Ricardo Morales Sánchez
Justo cuando al presidente Peña y priistas que lo acompañan daban por hecho que su administración comenzaría a repuntar, justo cuando la soberbia se había ido a lo más alto del corazón, justo cuando -como en toda administración- se creía que el reino no iba a tener fin, Joaquín Guzmán Loera, alias “el Chapo”, le dio el tiro de gracia a un sexenio que está por cumplir tres años y cuyo panorama -para el cierre- luce más que complicado.
Ningún golpe, ninguno: ni la casa Blanca ni Ayotzinapa ni Tlatlaya significan un revés tan duro como la fuga del criminal más buscado de todos los tiempos, aquel que el presidente juró que nunca se iba a fugar y que si lo hacía sería algo “imperdonable”; por cierto, dicha entrevista con León Krauez ya le dio la vuelta al mundo.
Y es que el triunfo electoral obtenido por el PRI en el pasado proceso federal, en el cual obtuvieron la mayoría en el Congreso -junto con sus aliados del Verde y el partido magisterial- auguraba el retorno de los años “dorados” de la actual clase política en el poder.
Luego de ese triunfo el PRI se soñaba con el 2018 repitiendo en la Presidencia de la República, con cualquiera de sus cartas: el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien había logrado salir muy bien librado de todos los desencuentros de la administración peñista, o incluso un Luis Videgaray Caso o hasta un Alfredo del Mazo o un Aurelio Nuño; todo se fue al bote de la basura debido a la fuga del “Chapo”.
La fuga del criminal más buscado de los últimos años en el país es, sin duda, un golpe durísimo a los sueños de muchos de estos personajes, y es que la crítica internacional fue contundente.
El New York Times, el periódico tal vez más influyente del mundo, destacó en su encabezado la fuga de Guzmán Loera y señaló que la evasión del peligroso narcotraficante es el principal síntoma de la terrible corrupción que azota al país.
Y es que la fuga de un personaje como “el Chapo,” en las condiciones en las que se dio, deja muy mal parada a la figura de México en el ámbito internacional, además de que se atribuye a la estela de la corrupción que comienza a rodear esta administración federal.
La fuga del “Chapo”, sin duda, es el golpe más fuerte que ha sufrido la administración del presidente Peña porque lo que está en entredicho es el sello de la administración y cómo será recordado el mexiquense.
Un pillo anda suelto en Coronago.
Responde al nombre de Pedro Benjamín Carmona Romero y se apoderó a la mala de tres locales que pertenecen al ayuntamiento de Coronango, los cuales renta, pues dice que son de su propiedad.
Los tres locales se encuentran en la sexta etapa del conjunto habitacional “Misiones de San Francisco” y son propiedad de la comuna de Coronango, mismos que se encuentran acreditados con la escritura pública número 68 mil 861, volumen mil 158, misma que se encuentra inscrita ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio.
Ahora bien, esos locales están siendo arrendados ilegalmente por Carmona Romero quien actualmente cuenta con diversas averiguaciones previas por diferentes delitos.
Se sabe de buena fuente que el presunto delincuente tiene un “grupo de choque” el cual ha sido identificado, ya que -en contubernio con esta persona- rentan casas de dicha fraccionamiento sin tener el carácter de propietario, además de mantener amenazada a los colonos del fraccionamiento
Es increíble que nadie le ponga el alto de Pedro Benjamín Cardona Romero, quien presume contar con la complicidad de varias autoridades del Poder Judicial de Puebla. ¿Será?