que saben, como el columnista Julio Hernández (“Astillero”), “van desde el grado de recuperación de una línea de izquierda más confrontacional con el gobierno federal (en reacción a los excesos cometidos en la etapa del Pacto por México), hasta el tipo de alianzas electorales a realizar en el futuro (abiertamente con el PAN), aunque el mandato del reciente consejo haya sido que sólo en ciertas circunstancias, o sin él”. Hasta aquí la cita.
El PRD naufraga de tal forma que ahora hasta se busca, al interior de este partido, acercarse a figuras como el exconsejero presidente del IFE, José Woldenberg, o Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM.
De esta forma, las tres principales fuerzas políticas naufragan lejos de la agenda ciudadana, aunque hay que reconocer que el PRI puede recibir una inyección de energía de la mano del “saco de mañas” que es Beltrones, quien –insisto- recurrirá a todo lo que sea necesario para obtener el triunfo en las 12 elecciones que habrá el próximo año.