Efekto 10
Ricardo Morales / Serpientes y Escaleras
En 2010 todas las encuestas previas —y durante el proceso electoral— daban como favorito al candidato del PRI a la gubernatura, Javier López Zavala, quien arrancó la campaña en el mes de abril con más de 10 puntos de ventaja sobre el actual mandatario Rafael Moreno Valle.
Lo que nadie observó en el momento es que todos los estudios demoscópicos realizados indicaban que existía al arranque de la campaña 36 por ciento de “indecisos”, los cuales en todas las encuestas aparecía como “No sabe o no contestó”.
Ese 36 por ciento que no se podía medir en su momento fue la “espiral del silencio”: la gente que ocultó su voto y el 4 de julio de 2010 decidió salir a votar y lo hizo en contra del proyecto del gobernador Marín, representado en ese entonces por Javier López Zavala, al cual se le identificaba como la continuidad. ¡Ojo con esa palabra!
Al inicio del proceso la participación inicial se estimaba en 55 por ciento del total del padrón; de ese porcentaje, López Zavala arrancaba inicialmente con 42 por ciento de las preferencias, mientras que Moreno Valle tenía 32 por ciento; nadie calculaba que el 4 de julio la votación alcanzaría 65 por ciento del total de electores en Puebla, de los cuales la mayoría se volcó en las urnas para sacar al marinismo de Casa Puebla.
La “espiral del silencio” marcó la diferencia en favor del entonces candidato a la gubernatura Rafael Moreno Valle Rosas, el cual supo aglutinar a los diferentes grupos que manifestaban su desacuerdo con el marinismo pero que no habían hallado al líder que pudiera encabezar la “revolución”.
El gobernador Marín pactó en 2006 con el entonces líder nacional del PAN, Manuel Espino, su permanencia al frente de la administración pública en Puebla a cambio de abandonar a su suerte a Roberto Madrazo y operar a favor de Felipe Calderón Hinojosa.
En correspondencia, Marín recibió “manos libres” para operar las elecciones de 2007 (local) y 2009 (federal), donde se llevó prácticamente todo, pero la inconformidad en contra de su administración por el tema del “Lydiagate” estaba latente y solo necesitaba la “chispa adecuada”, la cual la puso en ese momento Moreno Valle.
Célebre fue su discurso pronunciado a mediados de mayo de 2010, a la mitad de la campaña, fuera de las instalaciones de la Secretaría de Finanzas —donde conminó a los trabajadores al servicio de los poderes del estado a votar por él— afirmó: “Yo no le tengo miedo a Marín”.
Ahí, el entonces candidato se asumió como el líder que el grupo de inconformes con el marinismo buscaba para encabezar ese movimiento, que culminó con el triunfo electoral del hoy mandatario, con más de un millón 200 mil votos, con 11 puntos de ventaja sobre su más cercano adversario del PRI.
Todo esto viene a colación porque a la víspera de lo que será el proceso electoral del 2016, será interesante el identificar la “espiral del silencio” y ver qué candidato puede aprovechar esta situación potencializando la serie de inconformidades que han surgido luego de casi seis años de administración.
El ejercicio del poder desgasta, pero aquí la pregunta es: ¿habrá algún personaje que pueda capitalizar la “espiral del silencio” y potencializar la inconformidad a su favor?
El edil de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa, busca convertirse en ese hombre, aunque —desde mi punto de vista— carece aún de atributos suficientes para convertirse en el “Moreno Valle del 2010”.
¿Del lado del PRI habrá alguien que pueda capitalizar esta espiral? ¿Alguien tendrá los arrestos y la “cola chica” para intentar capitalizar dicha inconformidad?
Queda aún mucho tiempo por delante para develar estas incógnitas. ¿Por qué apostarán en 2016 los poblanos: por la continuidad o por el cambio?
La moneda está en el aire.
Una oportuna precisión.
Ayer por la tarde en mi Whatsapp recibí varias fotos y mensajes de mi amigo, el diputado federal del PRI y delegado del CEN de este partido en Tamaulipas, Víctor Díaz Palacios.
Las fotos eran elocuentes, dos hombres abatidos por la policía en una camioneta tipo Ford Lobo.
De inmediato le pregunte:
— ¿Qué pasó?
— Secuestro, fue su respuesta.
— ¿Estás bien?
— Sí, pero me llevé el susto de mi vida.
Ahí terminó la conversación, que originó un desafortunado twit en donde comenté que Díaz Palacios había sido víctima de un secuestro.
Todo fue una confusión, desde este espacio ofrezco una disculpa a mi amigo y su familia, el cual afortunadamente, sólo estaba en el lugar donde fueron abatidos los delincuentes.
Un abrazo.