La complicada relación que existe entre el mandatario estatal Rafael Moreno Valle Rosas y el edil de la capital, Eduardo Rivera Pérez, ha generado tres condiciones, o tres tipos de aduanas, que el alcalde de la ciudad de Puebla tendrá que pasar para realmente poder aspirar a ser candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la gubernatura y contar con el respaldo del morenovallismo.
Esas condiciones son fundamentales para que Rivera tenga a favor o en contra al gobernador, quien ha anulado en mucho la vida democrática del PAN para elegir candidatos y ahora los aspirantes albiazules a puestos de elección popular dependen directamente del “dedo elector” del jefe del Poder Ejecutivo y no del respaldo de la militancia albiazul.
Dichas aduanas son las siguientes:
1. Que Eduardo Rivera Pérez resista la injerencia poco sana e injustificada del alcalde electo de Puebla, Antonio Gali Fayad, en los asuntos del ayuntamiento cuando todavía faltan cinco meses para que asuma el cargo y aún no tiene facultades legales para inmiscuirse en la toma de decisiones en el gobierno de la capital.
Por una disposición del gobernador, el alcalde electo de Puebla se ha dado la tarea de buscar ganar reflectores al actual presidente municipal, pues lo mismo Gali Fayad se ha presentado a la comida de chiles en nogada que ofreció Rivera, como a los festejos patrios en el Palacio Municipal, en donde fue notorio el buen trato que le dispensa Moreno Valle.
El problema no se reduce a las presentaciones públicas, sino que se sabe que algunos regidores, como Arturo Loyola y Pedro Gutiérrez Varela, y varios funcionarios de primer nivel del gobierno municipal ya están informando a Antonio Gali de todo lo que pasa en el ayuntamiento y buscan acordar con él la toma de decisiones.
Legamente Gali Fayad no está impedido en ser convidado por Rivera de la información interna del ayuntamiento, como parte de un proceso de entrega–recepción de la administración municipal. Sin embargo, no resulta sano ni conveniente para el futuro de la ciudad, que cuando faltan varios meses para concluir el mandato del actual alcalde ya se tenga la ingerencia y la constante presencia de quien apenas va a ser presidente municipal.
Tal esquema le resta autoridad, presencia, tiempo y proyección a Eduardo Rivera, pese a que busque mostrarse cordial con la permanente presencia de Gali en todas las actividades importantes de la Comuna.
Queda claro que la irrupción de Gali en los asuntos del gobierno municipal no responde exclusivamente al afán de conocer y analizar la situación que guarda el ayuntamiento, pues para ello hay un periodo que resulta suficiente para hacer dicho diagnóstico, sino que parecería que la otra intención es provocar a Eduardo Rivera y buscar que entre en confrontación con quien lo sucederá en el cargo.
2. La excesiva y muy anticipada presencia de Antonio Gali y su equipo de trabajo en el ayuntamiento de Puebla parecería tener el propósito, aparte de robarle cámara al alcalde en funciones, de buscar los lados flacos de la presente gestión y con ello detectar deficiencias, posibles actos de corrupción o abusos.
Y si se detectan esas fallas o abusos puedan ser observados en el proceso formal de entrega–recepción, que se realiza en las primeras semanas de cada gestión municipal, y con ello crear escándalos públicos que pudieran dañar la imagen de Eduardo Rivera Pérez.
No sería la primera vez que inicia una relación cordial entre el alcalde saliente y el entrante, y luego, en las primeras semanas del nuevo gobierno, ese buen trato se agota y todo termina en confrontación.
Ejemplo de lo anterior es lo que sucedió entre Eduardo Rivera y su antecesora Blanca Alcalá Ruiz, quien en el proceso de entrega–recepción fue señalada como responsable de un cúmulo de anomalías, que rebasaban los más de 2 mil millones de pesos, que al final no tuvieron sustento y acabaron siendo un burdo montaje para buscar dañar su imagen pública, algo que no se logró.
Ahora se podría repetir esa misma historia, pero contra Rivera, quien tiene el reto de no darle elementos a los nuevos gobernantes y al grupo político de Moreno Valle para que busquen destruir sus aspiraciones de ser candidato con escándalos de supuestos actos de corrupción o negligencia.
3. Una vez que concluya su gestión Rivera tendrá que buscar un espacio de participación política que le permita estar vigente y presente ante la opinión pública hasta que llegue el todavía remoto periodo para que los partidos busquen a sus candidatos a gobernador del estado.
Se ha manejado la posibilidad de que Rivera intente ser diputado federal por la vía plurinominal dentro de un par de años.
Y esta situación es la que ha motivado a que Rivera esté también estudiando la posibilidad de buscar la presidencia nacional del PAN, lo cual le daría la mejor proyección para posicionarse como aspirante a ser candidato a gobernador.
Esta última posibilidad le ayudaría a sortear no sólo las dificultades que enfrenta todo político, sino también los obstáculos que le busque colocar el grupo político de Moreno Valle.