Mario Alberto Mejía / La Quintacolumna
Cualquier conversación telefónica en la que participen dos mexicanos puede sonar sospechosa.
¿La razón?
Los coloquialismos, las “malas palabras”, los giros de lenguaje…
El 90 por ciento de los mexicanos seríamos sospechosos de hablar de temas escabrosos y cifrados en caso de que una grabación nuestra —cualquiera— fuera pinchada y subida a las redes sociales.
Si los protagonistas del espionaje telefónico son dos políticos mexicanos —o políticas— las sospechas aumentan considerablemente.
La razón es simple: creemos que todos los políticos, sin excepción, se dedican a hacer negocios desde los cargos públicos.
O que recurren al tráfico de influencias en aras de sacar ventajas económicas.
La charla entre Jorge Estefan Chidiac, candidato del PRI-Verde a la diputación federal por el distrito con cabecera en Izúcar de matamoros, y Juan José Lecanda Guillén, secretario particular del senador Emilio Gamboa.
De entrada hay algo claro: Estefan y Lecanda se llevan extraordinariamente bien y se tienen una gran confianza.
A lo largo de la conversación surge expresiones que desataron todo tipo de interpretaciones entre periodistas y políticos tanto poblanos como nacionales.
Me refiero en particular a dos: “lana es lana” y “vamos a continuar con lo de la maleta”.
La primera expresión es, de entrada, muy mexicana, pero también universal.
Lana es lana es una perogrullada.
Es decir: dinero es dinero.
Money is money.
Al decir de gente muy cercana a Estefan y Lecanda, este último tiene muy pegada esa frase por un tema que el candidato a diputado explicó el día de su rueda de prensa del lunes pasado: “Por ejemplo les explicó (les dijo a los reporteros): lo de ‘lana es lana’ (tiene que ver con) una persona que estaba a punto de divorciarse y no tenía chamba, y alguna vez (Lecanda) me dijo ‘lana es lana’ para que no se divorcien y no se quede sin chamba. Por eso siempre que hablamos decimos lana es lana, por ejemplo, y así de todos los asuntos.”
Lecanda se refería en particular a un cuñado suyo que perdió el trabajo y, en consecuencia, veía peligrar su matrimonio.
En ese contexto soltó la expresión “lana es lana”, que se volvió un código cómico entre Estefan y el particular de Gamboa.
Y así es como lo dicen en referencia al cuñado de su esposa:
— Oye, el puto este que es el cuñado de mi esposa, ¿se va a largar o se va a quedar?” –pregunta Lecanda a Estefan, quien todavía era director general del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (BANSEFI), cargo al que renunció para irse a contender a Izúcar de Matamoros.
La respuesta es una:
— No. De ninguna manera. No te preocupes de nada.
— Si se va ni pedo.
— Lana es lana –dice Estefan casi dividiendo silábicamente la frase y en pleno guiño a Lecanda por la anécdota del cuñado y su anterior pérdida de un empleo.
El “lana es lana”, pues, no es nada ominoso, una vez que el cuñado de Lecanda trabaja en BANSEFI y, al decir del pronóstico de Estefan, seguirá haciéndolo.
¿Esto es un delito?
Para nada.
Simple complicidad entre dos amigos.
Y es que el cuñado ni era aviador ni cosa por el estilo, lo que en su caso sí hubiera constituido un delito.
Otro de los temas que metió ruido en algunos espacios de la prensa local y nacional fue el de la “maleta”.
Cosa curiosa: prácticamente todos los que aludieron el tema lo descontextualizaron.
El diálogo textual es este:
— Oye, ¿y no te han dicho quién se queda? (en Bansefi) –pregunta Lecanda.
— No, cabrón. Pero si es una persona a la que ya sugerí y entrevistaron ellos, y que le dijeron era prospecto ya muy firme, vamos a continuar con lo de la maleta. No te preocupes –responde Estefan.
— No, no, no. Esto nada más es curiosidad, cabrón.
— A mí me preocupa.
— Si sale, a toda madre. Si no se puede, pues a la verga.
— Pero al banco le conviene un chingo, cabrón. Es muy bueno para el banco. Va a hacer florecer al banco muy chingón.
Hasta aquí la cita.
La traducción generalizada fue que la referida maleta era para el senador Emilio Gamboa.
Otra traducción es que la maleta iba cargada de dinero.
No aparecen en el contexto ni la palabra dinero ni el nombre de Gamboa, pero la maledicencia es la maledicencia.
Supongamos que así fuera y que la maleta (cargada de billetes) fuera para el senador priista.
¿En qué “le conviene un chingo” al BANSEFI?
¿”Es muy bueno para el banco” desviar dinero público para un político?
¿La desviación de esos recursos “va a hacer florecer al banco muy chingón?”.
Las traducciones son de risa loca.
Precisamente por eso los “traductores” omitieron en sus sesudos análisis las últimas líneas del diálogo.
Seriedad, señores.
La referida maleta es otro código cómico que tienen Estefan y Lecanda.
Y todo tiene que ver con un alto ex funcionario de la Secretaría de Hacienda que le propuso a Estefan como titular del BANSEFI que introdujeran en el banco la posibilidad de que tanto empresarios como ciudadanos comunes pudieran pagar por esa vía sus tarjetas Visa y MasterCard.
Es decir: la posibilidad de que el banco hiciera honor a su apellido y prestara servicios financieros que terminarían por beneficiarlo económicamente y acabar así con los inevitables números rojos.
Por eso cuando aparece el pasaje de la “maleta”, Estefan dice: “Pero al banco le conviene un chingo, cabrón. Es muy bueno para el banco. Va a hacer florecer al banco muy chingón”.
Y tiene razón.
Por eso mientras estuvo buscó la forma de poner en marcha ese servicio financiero.
El lector se preguntará con justa razón: ¿Pero qué tiene que ver eso con la “maleta”?
Vea el hipócrita lector:
Alguna vez ese alto ex funcionario de Hacienda acudió a ver a Estefan a sus oficinas del BANSEFI y olvidó un maletín.
Estefan le platicó la anécdota a Lecanda y entre risas y bromas empezaron a llamar al ex funcionario con el sobrenombre de “El Maleta” o “La Maleta”.
Así, pues, cuando el multicitado Estefan le dice a Lecanda que si en lugar suyo queda en el BANSEFI “una persona a la que ya sugerí (…) vamos a continuar con lo de la maleta”.
O sea: con el proyecto planteado por el alto ex funcionario de Hacienda.
“El Maleta”.
“La Maleta”.
Igual que como un mexicano común le llama “Perro” o “Gato” o “Pichulita” o “Bastones” o “El Lentes” a gente a la que aprecia o desprecia.
Por eso, uf, son tan poco serias las traducciones que cortan párrafos enteros para que quepan en una ollita que nada tiene que ver con la realidad.
Es cuanto.
19 Años. Un día como hoy, pero hace 19 años, nació en el vientre de “El Universal” Puebla la columna que el lector tiene ante sí.
Gracias a todos los hipócritas lectores que siguen aquí desde hace casi dos décadas.