BBC
En algunas partes del mundo el agua residual que fluye por los desagües, incluyendo los de los inodoros, está siendo filtrada y tratada para que sea tan pura como la de manantial.
Puede que en un principio no sea muy sugerente, pero el agua reciclada es segura y sabe como cualquier otra agua potable, embotellada o de grifo.
“De ser algo, el agua reciclada es relativamente dulce”, dice Anas Ghadouani, ingeniero medioambiental y profesor de la Universidad de Australia Occidental, con sede en Crawley, Perth.
Aun así, para alguna gente la perspectiva de beber agua residual reciclada es literalmente algo difícil de tragar.
Pero varias ciudades, asoladas por la sequía y con su población creciendo sin parar, ya la han incorporado en su suministro.
Para que el planeta sea sostenible, es necesario reutilizar; también el agua.
Así que si aún no has bebido agua reciclada, pronto lo harás, creen los expertos.
“Es una obviedad”, dice Ghadouani. “Eso es lo que va a pasar”.
Más que el inodoro
Por supuesto, el agua reciclada no solo incluye agua del inodoro.
Piensa en todo el agua que se va por el desagüe cada vez que limpias una manzana o utilizar la manguera para lavar el coche. Es un recurso sin explotar y abunda.
“Es más barato y es un recurso garantizado”, dice Peter Scales, ingeniero químico y profesor de la Universidad de Melbourne, en Australia.
Si una ciudad promedio reciclara todo el agua que desperdicia, ahorraría un 60% del suministro.
A día de hoy es común reciclar agua para el regadío y para otros fines que no incluyen el consumo.
La tecnología que se usa para ello es la misma que se utiliza para potabilizar el agua contaminada.
Hace años que existe, y el proceso incluye varios pasos.
Primero se eliminan lo sólidos.
Segundo, en un proceso llamado ósmosis inversa, se retiran del agua las partículas más pequeñas.
Y por último, como precaución adicional, se utiliza luz ultravioleta para esterilizar el agua de microbios patógenos.
“Podemos suministrar un agua muy pura, más pura de la que se extrae hoy de los embalses y los ríos”, asegura Scales.
Pero inevitablemente, la propuesta sigue generando asco a muchos.
Para un estudio reciente, el psicólogo Paul Rozin y su equipo de la Universidad de Pennsylvania (EE.UU.) preguntó a 2.000 estadounidenses si beberían agua reciclada.
El 49% de los encuestados se mostraron dispuestos a probarla, el 13% se negaron a hacerlo, y el resto dijo no estar seguro.
Por mucho que se les insista en que el agua reciclada es segura, para algunos la sensación de asco es imposible de superar, incluso en las peores situaciones.
Problema político
En 2006, por ejemplo, una ciudad del este de Australia golpeada por la sequía y llamada Toowoomba trató de implementar el reciclado del agua.
Pero el esfuerzo fue un desastre político.
En un referéndum, el 62% de los votantes rechazaron la medida.
“El reciclado del agua tiene muchísimo potencial, pero políticamente es un problema”, reconoce Scales.
“La escasez forzó a las autoridades de Toowoomba a tomar una decisión desesperada e intentaron introducir el agua reciclada sin dar a los ciudadanos el tiempo para acostumbrarse a la idea”, explica Clare Lugar, vocera de Water Corporation, la empresa que suministra el agua a Perth y al este de Australia, una región que sufre sequías desde hace 15 años.
La compañía ha incluido el reciclado del agua residual en su oferta.
Pero aprendió la lección de Toowoomba y está yendo despacio.
El este de Australia es ya uno de los lugares más secos de la Tierra, y el cambio climático no hará más que empeorar la situación.
“Es el foco de la sequía”, dice Ghadouani.
“Eso es lo que señalaban las predicciones, y es exactamente lo que está pasando”.