Más allá de que una tragedia como la que enfrentó Karla López Albert es lamentable y condenable, no deja de llamar la atención el espectáculo que personajes como Laura Bozzo vinieron a armar en estos días.
Dueña de un pasado ligado a los peores hombres públicos de Perú, profesional del chantaje sentimental y de la exposición de la miseria como artículo de morbo, Laura Bozzo representa, sin duda, lo peor de la televisión mexicana.
Tras la farsa que montó sobre la tragedia de Guerrero, y que fue desvelada por Proceso y Carmen Aristegui, este personaje vino a lucrar ahora con el dolor de una familia que perdió a su hija.
Podrán decirnos que la señora Bozzo se conmovió con el caso de la chica asesinada y que, en consecuencia, vino a Puebla para solidarizarse con los deudos.
Podrán decirnos que su actuar es impecable y que su demanda de justicia es legítima.
Lo real es que como toda profesional del espectáculo y de la miseria convertida en morbo —y del morbo convertido en rating—, la señora Bozzo tiene prioridades en la vida, y éstas aparecen todos los días en Televisa a lo largo de su programa.
Lo lamentable es que en este circo mediático se haya columpiado con tan similares argumentos el periodista Arturo Rueda, quien no ha dejado de elogiar a Laura Bozzo y de demeritar a Carmen Aristegui.
¿Dónde quedó la Maestría en Periodismo que Rueda cursó en el CIDE?
¿Esto es lo que aprendió con profesionales como Ricardo Raphael y Guillermo Osorno?
Cuando este show concluya y el caso deje de vender, seguramente veremos con mayor claridad lo que ocurrió.
Por lo pronto este lunes no se pierda el Show de Laura que tendrá como invitado, si el olfato no me falla, al colega poblano de la señora Bozzo: Arturo Rueda.
Una más: igualmente lamentable fue la reacción de algunos tuiteros y usuarios de Facebook sobre este caso.
Y es que hubo un linchamiento brutal, así como señalamientos de culpabilidad, por encima de las investigaciones judiciales.
Esto que podría parecer anecdótico no lo es.
Más bien nos muestra uno de los peligros que entrañan los odios públicos en las redes sociales.
Y aunque sea probable que el asesino de Karla sea su novio, eso lo determinarán las autoridades y no los enfebrecidos linchadores.
El Club de la Derrota Apoya a Juan Manuel Oliva.
Los primeros aliados visibles de Juan Manuel Oliva en su ruta por convertirse en candidato a la dirigencia de Acción Nacional son, todos ellos, personajes que de un tiempo a esta parte han sido derrotados por el gobernador Rafael Moreno Valle.
En efecto: las cabezas de Ana Teresa Aranda, Paco Fraile, Eduardo Rivera y Juan Carlos Mondragón se encuentran, junto a muchas otras, en su Salón de Trofeos.
¿Qué le suman al ex gobernador de Guanajuato estos personajes?
Una cosa: derrotas.
Y otra: ausencia de militantes.
Si Lalo, Paco, Juan Carlos y Ana Tere se enfrentaran en una contienda ninguno ganaría.
Y es que, salvo el aún alcalde, y de manera temporal, ninguno de los citados cuenta con activos.
El acto de apoyo a Oliva fue el mejor ejemplo de lo que digo.
Y es que salvo los integrantes del Club de la Derrota no hubo rostros significativos ni la presencia de operadores reales del panismo poblano.
Juntos no operan ni a un cadáver.
O sí: a un cadáver sí.
Oliva tuvo un público formado por alrededor de 500 asistentes que en su mayoría no eran miembros activos o adherentes, condiciones necesarias para votar en la elección por la Dirigencia nacional.
El colmo: al más puro estilo priista en el acto de Oliva hubo acarreados y hasta niños con paletas, como se aprecia en la fotografía que el lector puede checar.
Lo mismo hicieron en su momento, en las campañas de 2010 y de 2013, Javier López Zavala y Enrique Agüera Ibáñez: actos de simulación con gente que ni siquiera contaba con credenciales de elector.
Uno de quienes no fueron al acto de Oliva, pero que fue señalado como el autor intelectual de un boicot, es Eukid Castañón, a quién, por cierto, le achacan toda clase de lindezas: desde tsunamis hasta plagas de influenza.
El diputado Castañón, pues, fue entrevistado ayer por varios reporteros sobre estos temas.
Rescato algunas de sus respuestas:
“Siempre que las cosas no salen bien se buscan culpables. (…) El precandidato (Oliva)es un precandidato que no va a ser candidato y que va a terminar sumándose a otra candidatura.
Hablar de un boicot a un personaje como éste no tiene sentido y es algo absurdo.
La gente que estuvo invitando al evento dijo que iría el primer panista de Puebla (Rafael Moreno Valle) y que el acto sería de unidad, cosa que fue falsa. (…)
En la elección panista sólo votará la militancia. En ese sentido habría que preguntarse si los asistentes eran miembros activos o adherentes, que son los únicos que pueden votar. Si hubo entre los asistentes menores de edad o gente que no forma parte de Acción Nacional me queda claro que es gente que no podrá votar en la elección interna. (…) Habría que preguntarle a la gente de Guanajuato si (Oliva)fue un gobernador demócrata o plural o si en su momento actuó de manera diferente. Él se dice enemigo de la ‘línea’, ¿pero como gobernador nunca dio ‘línea?”.
Hasta aquí el diputado Castañón.
Por cierto: Moreno Valle y el propio Eukid comparten, cada uno en su propia sala de trofeos, algunas de las cabezas que este sábado acompañaron al ex gobernador de Guanajuato.
Lalo Rivera y la Pesadilla de su Cuenta Pública.
Furioso ante el dictamen reprobatorio de su cuenta pública en el seno de la Comisión de Hacienda, el alcalde Eduardo Rivera buscó por todos los medios hacer perdedizo el documento que daba fe de la votación y repetir el procedimiento en aras de que los cinco regidores —ya convencidos por otros medios— ahora sí aprobaran lo que el viernes pasado reprobaron.
En su enésima intentona, citó a los regidores en su casa al día siguiente.
El resultado no pudo ser más desalentador para el aún alcalde de Puebla: los regidores dijeron no y se retiraron.
Hoy por hoy, Lalo Rivera busca hacer llegar al Pleno de los regidores su cuenta pública para que ahí, con la mayoría que tiene, logre aprobar lo que tanto lo desvela.
Esta acción viola por supuesto las leyes, una vez que en el Cabildo sólo es posible una acción como la que pretende previo dictamen aprobatorio.
Sí lo intenta, violará la ley y evidenciará —como lo ha venido haciendo— su desesperación.
¿A qué le teme tanto el señor alcalde?