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La campaña de difusión en medios de comunicación respecto a la extorsión telefónica ha surtido un efecto positivo entre la población: ahora, los ciudadanos difícilmente caen en la trampa de los extorsionadores. Ante esta circunstancia, los delincuentes han variado su modus operandi con la finalidad de recuperar el dinero que han perdido ante la sensible disminución de esta práctica en el estado.
De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), alrededor de 70% de las llamadas de extorsión en México proviene del penal de Altamira, Tamaulipas, y el resto se concentra en otros sitios, como los Centros de Readaptación Social (Ceresos).
Esta situación obliga a que los extorsionadores únicamente cuenten con los datos que les proporcionan las víctimas, quienes, sin darse cuenta, proporcionan a sus victimarios las herramientas para chantajearlos.
“Te hablan y te dicen que saben dónde vives, cuántos hijos tienes, cómo te llamas, en qué trabajas, a qué hora sales, y tú quedas pensando ‘¿en serio saben todo sobre mí?, más vale que les dé dinero’. En realidad tú mismo les diste los datos, solo que estas personas manejan tan bien la psicología que uno no se da cuenta”, afirma Olga Flores, psicóloga especializada en perfiles criminales.
Ante esto, las autoridades de seguridad en Puebla y en el país se dieron a la tarea de lanzar una campaña informativa que previno a los ciudadanos respecto a las técnicas más socorridas por los delincuentes para llevar a cabo estos actos. “No dé información y cuelgue” es el punto medular de esta campaña que, con dos sencillos pasos, desactiva de un solo golpe la estrategia de los extorsionadores.
Sin embargo, los delincuentes siempre van un paso adelante de la autoridad. Ahora su modus operandi consiste en hacerse pasar por víctimas de lo que ellos mismos hacen y, con una llamada al azar, intimidan a los ciudadanos hasta lograr que estos les proporcionen datos que luego utilizarán en su contra.
“Me dijeron que estaban marcando porque les habían hecho una llamada desde el número de mi casa, que los habían querido extorsionar. Yo me espanté mucho porque dije, en mi casa no hay varones y este señor me dijo que era la voz de un hombre, pues quién se habrá metido. Lo que no me di cuenta era que todo era un engaño y en realidad me estaban sacando datos para luego ellos extorsionarme”, señala Juana, una mujer de 70 años que vive sola con su hermana.
La técnica es simple, los delincuentes marcan un teléfono y se presentan con un nombre falso, dicen que recibieron una llamada de ese número y que los intentaron extorsionar, de esa manera comienzan a generar temor y la víctima sin darse cuenta les proporciona datos que luego ellos utilizarán para revertir los hechos: “aquí no hay hombres”, “vivimos solo mi hijo y yo”, “soy la señora fulana y le juro que de aquí no hicimos esa llamada”, “yo trabajo todo el día, es imposible que hayamos llamado a esa hora”.
Los delincuentes anotan los datos y posteriormente devuelven la llamada, ahora valiéndose de la información proporcionada, haciendo creer a la víctima que en realidad saben todo de su vida y que hasta los tienen vigilados: “usted vive en una casa que es así y así y trabaja en tal cosa, su hijo está en las mañanas y estudia, si no me da tanto lo voy a matar”, son algunas de las frases que pueden utilizar estos criminales.
Ante estas circunstancias y en tanto las autoridades no apliquen de una vez por todas los mecanismos de bloqueo de señal de celular en los penales del país, la recomendación es, como siempre, colgar y no proporcionar datos, pero ahora yendo un paso más adelante: si recibe llamadas de números desconocidos e intentan intimidarlo, sencillamente cuelgue.