Mario Alberto Mejía / La Quintacolumna
Cabalán Macari está por regresar al gobierno del estado una vez que los números no se le dieron en su aventura electoral.
Dueño de una inédita e insólita abulia hacia el poder, el ex candidato suplente del PAN por el Distrito XII fue a hacer campaña con un desgano singular.
Y es que renunció al poder antes de tenerlo.
Cosa curiosa: mientras muchos lo buscan desesperadamente, Cabalán simple y sencillamente nunca se ha mostrado interesado en él.
El “no podía ser de otra manera” no cabe aquí.
Y es que su abuelo paterno, Cabalán Macari Tayún, logró hacer verdaderos emporios en los ramos henequenero, ganadero y azucarero.
Su poder era tal que los presidentes de la República y los gobernadores de Yucatán y Campeche se le rendían mansamente.
Nuestro personaje, pues, nació rico, pero sin esa hambre de poder que hizo de su abuelo uno de los hombres más pudientes de México.
Meses atrás nos dio una muestra de su renuncia al poder, cuando teniendo todo para crecer en las encuestas —en el contexto de la minigubernatura— decidió bajar la marcha y guardarse en sus habitaciones.
Hace unas semanas dio muestras probadas de que lo suyo no es el poder político y que no están en su agenda ni gubernaturas ni diputaciones.
Hoy que está a punto de regresar a la burocracia dorada lo hace sin ningún pesar.
¿La razón?
No se puede lamentar lo que se perdió sin buscarlo.
En efecto: él no perdió.
Perdió, sí, Ángel Trauwitz, quien buscó afanosamente una curul y se le enredó en los pies.
Nota Bene: todo indica que Cabalán Macari irá a una Secretaría.
Adivine el hipócrita lector.
Un dato: puede ser una relacionada con la Economía.
Consejos de un Discípulo de Maquiavelo a un Fanático de Calzonsin (3). José Ramón López Rubí está de vena y nos regala una tercera parte de sus reflexiones sobre Puebla y sus personajes políticos.
No tiene pierde:
“Así como por el contexto (de enclave autoritario priista), Germán Sierra habría ganado la elección de 2004 (contra un PAN débil, un candidato tan malo como Fraile, y pasado todo ‘efecto Fox’), Marín hizo lo que hizo por el contexto: no sólo porque quería sino porque podía: la combinación de su cultura política —herencia antidemocrática del colaborador de los neoliberales presidentes De La Madrid y Salinas, Manuel Bartlett—, sus intereses y el contexto de instituciones locales, incluyendo el balance de poder histórico. Y hay que insistir: sin ‘precioso’, es decir, sin Marín pésimo e irresponsable gobernador, no habría Moreno Valle gobernador desde la oposición.
“Una conclusión abarcadora es obvia. El PRI debería estar enojado, más que con Moreno Valle, con Marín. Fue Marín quien encogió la enorme estructura de oportunidades políticas para los priistas poblanos. Y quienes odian al gobernador actual deberían odiar por lo menos con igual intensidad al famoso ‘góber precioso’. ¿Por qué no lo hacen? Ya sabemos”.