“Siete meses de edad tenía cuando mi padre fue asesinado de un hachazo en la cabeza. Mi madre me cargó en sus brazos y escapamos con mis tres hermanos. Nos escondió en una barranca, ahí esquivamos un disparo. Muchas veces pensé en la venganza, pero lo dejé todo en las manos de Dios. Mi madre sabía quiénes participaron en el linchamiento en el que fue asesinado mi padre; pero abandonó los procesos legales pues la amenazaron de muerte y fue perseguida por pobladores de Canoa para evitar que los delatara”.
“La casa que guardó las huellas del linchamiento, la vendimos al cumplirse cuatro décadas, fue derrumbada por los nuevos dueños. Hubo problemas cuando un medio local vino hacerme una entrevista en el 2008”.
No hay detenidos a 45 años de la noche del linchamiento, recuerda Alberta Guadalupe García Arce, en entrevista para Milenio Puebla.
La hija menor de Lucas García, hombre que el 14 de septiembre de 1968 intentó defender a jóvenes de la UAP de ser linchados por una turba de pobladores de San Miguel Canoa, que motivados por el cura del pueblo, fueron tachados de comunistas, conoce bien la historia.
El linchamiento terminó con el asesinato de Lucas García y de los jóvenes Ramón Gutiérrez Calvario, Jesús Carrillo Sánchez y Odilón Sánchez Islas.
Alberta García es la única de la familia que vive en San Miguel Canoa y aunque no tiene recuerdos de los hechos, conoce perfectamente la historia del linchamiento de cinco trabajadores de la BUAP en su comunidad.
García Arce es quien aparece en los brazos de su madre en las fotos de los periódicos de la época, que estaba en la agencia del Ministerio Público en donde rindió su declaración sobre los hechos.
“QUERÍA SER HOMBRE PARA VENGAR LA MUERTE DE MI PADRE”
Alberta apareció en las fotografías de los periódicos impresos en 1968, en brazo de su madre. Hoy dice: “Cuando era niña decía ‘cómo no fui hombre para desquitarme igual’, a veces yo digo, sí se puede, pero pensándolo bien a lo mejor es mi madrina o mi tía quienes metieron las manos, con tanto susto es lo que mi madre llegó a conocer”.
“Mi madre me dijo sus nombres, ahorita ya están muertos, había señoras, señores de la tercera, de la quinta, todo lo conozco algunos que sí todavía ahí andan. Pero como diciendo ya ahí Diosito se los cobrará con sus hijos, con sus nietos no sabemos cómo, pero a Diosito se lo dejamos”.
En la nota publicada en El Sol de Puebla el 18 de Septiembre de 1968, la mamá de Alberta señaló: “No habían hecho nada esos muchachos para que los mataran así”.
La nota señala que la mujer, a pesar de que no hablaba bien el español, describió perfectamente cómo ocurrieron los hechos, incluso señaló a los participantes.
En entrevista dice que la causa del ataque tuvo como móvil una venganza del sacerdote Enrique Meza Pérez y otros miembros de la comunidad contra su padre quien no se dejaba de los abusos del clérigo.
“Quería mandar en el pueblo y mi padre nunca se dejó y lo querían quitar de su camino, yo pienso así”.
A 45 años de la tragedia aún se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda los hechos, pues los pobladores de Canoa la privaron de conocer a su padre: “Mi padre a mí me lo quitaron, gracias al pueblo, nosotros nos quedamos sin nada”.
Mi madre me contó que a los jóvenes los conocieron cuando llegaron al pueblo pidiendo alojamiento en la iglesia y la presidencia en donde se los negaron.
Los pobladores fueron alentados por Meza Pérez para que fueran a agredir a los excursionistas. De ahí perdieron la vida los trabajadores Ramón Gutiérrez Calvario, Jesús Carrillo Sánchez y Odilón Sánchez Islas.
Y sobrevivió Julián González Báez, quien perdió cuatro dedos, Roberto Rojano Aguirre y Miguel Flores Cruz, quien hace unos años falleció.
Cuando tenía 10 años conocí a los sobrevivientes del linchamiento, me pidieron disculpas pues se sentían culpables por la muerte de mi padre: “Pues si ustedes dicen que son culpables ¿pues qué hicieron?, les pregunté”.
Julián le contó la historia de lo ocurrido ese 14 de septiembre, sin embargo para ella sólo quedó el dolor de no conocer a su padre.
Guadalupe mantuvo contacto con los sobrevivientes incluso sus familiares le avisaron cuando falleció Julián González Báez aunque no pudo asistir a su funeral por problemas de salud.
“El cura del pueblo no se presentó a declarar”
Aunque se dictaron más de 17 órdenes de aprehensión, todos recuperaron su libertad en meses y años posteriores, los principales instigadores del linchamiento como el sacerdote nunca se presentaron a declarar, aunque por versiones de diversos testigos se señalaron a 83.
En su declaración ministerial y en la entrevista publica en El Sol de Puebla el 17 de septiembre de 1862, Rojano Aguirre acusó directamente al sacerdote de Canoa Enrique Meza Pérez por incitar a la gente a lincharlos.
“Exijo que se haga justicia y señaló, directamente como autor intelectual de los ocurrido al padre de San Miguel Canoa. Por lo demás la versión dada por la Voz Dominical corresponde y se apega absolutamente la verdad”.
Y es que en la primera nota sobre los hechos del rotativo dio por cierta la versión de que se trataba de comunistas delincuentes y titularon la nota: “Trataron de Izar una bandera rojo y negro y fue la consecuencia”.
Guadalupe Arce señaló que aunque hay gente que asegura que el sacerdote Enrique Meza hizo muchas cosas por el pueblo, esa versión es falsa, pues tenía ocho meses en Canoa y dejó la comunidad tal y como la encontró.
Después de lo cambiaron de iglesia y en Canoa no se volvió a mencionar el nombre del padre Enrique Meza.