Enrique Agüera Ibáñez llegará este lunes 8 de octubre a su Tercer Informe de Labores, como rector de la BUAP, con una serie de circunstancias que le deberían dar una certeza total de su futuro dentro y fuera de la universidad pero no ocurre así.
Parece absurda tal afirmación pero no lo es y veamos por qué.
En primera instancia el rector de la BUAP es reconocido por los estudiantes, profesores, partidos políticos, cámaras empresariales, autoridades estatales y municipales por su exitosa gestión en la universidad.
Ahí están los hechos más que las palabras y los tres ejemplos visibles son el magnífico Complejo Cultural Universitario, el Estadio Universitario de los Lobos de la BUAP y la Biblioteca Central. Además del notorio cambio y la modernización de casi todos los edificios universitarios.
Políticamente el rector de la BUAP tiene de su lado a casi todos los integrantes del Consejo Universitario y su grupo de operadores ha demostrado una y otra vez que saben llegar a consensos entre los diversos grupos de la institución.
En el rectorado de Enrique Agüera los acuerdos han dejado satisfechos a la mayoría de los grupos que ha permitido un periodo de estabilidad de más de siete años.
El rector también supo colocar a su sucesor y mantenerlo cerca de él para guiarlo y tener listo el relevo en el momento en que sea necesario.
Alfonso Esparza, actual secretario General de la BUAP, está preparado para asumir el relevo y tendrá el espacio y control suficiente para marcar su propia trayectoria –que ya la tiene– dentro de la máxima casa de estudios.
La sucesión en la BUAP está más que segura.
¿Entonces?
La duda surge hacia el exterior, porque el capital político y social que tiene Agüera Ibáñez lo tiene en tres escenarios inmediatos:
El primero lo llevaría hacia el gabinete de Enrique Peña Nieto como subsecretario de Educación Superior de la SEP Federal o en el CONACYT.
El segundo lo pondría como el candidato del PRI o de la alianza PAN, PRD, PT y Movimiento Ciudadano a la Presidencia Municipal de Puebla.
El tercero lo pondría en la Secretaría de Educación Pública de Puebla ante una posible salida de Luis Maldonado Venegas.
De acuerdo con diversas pláticas que ha tenido este reportero con varios actores sociales, la mayoría ubica al rector como uno de los más fuertes aspirantes a la presidencia municipal de Puebla.
Y coincido en eso.
Pero por el momento no hay nada seguro sobre el futuro de Enrique Agüera.
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Trascendidos de fin de semana:
Que el empresario José Chedraui cada día toma más fuerza como un probable candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Puebla, pero quizá su futuro sea como el nuevo líder del Congreso del Estado.
Su cercanía con el presidente electo, Enrique Peña Nieto, le garantiza que sea aceptado por todos los priistas.
Su enorme ventaja ante el resto de los integrantes del PRI es que la sociedad no lo ubica como un político con un oscuro pasado, sino que representa a un exitoso y joven empresario.
Que es incansable el trabajo de posicionamiento de los secretarios Antonio Gali Fayad, Fernando Manzanilla y Jorge Aguilar. Y desde la propia Casa Puebla se mandan señales encontradas acerca de las preferencias del gobernador, para sacar a su candidato a la alcaldía.
Hace unas semanas daba la impresión de que Fernando Manzanilla era el preferido pero en los últimos días es notoria la cercanía de Martha Érika Alonso a los eventos de la Secretaría de Salud y el DIF mandan señales encontradas.
Pero de pronto aparece muy fuerte el secretario de Infraestructura, y entonces, sí, la confusión aumenta.
En estos momentos ya no hay un favorito claro del gobernador.
¿O sí?
