Mario Alberto Mejía / La Quintacolumna
En los lavaderos de la política se habla con insistencia en los últimos días de los naturales reajustes que habrá en el gobierno de Rafael Moreno Valle en vías de la elección de la minigubernatura.
Uno de los personajes más recurrentes en esas conversaciones es Tony Gali López, actual Jefe de la Oficina del gobernador.
Y es que ante la virtual designación de Tony Gali Fayad, su padre, como candidato a la gubernatura de un año 8 meses, la ruta crítica de Tony hijo será la de abrirle brecha a su padre en el interior del estado.
Algo así como una campaña sin candidato.
El carisma de Tony hijo es similar al de Tony padre.
Y algo más: sus nombres convocan a una imagen semejante.
Desde la Jefatura de la Oficina del gobernador, Gali López no tendría el tiempo suficiente ni el espacio necesario como para sumarse indirectamente al escenario político que viene.
De ahí que su siguiente paso sea una posición más libre y desahogada.
Algo así como una coordinación de asesores del gobernador.
En este contexto, quedaría un espacio de suma importancia sin cabeza.
¿Quién podría llegar, pues, como Jefe de la Oficina del gobernador?
Sobran los nombres, pero no los perfiles.
Y es que se impone uno que contenga talento y eficacia.
Un solo nombre me viene a la cabeza: el de Roberto Moya, ex secretario de Finanzas.
Moya podría ser ese Jefe de la Oficina del gobernador.
Y es que cuenta además con una gran agenda de relaciones con el priismo nacional.
No con la pipitilla o los caciques panzones, sino con quienes desde la Secretaría de Hacienda o la Cancillería mueven piezas claves en la escena del país.
En los próximos días las piezas estarán sobre el nuevo tablero.
Consejos de un Discípulo de Maquiavelo a un Fanático de Calzonsin (2). He aquí una segunda reflexión de José Ramón López Rubí (académico del CIDE y colaborador de Replicante y Este País) a propósito de las circunstancias político-electorales en la Puebla levítica: “Tal cual te lo dije: en Puebla, el PRI tenía mucho más de lo que casi todos creían. Se demostró en varios artículos y no repetiré los datos específicos aquí. Hoy, como a nivel nacional, ese partido tiene menos de lo que algunos quieren o dicen ver. El punto es ése: la situación del PRI no significa, ni en causas ni en efectos, lo que ellos creen. La relación y diferencia entre ayer y hoy es el cambio local que no entienden. Y tan no lo entienden que se puede preguntar, casi retóricamente: ¿cuántos de los que hoy dicen de algún modo que Puebla no es ninguna democracia —y que el PRI sólo está fortaleciéndose— decían que no lo era en 2010? “Qué curioso: antes de 2010-2011 Puebla era democrática, lo dijeran implícita o explícitamente, y más allá de Mario Marín; después de 2011, ¡llegó el gobierno-Estado-régimen autoritario! Y más curiosamente, después de malinterpretar las direcciones del cambio, no ven en Marín, el del escándalo como sea juzgado por la Suprema Corte, un factor fundamental y negativo de ese cambio. Ni de todos los problemas derivados del PRI. Están alrevesados en todo. ¿Por qué? ¿Sólo es ignorancia? Es ridículo.
“Lo cierto es que Puebla era un régimen autoritario de predominio priista, con y sin autoritarismo nacional del PRI hegemónico… Hasta que apareció ‘el precioso’. Hubo que darse el pésimo gobierno marinista, y entrar el gobernador en el conflicto por todos conocido, para que la cosa cambiara (lo que no quiere decir que todo esté bien; sólo digo que las circunstancias cambiaron y no en el sentido antihistórico y absurdo que dicen los que sólo saben que son antimorenovallistas). Es uno de esos fenómenos extraños: este enclave del PRI murió gracias a un actor más autoritario en la cúspide del enclave autoritario y gracias también al mismo enclave.
“Todo esto no es desviarse, aunque ustedes hablaran sobre el ahora; hablo del ahora y el antes y lo que está detrás; y algo que está detrás es el patrón de trabajo de algunos periodistas: ignorar los datos (desconocerlos) y jugar a otra cosa.
“¿Cómo sorprenderse de lo que estén haciendo?”.
